“No confíes en los que hablan bien. Siempre hay juego en sus palabras…Confía en el que calla, haciendo cosas hermosas.” Omar Kayam
“Ella era la capitana de su alma”. William Faulkner
“Me siento profundamente sola, aislada, poco atractiva… No me siento digna de ser amada. Pero respeto a ese soldado al que no se puede amar, que lucha por sobrevivir, que lucha por ser honesto, justo y honorable. Me respeto a mí misma”. Susan Sontag
“Hay que crear confusión sistemáticamente, eso libera la creatividad. Todo lo contradictorio crea vida.” Salvador Dalí
“Espero que algún día tengas el coraje de huir de todo lo que te hace miserable.” Hayao Miyazaki
“El tiempo fluye de la misma manera para todos los humanos, pero cada ser humano fluye de forma diferente en el tiempo.” Yasunari
“Los libros rompen las cadenas del tiempo. Un libro es una prueba de que los humanos son capaces de hacer magia.” Carl Sagan
“Lamentar las propias experiencias es frenar el propio desarrollo. Negar las propias experiencias es mentir sobre la propia vida. Es nada menos que negar el alma.” Oscar Wilde
“Ser feliz significa ser uno mismo. No necesitas ser aceptado por los demás. Necesitas aceptarte a ti mismo. Si anhelas aceptación y reconocimiento y tratas de cambiarte para adaptarte a lo que otras personas quieren que seas, sufrirás toda tu vida. La verdadera felicidad radica en comprenderse a uno mismo, aceptarse a uno mismo, tener confianza en uno mismo”. Thich Nhat Hanh
Aceptar que la vida es un transito incierto es ponerse a jugar con los dados del azar todo el tiempo y es que “nada ocurre dos veces”, como escribió la premio Nobel Literatura (1996) Wislawa Szymborska.
Nada ocurre dos veces
y nunca ocurrirá.
Nacimos sin experiencia,
moriremos sin rutina.
Aunque fuéramos los alumnos
más torpes en la escuela del mundo,
nunca más repasaremos
ningún verano o invierno.
Ningún día se repite,
no hay dos noches iguales,
dos besos que dieran lo mismo,
dos miradas en los mismos ojos.
Ayer alguien pronunciaba
tu nombre en mi presencia,
como si de repente cayera
una rosa por la ventana abierta.
Hoy, cuando estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Es flor? ¿O tal vez piedra?
¿Y por qué tú, mala hora,
te enredas en un miedo inútil?
Eres, pues estás pasando,
pasarás —es bello esto.
Sonrientes, abrazados,
intentemos encontrarnos,
aunque seamos distintos
como dos gotas de agua.
Las posibilidades de que se cumplan nuestros deseos, fantasías y sueños esta en la frontera de lo imaginable, de las buenas intenciones y en el contexto de la realidad misma, esa, que nos tocó vivir. Cada quien a su modo va viviendo, y en medida que toma consciencia de sí y de su realidad, es que se va confrontado el “deber ser”, con el “querer ser”, si es que hay una posibilidad de la introspección. Ahí empiezan las peripecias en la vida real, que son un conjunto de accidentes imprevistos, o cambios repentinos de una situación que ponen a prueba el talento y el talante de quienes vamos siendo en la vida. Para Aristóteles la peripecia es un cambio de fortuna y lo asocia a lo trágico, a las desgracias y en cierto sentido apunta a que las peripecias son de alguna manera el como la desilusión se presenta en la vida, esto es, el contraste entre lo deseado con lo real y aparece entonces nuestra capacidad de respuesta, se pone a prueba nuestro carácter y la forma en que se templa la personalidad y de ahí todo que lo que vivimos, entre el amor y el desamor, entre el logro y el error, entre la dicha y la pena, entre lo que da vida y lo que la merma.
Todo es nuevo, todo es un iniciar y rehacernos cada día y cada noche. Los desfiguros nos llevan a querer explicar de forma particular nuestra interpretación del mundo y nuestras acciones, con matices y formas de alterar a nuestro modo e interés las circunstancias de lo que nos sucedió, es una forma de querer acomodar los hechos, para explicar nuestro comportamiento muchas veces ridículo y que es hasta incomprensible para nosotros mismos muchas veces, -nos desconocemos- , y es en sentido estricto unas de las maneras en que nuestra consciencia opera y de cómo se manifiesta el inconsciente en nosotros la mas de las veces para evadir la responsabilidad de nuestra conducta y sus consecuencias.
Victoria Erickson escribió, con pinceladas de finas, unas palabras que nos remiten a lo diverso que somos cada uno nosotros y cada una de nosotras, y es que, el sistema social establece cartabones y estereotipos que buscan generalizar y homogenizar a las personas, a establecer “formas de normalidad” que sean aceptables y que validen los convencionalismos morales, religiosos y sociales que las élites dominantes y el sistema de producción del capitalismo mercantil definen bajo la lógica de sus intereses y no de la libertad y dignidad de todas las personas.
“Hay miles de mundos en cada uno de nosotros.
Hermosos, salvajes, contradictorios, imaginativos.
Mundos fascinantes. Conocer a alguien profundamente.
Es conocer un universo contenido en la piel.”
Las travesías de cada quien son por únicas, e irrepetibles. Cada persona tiene su historia singular y esta enmarcada en una historia que es colectiva y que esta alimentada hoy en día, por una diversidad de expresiones socioculturales y por mecanismos y procesos de intercambio y de acceso a información, a servicios y a productos, en lo que están incluidas las necesidades básicas de toda persona y que están también condicionadas a las formas de vida que tenemos, desde en dónde vivimos, ciudad, región, país etc., qué vestimos, con qué y cómo nos alimentamos, cual es nuestro entorno familiar, escolar, laboral, recreativo y esto es la dimensión comunitaria, que está inmersa en un conjunto de creencias, valores, acuerdos sociales, posturas políticas -todo es político-, visión histórica y cultural, preferencias en la acción social, identidad y orientación sexual.
Las peripecias, los desfiguros y las travesías nos hacen ser lo que somos y lo que vamos siendo en el tiempo, en esa circunstancia en la que el tiempo es una constante y en donde la forma de vivir el tiempo y habitar el espacio, real y simbólico, de nuestra propia existencia reclama sin duda alguna el poder expresar con fuerza, con claridad, con seguridad “yo soy”, dos palabras que encierran el esfuerzo por el autoconocimiento y el saber que siempre seremos mujeres y hombres incompletos, en falta y con la única certeza que es nuestra finitud.
La travesía es poder llegar a destinos inéditos, a la posibilidad de experimentar con consciencia: la dicha, el placer, la felicidad, la compasión, el amor, la pasión, el duelo, el dolor humano, el sentir el pensar de manera crítica, la libertad, la solidaridad y la gratitud. No hay reglas, no hay manual de instrucciones para la vida, lo que hay es la apuesta por sentir y pensar la vida, para poder desde el hacer, desde el dialogo y la palabra, con otros, desde ser uno mismo, el encontrar y crear el sentido de la vida las veces que sea necesario, y que desde la singularidad de cada persona, se asuma que nada ocurre dos veces, ni mucho menos se vive de la misma manera a dos personas distintas, aunque en el uso del lenguaje nos vayamos sin pensar a la generalización, del todo y nada, del siempre y nunca, que esconden lo singular, lo propio, y nos llevan a expresarnos como las estructuras e intereses del poder dictan y quieren.
Fernando Pessoa escribió:
“Sigue tu destino,
riega tus plantas,
ama tus rosas.
El resto es la sombra
de árboles ajenos”
Y Octavio Paz plasmo este poema, que como Albert Camus no recuerda que el mito de Sísifo es este absurdo que es la vida, y que el sentido de la vida, se encuentra entre peripecias, desfiguros y travesías, y que es, ante todo y al final de cuentas, el hacer viviendo.
Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.