Peor que el Covid-19, es el desamor

Jorge Marcelino Trejo Ortiz
Maestro Jorge Marcelino Trejo Ortiz, presidente del Colegio de Abogados del Estado de Guanajuato

En uno de esos canales de televisión de paga, de pronto me encuentro una película que me atrapa por la circunstancia mundial en que vivimos a causa del Coronavirus. Carriers (EU 2009), que en México fue conocida como Portadores, y que ahora se convierte en un thriller de horror postapocalíptico a causa de un virus que ha terminado con la mayor parte de la población mundial.

La cinta conmueve porque en los protagonistas subyace la determinación inhumana de sacrificar al otro para salvarse uno mismo, así sea tu novia o tu hermano. No les cuento más por si ya la vieron o por si la quieren ver en Netflix.

La reflexión es que en una situación extrema no siempre sabemos cómo debemos o vamos a reaccionar individualmente: ¿desamor o supervivencia?, he ahí el dilema.

¿Qué lejos está la realidad de la ficción? No lo sabemos y más aún cuando nos llegan noticias como la de un escritor (Dean Koontz) que predijo, hace 40 años, la llegada del Coronavirus con una novela llamada The eyes of darkness (Los ojos de la oscuridad). Lo que asombra es que, según el libro, es en la ciudad china de Wuhan, donde es “creado” un virus que se expande por todo el mundo en el año 2020.

Especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han señalado que, en un momento dado, el 70 por ciento de la población será portadora del virus, que no de la enfermedad, es decir que será asintomática, porque el índice de mortandad es “solo” del tres por ciento (qué consuelo).

La tendencia al momento del Covid-19 es de unas 90 mil personas infectadas, con cerca de tres mil personas fallecidas y el resto fuera de peligro. El virus sigue en estudio y no se ha determinado su comportamiento del todo y si es que sobrevive o no en climas cálidos. Hay que acordarse de que los virus mutan más de lo que creemos, para hacerse más resistentes.

Por el momento no hay una vacuna ni un tratamiento determinado, a no ser el apoyo con respiradores de oxígeno porque el virus ataca los pulmones y causa deficiencia respiratoria.

Hay temor en la mayor parte de los países porque no se sabe aún la magnitud del problema. Lo cierto es que sus efectos son claros en la economía, por la caída de las bolsas de valores; la inversión que están haciendo los gobiernos para paliar la situación en el sector salud y la cancelación de eventos como la Feria Internacional de Turismo de Berlín, la mayor del mundo, esperando que no vayan a suspenderse los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

¿Qué va a pasar si es que incluso en México ya se dieron los primeros casos? Mi consideración es optimista. Se va a desarrollar una vacuna (y sus creadores van a ganar el Premio Nobel de Química); se van a desarrollar los tratamientos necesarios, así como los hay para la influenza.

Lo que deberá pasar es que la OMS hará un llamado para que las fórmulas se compartan con todas las naciones del orbe, en un acto humanitario, pero eso va para largo.

Lo que nos queda hacer son las recomendaciones de medidas de prevención probadas: lavarse las manos con agua y jabón, o gel antibacterial pero a base de 70 por ciento de alcohol; no tocarse la cara y en especial ojos, nariz, boca y oídos; no saludar de mano, ni de beso, ni de abrazo.

Las personas con algún padecimiento respiratorio es preferible quedarse en casa y, al toser o estornudar, hacerlo sobre el ángulo interno del brazo o en un pañuelo y tirarlo a la basura, y nunca en el puño abierto o cerrado. Los enfermos y sus cuidadores sí deben usar cubreboca.

Cuidarnos es cuidar a los demás, es una forma solidaria de actuar; no perder nunca la cortesía y el amor por los demás. Esta será una de las mejores formas de vivir y sobrevivir a esta pandemia que no es un apocalipsis.