Pandemia Covid-19: fuimos afortunados

Psic. Juan José Alvarado
Psic. Juan José Alvarado

Todos los que vivimos y sobrevivimos la pandemia del Covid-19, somos afortunados en haber podido tener está experiencia.

Seguro que nos ha marcado para siempre, vimos grandes muestras de solidaridad con familiares, amigos y aun con extraños. Eso es una gran fortuna.

Pero también vimos muestras de barbarie, gente peleando por papel del baño, por detergente, por la pasta de dientes. Nunca vi pelea por comida, ni asaltos por querer arrebatar las bolsas del mandado.

Sé que se complicó la economía, pero los que pudimos seguir comiendo tres veces al día, fuimos muy afortunados, cuidando todo hasta el extremo. Reciclando las bolsas del cereal que antes tirábamos, usando las cajas de galletas para la basura, aprovechando al máximo la comida, el agua, la luz. Todo al extremo, como nunca lo habíamos cuidado y como nunca lo habíamos aprovechado.

Aprendimos a estar 24 horas seguidas, por semanas (ahora se dice 7 X 24), con nuestra familia, con nuestra pareja, adaptándonos a la dinámica y teniendo actividades para todos y para todas.

Aprendimos a darle un valor especial a la muerte, a la salud, pero sobre todo a la vida y a cada instante que fue, en ocasiones, pesado, tedioso y desesperante, pero que ahora, y como digo muchas veces, nos dan risa las múltiples vicisitudes y anécdotas que vivimos, que sufrimos y que, en definitiva, supimos disfrutar y salir avante.

Fuimos afortunados en haber tenido la oportunidad de tener una prueba fuerte que nos brindó la vida.

Hay muchas cosas que se pueden rescatar de todo esto, la solidaridad con muchos, pero tenemos deudas, la falta de apoyo a los más desprotegidos, a esos países que no tuvieron dinero para comprar vacunas y vimos que el mundo de los poderosos no se inmutó. Esto nos deja un gran aprendizaje: los ricos han visto y siguen viendo sólo por ellos. Así fue en la economía del ciudadano del mundo en general. Las grandes empresas siguieron cobrando sin piedad.

El mundo se detuvo y a la vez siguió su marcha. Nosotros tenemos que seguir caminando, sabiendo que somos afortunados al vivir esta experiencia, que nos ha marcado para siempre y para bien.