“Los sumisos, los mansos; los indiferentes, los sufridos, los resignados, son la masa, la muchedumbre que, con su pasividad, su modorra y falta de carácter hace lento y doloroso el avance de las sociedades humanas hacia la libertad y la felicidad”. –Ricardo Flores Magón-
“No debemos permitir que el futuro se derrumbe bajo el peso de la memoria” -Milan Kundera-
“Cuanto más se aleja una sociedad de la verdad, más odiará a quienes la dicen” -George Orwell-
“Aferrarse al odio es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera”. -Buda-
Este 10 de abril, más allá la remembranza del asesinato de Emiliano Zapara Salazar en 1919, y que nos invita, a todas y todos, particularmente a las y los más jóvenes que viven en el país, a conocer y preguntarse quién fue él dentro de la historia de la Revolución Mexicana. Zapata es un personaje que sigue representado para muchas personas y causas sociales un referente social y político de lo que es autonomía de pensamiento y de rebeldía, que luchó por la justicia social y la libertad. En este día se concretó una experiencia de participación ciudadana, que más allá de las dudas, cuestionamiento y descalificaciones intentó abonar a una cultura de fomento en los hechos de la participación ciudadana.
Esto de la participación en la vida política sigue siendo una asignatura pendiente en la cultura política mexicana. Hay experiencias a contra corriente de lo que es la participación social en la toma de decisiones en muchas comunidades indígenas y campesinas, el EZLN ha mostrado que se pueden tener formar democráticas de participación para tomar decisiones sobre lo que se tiene que hacer o lo que se hará, que rompen el paradigma de la democracia occidental y dan valor a la voz individual y privilegian el diálogo comunitario, aunque se tarden en decidir.
Hay experiencias comunitarias como el caso de Cherán o de las experiencias de participación bajo reglas transparentes y compartidas en algunas empresas sociales de autogestión y control obrero, así como de algunas cooperativas, hay casos contados de padres y madres que en los consejos escolares participan y casos contados de colonos organizados para enfrentar situaciones de inseguridad, luchas sociales por sus derechos, que bien nos recuerdan al Caudillo del Sur. Ahí esta el “tequio” y las “mayordomías” para mostrar cómo pude ser la participación social de manera distinta en muchas comunidades indígenas y campesinas del país.
Sin embargo, la participación ciudadana es muy poca, la más de las veces obligada, esto es, una participación formal, una participación de requisito, que se usa para fines particulares y para conducir los intereses en la gestión pública y también se promueve como acción legitimadora en la promulgación en el campo de las tareas legislativas, especialmente en los últimos años. Se busca promover la participación social, pocas veces promoviendo la democracia directa, y la más de las veces a través de mecanismo de representación a través de consejos, de foros, de órganos de gobierno o de instancias institucionalizadas que usan el “aval” de la participación social, como forma de legitimar una idea muy lejana de lo que es la gobernanza y la democracia.
El tema de fondo, es que la sociedad de mercado en la lógica del capital, quiere tener controlado todo, incluidas las disidencias y a los diferentes. El pensamiento libre y crítico se quiere neutralizar todo el tiempo, bajo la naturalización de los mandatos sociales y culturales impuestos, junto con las normas y leyes que imponen una manera de entender el mundo social y las relaciones de producción y del trabajo.
En estos tiempos bien valdría recuperar a Michael Foucault para comprender como operan los mecanismos de dominación y control social, que se suma a la gran estrategia de atomizar a la sociedad, de fragmentarla y reducirla a meros individuos que se creen únicos e irrepetibles, sin darse cuenta que son una masa uniformizada, homogénea, sumisa y obediente a las reglas del mercado y a los estereotipos del poder, real y simbólico, y que en crean una ilusión adictiva de para enaltecer una libertad hedonista, egoísta e individualista y acercarnos a la mirada de pensadores y pensadoras, como Byung-Chul Han, Pascal Bruckner, Gilles Lipovetsky, Adela Cortina, Luc Ferry, Slavoj Zizek, André Comte -Sponville, Judith Butler, Edgar Morín, Enrique Dussel, y la fallecida Ikram Antaki.
La globalización nos permite ver qué sucede en otras latitudes, conocer formas culturales de construcción social de la colectividad y ver los resultados de hacer una apuesta por la participación organizada de las personas en las tareas y problemas que llegan a presentase. No es una idealización de la vida en grupo, ni es solo traducir todo para crear ese ser social, que nos ha permitido avanzar como civilización, sino reconocer y aceptar la singularidad individual y la necesaria identidad social y cultural para vivir en sociedad.
La cultura política en México viene de muchas herencias y experiencias, el corporativismo de estado hizo, que se crearan caudillos, se entronizaron y perpetuaron liderazgos y se instalaron formas institucionalizadas de participación. Vivimos muchos años bajo el control de gobiernos que se adueñaron de la democracia directa y condicionaron y moldearon estructuralmente la participación y se empeñaron en sostener el control como principio del poder y del usufruto del mismo. Ahí están Carlos Romero Deschamps, Carlos Jonguitud Barrios, Elba Esther Gordillo, Fidel Velázquez, Javier Rojo Gómez, Víctor Cervera Pacheco, Heladio Ramírez y muchos otros más, que son representes de una forma de hacer política y de controlar la participación social, incluida la participación electoral a través de los sindicatos de estado, los sindicatos blancos, de la organizaciones campesinas y populares que fueron cooptadas por PRI y el gobierno en turno durante 71 años.
Más allá de esta jornada histórica en sí misma, y de poner en práctica un ejercicio participación de democracia directa, se avanza pese a todas opiniones contrarias, legitimas por el contexto en el que se da, junto con una polarización real, que se expresa todos los días, que es sobre todo propiciada por los medios de comunicación, a través de todos los canales posibles y en todas las redes sociales donde intervienen opinólogos, comentaristas, periodistas, editores de medios, influencers y militantes de partidos políticos.
El hecho es que se tiene hoy un recurso político y ciudadano para hacer de los cambios de gobernantes, ahora habrá que ver si este ejercicio junto con la consulta popular, el plebiscito se pueden hacer operables, con requisitos reales que le den legitimidad al uso de estos instrumentos para fortalecer y crear una nueva cultura de la participación en los todos los estados y en los municipios, para crear una verdadera, real, y efectiva gobernanza, que la democracia en México requiere, para ya no reducirla solamente a las elecciones un día cada tres años en las elecciones.