Nos faltan 43, fue la consigna totalmente politizada que se repitió una y otra vez durante el sexenio pasado. En las marchas se gritaba “Fue el Estado, fue el ejército y el gobierno lo encubre” y con esa sentencia se lapidó a Peña Nieto. En su momento escuchamos de Jesús Murillo Karam, quien fuera el fiscal general de la República en aquellos momentos y hoy se encuentra preso por entorpecer la justicia, la famosa “verdad histórica” que no tenía nada de verdad y más que de historia era cuento de horror. Es recordado como en plena conferencia de prensa Murillo Karam llegó a decir la penosa frase “ya me cansé” cuando era cuestionado una y otra vez por la prensa sobre la dudosa versión de los hechos que estaba presentado, no creída por nadie.
Esclarecer el caso, encontrar a los culpables y castigarlos fue una de las promesas de campaña, el ejército regresaría a los cuarteles y se sabría quienes habían participado en este horror colaborando de manera activa con las células del crimen organizado de Guerrero. Nada de eso pasó, todos aquellos que hartos de la corrupción que manchaba todo el tema votaron por la promesa de justicia se quedaron esperando sin respuesta.
Este fue un caso mediático, fue un caso politizado, utilizado para golpear al gobierno de entonces, y que ahora se le regresa como un boomerang al gobierno actual golpeándolo con las mismas interrogantes no resueltas. Seguimos sin verdad, seguimos sin castigos, y lo peor de todo seguimos sin ninguna garantía de no repetición.
Hay desaparecidos por todo México, no nos faltan solo 43, son realmente miles, decenas de miles los desaparecidos, vemos todo el tiempo en las noticias los descubrimientos de fosas clandestinas y madres buscadoras desesperadas.
Desde la mañanera se minimiza todo, no se recibe a las madres buscadoras, se oculta el problema bajo la premisa de “lo que se niega no existe”. El grupo de expertos independientes se retiró ya de México decepcionados por los impedimentos que encontraban para poder seguir realizando las investigaciones. Ya estamos acostumbrados a las mentiras históricas todo el tiempo, cambia el gobierno y lo que no cambia es la incapacidad de hablar con la verdad.
Es indispensable para todos los gobiernos hacer un ejercicio de autocrítica y proponer acciones contundentes y eficaces para detener este problema, reconocer la incapacidad que han tenido para combatirlo y rediseñar la política pública de seguridad. El número de desaparecidos aumenta todo el tiempo, negar el problema solo lo engrandece y le genera el espacio adecuado para seguir en aumento.
Basta de verdades históricas y mentiras cotidianas, basta de negar la realidad. No podemos como ciudadanos normalizar las desapariciones en nuestro País y no se trata de politizar sino de exigir un buen resultado. Condenar o validar los hechos solo por el gobierno implicado es hipocresía social y la pregunta profunda es ¿Qué es más importante defender a tu político o partido favorito o buscar un país seguro para vivir?
