En tiempos en los que, hemos visto en México todo tipo de coaliciones partidistas -desde las últimas contiendas, no sólo en la última- y en que, posterior a ellas existen fracturas, éxitos, o posteriores nuevos acuerdos… Hemos podido ver como poco a poco la ciudadanía se confunde y en muchos casos, se decepciona de la llamada clase política.
Es un hecho que toda persona ciudadana busca de quienes tienen actividad política, y de quienes les representan en el servicio público y en los cargos de elección popular, valores y principios, y entre ellos está el de mantener fidelidad a las ideologías políticas, sociales y económicas, con las que comienzan sus carreras o con la línea de donde las iniciaron.
Lo que es un hecho, es que hoy, las entonces entendidas “izquierda” y “derecha” tradicionales, han vivido su propio desgaste, o su respectiva deconstrucción, según la perspectiva desde “dónde”, o “quién” la analice. Esto confronta con la idea de que la tradicional dicotomía de las ideologías en la política, está muriendo, y lo hace desde mucho tiempo atrás. Hemos podido ser testigos de cómo, liderazgos políticos que se denominaban de izquierda, o que se denominaban de derecha, han poco a poco confrontado las líneas que sus ideologías determinaban para posicionarse en la construcción de políticas públicas en lo económico y en lo social.
Pudimos ver a una Xóchitl Gálvez, defendiendo desde el Senado su postura para iniciativas abiertamente progresistas en favor de la población de la diversidad sexual y de género, y haciéndolo también en su campaña para la Presidencia de la República, y, hemos visto ahora, a la Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, tener, como dijo Adela Micha en su videocolumna hace poco, “un abierto gesto de deferencia hacia las empresas y la iniciativa privada, así como hacia la inversión extranjera”, al darse cuenta de lo que su llegada provocó en la Bolsa de Valores y en el valor del peso. Y entonces, nos podemos cuestionar… ¿Y sus discursos? ¿Dónde queda la narrativa de la “ideología” de sus instituciones?
No critico ni a Xóchitl, ni a Claudia en los citados ejemplos anteriores, lo que intento, por el contrario, es referir justo eso: La DI-COTOMÍA de las “2” ideologías ha muerto, murió hace mucho como identidad política, porque es difícil encontrar actores políticos a quienes les funcione o si quiera se identifiquen con el 100% de lo que las posturas tradicionales de sólo “izquierda” o “derecha”, les mandatan para ejercer posicionamientos.
Se necesitan mercados abiertos, que permitan la libre competencia, y que fomenten la inversión extranjera, pero también se necesitan políticas y estrategias de impulso, cuidado y protección a las industrias locales y a los mercados internos, así como la garantía de salarios dignos para las personas trabajadoras.
Se requiere el fomento al emprendedurismo, así como el apoyo a las empresas… ¡Pero también se requiere de los apoyos y programas sociales bien pensados y bien distribuidos para que lleguen a quienes en realidad lo necesitan!
¿Neoliberalismo económico puro sin perspectiva del Estado? Ya hemos visto lo que sucede en indicadores de desigualdad y de pobreza…
¿Demasiado intervencionismo del estado en la economía? Ahí está Argentina…
Se requiere el trabajo por la igualdad y la garantía de derechos para los grupos con vulneración social, pero también, de políticas profundas y estructurales que abonen a la sensibilización real y responsabilidad cívica y social de quienes desde el privilegio tienden a depender de las medidas de gobiernos para ver por estos sectores poblacionales, lo cual quiere decir, que también se requiere pensar en quienes ayudan a sostener la operación social desde las organizaciones y la industria, y por qué no, ver también por su desarrollo, con el fin de que abone a la estabilidad social compartida.
En México, los mismos partidos políticos han tenido miembros o grupos con posturas diferentes, respecto a los de su misma institución, pero en otros estados en sus respectivos congresos locales, en temas como el matrimonio igualitario o respecto al derecho a las mujeres a decidir sobre su cuerpo.
Y es ahí donde, quien ejerce en política, también tiene derecho a desarrollar eso, la llamada identidad política, que es la que se construye con los posicionamientos que tiene o puede tener, en los diferentes temas que la vida pública de su ciudad, estado o país, demandan que tenga, y que, estos muchas veces tendrán vistas progresistas, o bien, más tinte de una línea que ha sido entendida como conservadora.
La dicotomía de “los dos caminos”, se hizo obsoleta porque se volvió incapaz de contener las posturas del ejercicio político, y, de hecho, es mucho más saludable que así sea, de lo contrario podemos ver a personajes como Trump, o como Milei, capaces sí de atraer el voto masivo que sabe leer el descontento popular, pero que, se vuelve insensible hacia el todo que también es el ente social: Un crisol de diversidad en las necesidades que urge sean vistas y atendidas desde la democracia plural y las diferentes miradas.
Hoy más que ideologías en quienes ejercemos política, observemos valores y principios. Con base en ellos, cuestionaremos posturas ideológicas para regir la eventual toma de decisiones. Quien tiene claros sus principios es quien es, los lleve a donde los lleve, o los conserva, se quede donde se quede, y esto puede ser, o lo mejor, o lo peor que le puede pasar a las instituciones y a la sociedad.
En el contexto actual, lo que fue la derecha, necesita de la izquierda, y lo que fue la izquierda, necesita de la derecha: En lo social y en lo económico.
Igualmente, pongo en la mesa… ¿Existe el “centro” o las “terceras vías”? Si su respuesta es “Sí”… Dejo la pregunta: ¿En México las “terceras vías” se desempeñan con verdadero equilibrio y contraste de la dicotomía política ideológica?
Nos leemos la próxima.