Padres débiles, niños tiranos

Psic. Juan José Alvarado
Psic. Juan José Alvarado

Seguramente más de alguna ocasión hemos visto a un menor tirado en el suelo de un centro comercial haciendo un berrinche y a sus padres consternados sin saber qué ha-cer, con la incertidumbre y la pena, pero no actúan.

Hay un determinismo Freudiano que dice: infancia es destino. No es fácil librar esto, así que podemos hacer un ejercicio e imaginar el cómo será dicho crio que hoy patalea, cuando sea un adulto y algo no salga como lo espera. Vamos, si no desarrolló la tolerancia a la frustración, no podrá afrontar los múltiples reveces que nos da la vida.

A esto hay que agregar que seguramente ese no es el primer berrinche que hace el menor y si seguimos la historia de dicho sujeto, veremos que será una cadena de caprichos, unos grandes y otros chicos, que primero se los permiten los padres y luego no saben ni pueden contenerlos.

Un hijo así: tiraniza a sus padres. Ellos terminarán complaciendo todos y cada uno de sus caprichos, mismos que en la edad adulta serán imposibles de complacer, pues en la interacción psicosocial, no se tiene a una corte de súbditos y subordinados que estén dispuestos a pasar por alto los berrinches de un compañero o compañera de trabajo; de la universidad, o como pareja.

A esos pequeños tiranos, no hay que mandarlos con el psicólogo, los que necesitan ir a terapia son los papás. Ellos son los que deben de aprender a poner límites, reglas, nor-mas, para el sano desarrollo de la familia y para el sano desarrollo psicológico del me-nor, que seguramente, llegará a ser un adulto.

Siempre van a encontrar los papás que un psicólogo atienda a sus hijos y justifique la falta de carácter de los adultos, pero eso no da solución a las cosas y va en contra del sano desarrollo de los infantes. Algún día la sociedad les cobrará con creces su mala educación.

No me digan que los niños salen buenos o malos, es cosa básicamente de atención de los papás. Claro que es muy cómodo decir que el hijo o la hija ha salido muy caprichu-do, que los niños ya no hacen caso, que son muy precoces y una serie de cosas que so-lamente reflejan el poco carácter de los papás para educar a sus hijos. Y que no se piense que por carácter me refiero a que se les golpee a los menores.

Bien decía Napoleón: la educación de un niño empieza 20 años antes de que nazca, pero sabemos que no se prepara nadie para ser padre y que la gran mayoría de los hijos no es planeada y en muchos casos no son deseados. Reciben a “la bendición” porque no tienen otra alternativa o si la tienen, no son capaces de tomar la decisión.

Cada día que pasa de la vida de un tirano y un padre débil es más difícil recomponer las cosas, por lo cual hay que actuar a tiempo, pues la vida nada perdona.