Por fin solos

Juan José Alvarado, columnista en Platino News

Cuando pasan los años hay muchas cosas que se toman con tanta frialdad, es, como mucho lo he dicho, la frescura de la edad, pues se hacen cosas que, de joven, son inimaginables, pero ahora se llega el momento de quedar bien con uno mismo.

Seguido vemos a muchos viejos en los centros comerciales haciéndola de la nana de los nietos, muy sonrientes en público, pero amargamente se quejan en privado.

Ya en general empiezan a cesar los compromisos, esas reuniones de los trabajos a las que había que asistir, para quedar bien con los jefes y con los compañeros. Reuniones eternas que, en muchas ocasiones había que pagar mucho por un pedazo de pan, por una cerveza al tiempo, por un postre que nunca llegó.

Se terminan las bodas, los quince años, los eventos a los que hay que ir para que no se molesten los compadres y dar un regalo que seguro es más costoso que la aburrida reunión, en donde, por la amistad, terminaste haciéndola de mesero, ayudando a acomodar mesas y después, a recoger el tiradero, hasta a lavar los trastes te pusieron.

Reuniones eternas con amigos que se emborrachan y terminan llorando en tu hombro o vomitándose en tu coche cuando los llevas a su casa para que la esposa viera que fue una reunión de amigos, después de que se la pasaron en su celular, chateando con la novia que los presiona para que dejen a la esposa.

Se acaban los compromisos de quedar bien, de poner buena cara, de sonreír, de soportar el mismo chiste de años, la misma anécdota de años, las mismas proezas sexuales que sabes, son inexistentes, pues tu amigo tiene muchos años con diabetes y se ha agravado su impotencia… así que ya no… puede, pero tienes que sonreír, aplaudir y decir, eres un tigre mi estimado.

Por fin, como reza el dicho, más vale solo que mal acompañado.

Ha llegado el momento de decidir con quien sí y con quien no, aunque seguramente otros piensan igual y las relaciones son más selectivas, más escasas, pero más significativas.

Buscas a quien te busca y disfrutas de quien disfruta, sin más interés que el intercambio de lecturas, de experiencias, de proyectos, de relaciones francas y sin compromiso.

Por fin solos, para disfrutar tantas cosas que nos da la vida sin que haya una presión social para tener que quedar bien con los demás, ahora, solamente contigo mismo.