Oír, escuchar, sentir

Doctor Arturo Mora.
“La simplicidad es lo más difícil para asegurarse en este mundo; es el último límite de experiencia, y el último esfuerzo de genialidad.” George Sand
“Es el amor. Espera inimaginable. No debatirse más, hacerse una con la que renunció desde siempre. Lo que tú quieres no tiene nombre. Lo que no tiene nombre no existe.” Alejandra Pizarnik
“Debí haberte encontrado hace mucho, en otro tiempo, en otro lugar, antes de que fuéramos destruidos, antes de que las experiencias nos arrastraran, antes de que nos llevaran y nos volviéramos asustados, vacilantes en nuestros pasos, agotados sin la energía para llevarnos a nosotros mismos, desesperados de todo, incluso de amor”. Franz Kafka
“En un mundo de reglas matemáticas, la poesía debe ser una excepción. La excepción es, por ejemplo, cómo entre millones de tarros de mermelada, de repente reconoces el tarro de miel- Nunca dejes que nadie te trate como una regla. Te reconocí en medio de una multitud. Sabes lo que significa ser una excepción.” Massimo Bisotti
“La felicidad suprema en la vida es tener la convicción de que nos aman por lo que somos, o, mejor dicho, a pesar de lo que somos”. Víctor Hugo
“Las casas se alejaban. Y yo seguía, con mis pequeñas manos abiertas al viento, imaginando juegos que no existían, soñando con bosques y cielos que nadie más veía. La infancia era una patria sin fronteras, un rincón donde el dolor aún no tenía nombre.” Arthur Rimbaud
“Las venturas más dulces para el alma son las que nos llegan sin esperarlas.” Edmond Thiaudiere
“Queremos ser más felices que los demás, y eso es dificilísimo, porque siempre les imaginamos mucho más felices de lo que son en realidad.” Montesquieu

Casi todos tenemos desarrollado el sentido del oído. Muchos oyen, pero pocos escuchan y muy pocos sienten desde la empatía lo que se escuchamos decir, desde otro diferente a mí.

Quien habla y no es escuchado empieza a demandar atención y lo hace de muchas formas, incluida las acciones violentas.

Hoy en el mundo se han alzado cientos de miles de personas, hasta sumar millones para pedir una Palestina Libre, para parar el genocidio que realiza el gobierno de Israel, para que haya justicia y se pueda practicar la orden de detención para Benjamín Netanyahu girada por la Corte Internacional de Justicia. Los pueblos han escuchado los gritos de dolor y de sufrimiento de niñas, niños, mujeres, y adultos mayores que están en la fragilidad de perder la vida de las formas más crueles. Israel olvida desde la ideología del sionismo su historia. El poder del sionismo es real y la capacidad de lobby que tiene con los gobiernos más poderosos del mundo así lo demuestra.

El poder tiene intereses, la Unión Europea así lo demuestra. Un trato de una manera Rusia ente la guerra con Ucrania y otro trato con Israel, pese a la brutalidad y deshumanizada acción militar contra el pueblo de Palestina.

La postura de Trump es aun mas patética, 4 mil millones de dólares de apoyo directo a Israel, más todo el arsenal que le envía y el apoyo logístico militar demuestra el nivel complicidad que el gobierno de Estados Unidos tiene, dejando en claro que la postura de represión y ataque a las universidades como el caso de la Universidad de Harvard, es una afrenta a los valores y principios que le han dado las ventajas tecnológicas, científicas y de pensamiento a su propio país. El ataque a la población de estudiantes extranjeros es el ejemplo de como el cabildeo de los grupos de presión judíos asociados al gobierno sionista tienen un gran poder.

La humanidad se expreso y alzo la voz para gritar y para demandar que se detenga el genocidio, que se apliquen las sanciones necesarias al gobierno de Israel para garantizar la paz y el derecho de Palestina a ser reconocida como nación y con su territorio propio. China ha alzado la voz, y puesto en claro que se necesita realizar una conferencia internacional para atener el problema.

Ha dejado en claro que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, debe dejar su práctica de veto a las resoluciones sobre el reconocimiento de derechos del pueblo Palestino y ha mandado ayuda humanitaria, señalando que cualquier agresión a la flota aérea de China por el ejército israelí será tomada como una declaración de guerra. Oír estas voces se hace urgente, si es que nos queda algo de moral de la vida y un resquicio de consciencia,

Hoy en el mundo las protestas pacíficas, los movimientos sociales, con los conflictos y la represión que se documenta, solo dejan en claro que hay diversas maneras de pensar el mundo, pero que hay en la gran mayoría de las demandas un reclamo justo de ser escuchados ante la barbarie que se va cometiendo en diversas partes del mundo, y ante las demandas de justicia social, de paz, del cese de las guerras y de pedir cuentas sobre las acciones de gobiernos y de las empresas, especialmente globales, que hace rato dejaron de atender responsabilidad y justicia las situaciones humanas, ambientales y estructurales de la economía, que son las que crean pobreza, marginación, enfermedad, hambre, dolor y desconsuelo.

Las personas en el mundo salieron a las calles a pedir ser escuchadas, y lo hacen desde un sentir que nos permite tener un atisbo de esperanza en la humanidad, porque es increíble que se pongan cercos policiacos para querer evitar que se oiga la demanda de libertad para Palestina. Las expresiones masivas de exigencia en Países Bajos, Grecia, Francia, Londres, Turquía, España, Marruecos, Japón, Jordania, indonesia, Corea del Sur, Finlandia, Alemania, Qatar, Irak, Brasil, Paquistán, México y en los Estados Unidos, de parar el genocidio son contundentes. Habrá que ver el costo que se quiere pagar para proteger los intereses de los gobiernos que usan la economía de guerra para sus intereses y fines y que han optado por no escuchar los gritos de dolor y de muerte desde el 7 de octubre de 2023.

En el plano de nuestra individualidad el oír, el escuchar y el sentir nos lleva también a reconocer y aceptar que la sociedad actual es llena de ruido en muchos sentidos, un ruido estridente, que no permite que oigamos y mucho menos que escuchemos al otro, a los otros, al diferente, al distinto, al migrante, al exiliado, al refugiado, al explotado, al usurpado de sus tierras, al que le han quitado la libertad y la dignidad. No oímos y no queremos escuchar a las infancias, a las mujeres, a las y los jóvenes, a nuestros pares, a nuestros ancianos y ancianas, a los indígenas, a los afromexicanos. Perdimos la palabra, las llenamos de imágenes, de gestos, de emoticones, de stickers, de frases hechas, de pensamientos de un optimismo toxico, de lugares comunes que ya no comunican, que se han hecho ruido también.

La expulsión de lo distinto Byung-Chul Han dice: En el futuro habrá, posiblemente, una profesión que se llamará oyente… Acudiremos al oyente porque, a parte de él, apenas quedará nadie más que nos escuche. Hoy perdemos cada vez más la capacidad de escuchar… Escuchar es un prestar, un dar, un don. Es lo único que le ayuda al otro a hablar.”

Si algo cancela la palabra no es el silencio, sino la soledad, la indiferencia, la incomprensión, ya George Orwell en 1984 escribió:La soledad más terrible no es la que viene de estar sola, sino la que viene de ser incomprendida. Es la soledad de estar de pie en una habitación llena, rodeado de gente que no te ve, que no te oye, que no sabe la verdadera esencia de quién eres. Y en esa soledad, sientes como si te estuvieras desvaneciendo, desapareciendo en el fondo, hasta que no eres más que un fantasma, una sombra de tu antiguo yo.” En resumen, no hay un otro que nos escuche y que sienta al menos en lo más mínimo lo que somos y vamos siendo, en el contexto de realidad y desde la subjetividad que nos permite percibir e interpretar el mundo y nuestra vida de formas únicas.

La complejidad de lo humano es desafío constante. No hay posibilidad para los absolutos y para las certezas, lo que nos hace humanos, en todo esto, que nos falta y nos hace imperfectos. Søren Kierkegaard , en el Tratado de la desesperación afirma: “Como no existen personas enteramente sanas, al decir de los doctores, podría también decirse, conociendo bien al hombre, que no existe uno exento de desesperación, en cuyo fondo no habite una inquietud, una perturbación, una desarmonía, un temor a algo desconocido o a algo que no se atreve a conocer, un temor a una eventualidad externa o un temor a sí mismo; así como dicen los médicos de una enfermedad, el hombre incuba en el espíritu un mal, cuya presencia interna le revela, por relámpagos y en raras ocasiones, un miedo inexplicable.” Y que solo desde la palabra que nombra lo que sentimos, que nos permite hablar para ser oídos, para ser escuchados es que podemos mitigar, controlar y dominar todo eso que nos angustia desde el ser y desde la consciencia de uno mismo. La palabra cura, pero tiene el requisito de que tiene que ser escuchada, nombrada, leída y sentida por otro ser humano y muchos más.

Ernesto Sábato, en su libro El túnel plasmó: “A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil. ¿Sería eso, verdaderamente? Me quedé reflexionando en esa idea de la falta de sentido. ¿Toda nuestra vida sería una serie de gritos anónimos en un desierto de astros indiferentes? – “, pero lo que es cierto es que “No encontramos el sentido de la vida, lo creamos” como lo acuñó Viktor Frankl.

Son tiempos para pensar y sentir, para hacer algo por el mundo que nos toco vivir, por las personas a las que tenemos que considerar en su dignidad y en sus derechos, Octavio Paz dijo: “La ceguera biológica impide ver, la ceguera ideológica impide pensar.” Ningún pueblo puede ser exterminado.