Cuando yo era niño, recuerdo que era imposible hablarle de tu a las personas grandes, pues entendíamos que eran grandes por la grandeza que tenia de experiencia y aportaban a la vida su grandeza, era normal que nos dijeran papá o mamá: a los mayores no les rezongues, hoy veo con asombro que si saludamos a un niño, espera uno cuando mucho, la respuesta de hola ¿cómo estas? O a los tíos y demás familiares les hablen de tu y por su nombre, y ese tuteo, representa varias cosas:
- Que no hay respeto por la gente grande.
- Que a los niños les han dejado la batuta de la familia, pues los padres no saben como mantener el control de los hijos, obvio si ven de igual a igual a los grandes, es porque se saben que pueden controlar el mundo.
- Que los padres no queremos que nuestros hijos sufran lo que nosotros sufrimos, y los tapamos antes de que les de frío y les damos de comer antes de que tengan hambre.
- Que esos niños no respetan ni tienen conciencia de lo que es la autoridad, este tercer punto, quizá sea uno de los mas graves de este tema.
Esos niños que no respetan a la autoridad, serán presa fácil para los delincuentes y se les hará fácil, generar recursos económicos de gran cuantía pero con un alto riesgo de que nuestros hijos terminen en la cárcel o muertos. La pregunta sería, ¿es eso lo que queremos para nuestros hijos? La respuesta es obvia y es un rotundo ¡NO!, así con mayúsculas.
¿De verdad queremos hijos que sean profesionistas con un alto sentido del profesionalismo que ameritan todas las actividades científicas, tecnológicas y académicas tan distinguidas y con gran valor para la humanidad y que la credibilidad para realizar estas? Pues las profesiones y el mundo requieren de personas con altos valores cívicos y éticos además de la preparación que requieren dichas actividades.
La solución, es muy fácil, enseñemos a nuestros hijos, a generar la costumbre de la lectura, a respetar desde los integrantes de la casa y familiares cercanos, enseñemos a hablar de usted a los grandes, pongámoslos a trabajar, ya sea por las tardes o los fines de semana, que aporten al gasto familiar, o por lo menos que realicen labores domesticas, desde lavar platos o coches hasta cocinar o lavar y planchar ropa.
La solución se ve fácil, cosa de tomar el control de la familia y así, generar a futuro hombres y mujeres de bien para México y su entorno, y evitar que sean presa fácil del dinero que se gana aparentemente fácil.