Pausa y voluntad

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

“Tu dolor te hace más frágil. Ya sabes que siempre he considerado la totalidad y la integración como mitos necesarios. Somos seres fragmentados que nos vamos consolidando, pero siempre existen grietas. Que logremos convivir con esas grietas es la clave para llegar a ser unos seres, digámoslo así, razonablemente sanos”.

“Las historias que relatamos sobre nosotros mismos sólo pueden narrarse en pasado. El pasado se remonta hacia atrás desde donde ahora nos encontramos, y ya no somos actores de la historia sino espectadores que se han decidido a hablar”.

 “Los muertos van a menudo a sus tumbas envueltos en mentiras”.  –Siri Hustvedt-

Qué difícil es hacer una “pausa” en la vida en estos tiempos. No sólo se trata de descansar o de dormir. Se trata de parar de hacer cosas, de detener el pensar e inclusive el sentir. En esto algunas visiones orientales de la vida tienen mucho que decirnos desde la meditación. Meditar es una forma de conectar los pensamientos y la mente al presente, pero que implica un “parar” para poder desprenderse de las tribulaciones del pasado y dar un lugar justo a las incertidumbres del futuro. Nada fácil, ya que implica aprender a no pensar y a guiar la voluntad.

En muchos equipos electrónicos que proyectan imágenes, videos y películas esta la opción de poner “pausa” para atender alguna contingencia o para posponer el concluir el ver lo que se estaba viendo por motivos varios, y esta la idea de “reiniciar” cuando queramos, el poner “play” es acto simbólico de creer que tenemos cierto control sobre la voluntad y sobre nuestro uso del tiempo.

El asunto es que nosotros, nosotras como seres humanos no podemos de dejar de funcionar, de sentir y de pensar, hacerlo implica un acto de voluntad en verdad muy complejo, y que las evidencias de los efectos de la meditación como práctica regular, -aprender a meditar- marcan una serie de ventajas para la salud emocional, pero también para la concentración en el trabajo, en los estudios, a la vez,  tiene efectos positivos en los procesos de la creatividad y en el fortalecimiento del  sistema inmunológico a nivel de la salud física.

El poder hacer una “pausa” en la vida es un proceso humano que debería ser obligatorio, si eso es posible, porque la vida es dinámica, está en movimiento a pesar de uno. Sin embargo, la vorágine en la que se vive hace que hacer pausas se vea como innecesario y una pérdida de tiempo. Lo cierto es que muchas personas se han ido comprado una serie de ideas, de mandatos personales y sociales, de ideas fijas asumidas como un destino inamovible que cercena la libertad, que vulnera la consciencia y limita el ejercicio de la autonomía y de la voluntad de las personas.

Pensar lo que somos desde un acto de toma de consciencia, esto que es el conocerse a uno mismo, es la posibilidad de ir intentando liberarnos de los demonios propios y ajenos que nos han troquelado el alma y el corazón. Los monstros que nos acecharon en la infancia son los mismos que nos persiguen en la vida adulta. La palabra hecha gesto, el vínculo con el otro, con los otros encuentra un lugar en nosotros que condiciona sin duda lo que somos, pero que no determina como terminaremos siendo, y si bien la cultura esta llena de premoniciones fatalistas sobre lo que no vamos a llegar a ser, hacer la “pausa”, y ejercer la “voluntad”, entrenarla dirá Marian Rojas Estapé, es un camino necesario y una real opción para pensar y valorar nuestro bienestar, nuestra salud mental y las posibilidades para que en la realización personal, con consciencia plena, sea un acceso al disfrute de la vida, al gozo, al placer y todas las formas simbólicas y reales de la felicidad.

La sociedad de consumo pone el placer y la felicidad como meras mercancías, o mejor dicho, ha vendido la idea de la apariencia, de la simulación y de placebo formas de éxito, y hasta de la felicidad en el tener, en ser visto y apreciado como consumidor. La velocidad de consumo, la idea del placer como único principio hace que todo quiera ser inmediato, instantáneo y en lo fugaz no hay tiempo para anclar el recuerdo, para hacer de la experiencia vivida un momento memorable, todo se desecha con la misma velocidad con la que pasan las cosas, la vivencias, las emociones y los sentimientos se tiran al basurero de imágenes de Instagram y de cualquier otra plataforma digital, que son los templos de la banalidad y de la vanidad efímera.

Educar la “voluntad” y por tanto tener consciencia de esa “voluntad” es el poder retrasar la recompensa, es tener claridad de que el gozo, la satisfacción y el placer mismo para que se disfruten tienen que tener un proceso de esfuerzo, de compromiso, de poder dar sentido y profundad a lo que se hace, a lo que se desea, a lo que se quiere, sea en el trabajo, en la educación, en las familias, en la formación de la relaciones interpersonales, en la amistad, en el amor y en el cuidado de la salud física, -ejercicio y adecuada alimentación-, de la salud mental, -la psicoterapia- requieren constancia, disciplina y tiempo.

Hacer una “pausa” y ejercer con consciencia la “voluntad” implican una serie de procesos bioquímicos, pero también un desaprender contracultural, se trata de hacernos cargo de un “yo” que está ligado a un “otro” desde el lenguaje propio e interno que nos describe, que nos condiciona en muchos sentidos, pero que no nos sobre determina de ninguna manera.

El refranero popular está lleno de ideas que marcan desde lo que oímos esa condena impuesta y luego comprada en abonos chiquitos, “el que nace pa’ maceta no sale de correr”, “el que nace pa´ martillo del cielo le caen los clavos” y así un sinnúmero de condenas para instalar la sumisión y el sufrimiento como designio divino, y de ahí que muchas personas cedan su voluntad y abdiquen en favor de religiones, esoterismos, mitos, influencers, gurús, coachings, maestros e iluminados que se aprovechan de la ingenuidad, de la inocencia, de la necesidad humana de creer, del dolor y el sufrimiento para sacar casi siempre provecho económico desde el uso y abuso del poder.

Hacer una “pausa” y usar con consciencia la “voluntad” es una posibilidad para cambiar, para actuar en otros sentidos distintos a la creencia heredada y al destino impuesto por los otros: por padres, madres, maestros, profesoras, amigas y compañeros de escuela y del trabajo. Repensarnos y rehacernos con la autocrítica necesaria es una posibilidad para buscar vivir con plenitud, pero también, cuestionado lo que han dicho que somos, desmontando en todo lo que han insistido en que seamos, tarea titánica, porque la más de las veces hemos asumimos como si fuera algo nuestro todo eso que han depositado en cada uno y que tenemos que reconocer que nos ha pasado a fastidiar la vida y que ha impuesto limitaciones inexistentes, deseos y expectativas que no nos pertenecen.

“La peor prisión es la de la mente.” Las retóricas de “así soy yo”, “yo he sido siempre así”, “no puedo cambiar, así es mi carácter”, “que le vamos a hacer  este es mi destino”, “ya me lo había dicho mi mamá, yo no sirvo para nada” o la sentencia fatídica del padre “tú nuca serás nadie”, se convierten en estigmas y maldiciones que matan en vida a las personas, donde se les arrancó muchas veces la voluntad desde edades muy tempranas, junto a un discurso de abnegación y sometimiento que quita de tajo la voluntad de elegir y por tanto de vivir con libertad. Hacer una “pausa”, de vez en vez nos permite desde la” voluntad” el poder aspirar a ser seres humanos con dignidad para poder vivir y hacer una historia propia, única e irrepetible.

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,

sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,

que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías

sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.

Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima,

nos enseña,

nos convierte en protagonistas

de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra,

la poderosa obra continúa:

Tu puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar,

porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores:

el silencio.

La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes.

Huye.

«Emito mis alaridos por los techos de este mundo»,

dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.

Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,

pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.

Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca

tener la vida por delante.

Vívela intensamente,

sin mediocridad.

Piensa que en ti está el futuro

y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte.

Las experiencias de quienes nos precedieron

de nuestros «poetas muertos»,

te ayudan a caminar por la vida

La sociedad de hoy somos nosotros:

Los «poetas vivos».

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

Walt Whitman