¿Sabe usted cual es el color favorito de su hijo?
¿El nombre completo y apellidos de su mejor amigo?
¿Lo que ve en su celular todos los días?
¿Su Nick name en la plataforma de juegos o internet?
La tecnología es maravillosa, nos provee de una cantidad de información a diario, por lo general en video, generando nuestras propias fuentes de información y comunicación con el mundo exterior.
Somos una generación visual, que consume cuanto video suben a las distintas plataformas o redes sociales; nos orgullecemos con la cantidad de seguidores, de los likes, inventando formas ingeniosas para obtener estas cantidades para ser virales.
Pero silenciosamente, nuestro pequeño gran mundo virtual, nos acerca a muchos lugares del planeta, pero nos aleja del más cercano; nuestra burbuja, nos absorbe, bloquea los sentidos, haciendo que el lugar donde se esté sea el mejor, todo sin salir de casa.
La Pandemia aceleró los procesos y cambios a un mundo virtual, digital, en donde podemos recorrer el mundo, jugar con los futbolistas de moda, sin sudar o cansarnos.
Estar en guerras online interminables, dejando el cansancio a un lado, cambiando nuestros ciclos de sueño, convivencia y trabajo por un juego. ¿Va al sanitario su hijo cuando juega en línea?
Llegó para quedarse, y no hablamos del Covid, sino del Wifi; ya está en muchos lugares, hasta en la oruga, cuyo recorrido se mide en la duración de un video, canción o video llamada.
Sin embargo, el distanciamiento es muy notorio en las familias, unidos por el internet, comunicados por las redes sociales, se comparten memes, videos, fotografías, agrupándose en grupos virtuales.
Ir al café en pareja, es para continuar en el internet, compartir el momento en su estado de What Apps.
Pero que ocurre con los más jóvenes, quienes revisan hasta que la pila llega al cero por ciento, y rápidamente se reconectan con otro dispositivo; la tarea es googleada, copy –paste, descargada, enviada, todo sin leer, analizar, reflexionar, o mínimo tener la curiosidad de saber que se envía.
Hace unos años comenzaron los retos virales bajo el término de “Challenge”, que van desde interpretar una canción, vaciar los hielos, agua helada, bailando, por mencionar algunos.
El participar subiendo el video a manera de solidaridad, o mostrar que “si se puede” fue una manera de dejar un testimonio, compartiéndolo a los contactos, redes sociales con gran orgullo.
Pero, poco a poco de ser retos con causa, pasaron a ser extremos, planeando “algo” para los más jóvenes.
Los retos virales en los más jóvenes impactan y no dimensionan las consecuencias, tenemos el caso de los 15 estudiantes cuyas edades oscilan entre los 10 y 11 años, participaban en “el que duerma al último gana”.
Curiosamente surge este reto a principios del mes de enero 2023, y rápidamente se extendió hasta que ocurrió esta grave situación.
El reto consiste en tomar medicamentos controlados que causan sueño (de ahí el nombre); solamente se pueden acceder a estos mediante receta; no descartemos el hurto en la propia casa de alguna pastilla; existe el ingenio para hacer cosas indebidas o arriesgadas, pero ¿porque no para estudiar, fijarse una meta y cumplirla?
Debemos crear estrategias para que los jóvenes dejen el celular, no sean tan dependientes de él, recuerde Usted el comportamiento de todos, aquel 28 de octubre del 2022 cuando se cayeron las principales redes sociales, no sabían que hacer, parecía que el mundo se les terminaba, minutos tan largos que se convirtieron en horas y su angustia crecía, las actividades que teníamos a su edad tales como leer, armar un rompecabezas, jugar ajedrez, damas, serpientes escaleras, la oca, el turista, los ven como “raro”, nada motivante, pasado de moda.
¿Qué tanto desconocemos de nuestros propios hijos en el internet?