Marcha Generación Z

Debemos dejar de ser espectadores.  La reciente movilización de la Generación Z fue un manotazo en la mesa que obliga a mirar de frente un reclamo que ya no admite excusas. No fue una protesta más, sino la irrupción de una juventud cansada de vivir entre cifras de violencia, autoridades ausentes y discursos que se desmoronan ante cada tragedia cotidiana. Los jóvenes que han vivido toda su vida bajo el ruido de la violencia, la indiferencia institucional y las promesas incumplidas al parecer ya se cansaron y están dejando atrás la apatía para reclamar su derecho a vivir bien.

Mientras la marcha avanzaba se veían letreros hechos a mano, celulares capturando cada paso y se escuchaban voces exigiendo resultados al gobierno.

Los jóvenes cuestionan, así es la naturaleza de la juventud, y en ese sentido, reclamaban al gobierno que ha fallado en lo esencial: seguridad, salud, justicia, futuro; así lo gritaron sin rodeos: No basta con discursos, la realidad del país desmoronándose no puede ya ser cubierta con apoyos económicos, ni cifras maquilladas, se necesitan resultados contundentes ya, se necesita que el gobierno se deslinde de los políticos corruptos y delincuentes,  que se castigue a los infractores de la ley, que los caminos sean seguros y vivir en México no sea un deporte de alto riesgo,

Este no es un movimiento de derecha ni de izquierda. Es una movilización ciudadana, legítima, nacida del hartazgo ante un Estado que se ha quedado pequeño frente al tamaño de sus tragedias, nació para exigir que este Gobierno, reconozca que las cosas no van bien y que ninguno de los sectores críticos está funcionando, tenemos la seguridad hecha pedazos, la salud abandonada, las instituciones debilitadas y un país que sigue contando muertos en lugar de contar oportunidades. El hartazgo no es selectivo. Están cansados de todos los políticos, de todos los partidos, de esa clase dirigente que se tira culpas mientras el país arde. La Generación Z exige rendición de cuentas completa, no narrativas convenientes. Descalificarlos y atacarlos, es atacar a la ciudadanía, ojalá el gobierno deje de ver como adversarios a quienes le señalan sus errores y en lugar de trabajar en contra de sus propios ciudadanos, se ponga a trabajar en atender los reclamos que señalan.

Esta juventud entiende algo que la política tradicional no quiere aceptar, que el debate sobre seguridad no puede reducirse a reparticiones de culpa entre partidos, que la paz no se decreta y que la justicia no se improvisa. Y por eso su crítica es tan directa, exigen instituciones que funcionen, autoridades que escuchen y políticas públicas que respondan al país real, no al imaginario de las conferencias o los spots. Las cifras poco les importan cuando viven con miedo, y cuando la noticia de otro muerto ya no es noticia por ser un hecho cotidiano.

La marcha no fue un estallido irreflexivo. Fue una articulación de dignidad. Un “basta” pronunciado con claridad ética y social. Su reclamo tiene una lógica impecable: “Si el Estado no cumple, la ciudadanía debe tener mecanismos para corregir el rumbo”. De ahí la fuerza del llamado a la revocación de mandato.

Las marchas no resuelven por sí solas, es cierto. Pero son un inicio, el punto en el que una sociedad dice “hasta aquí”. Y lo que vimos en las calles fue a una generación que ya perdió el miedo, que ya no piensa guardar silencio y que no está dispuesta a heredar un país deteriorado por impunidad, simulación e indiferencia.

Cuando la juventud toma la palabra, el país se redefine. Esta vez, la Generación Z no sólo alzó la voz, exigió paz, justicia, responsabilidad política…  rendición de cuentas y reconocimiento del gobierno de que ha fallado en otorgar todo esto.

Lo que estas y estos jóvenes hicieron debería incomodar, profundamente, a los mayores que eligen la apatía como refugio, a quienes prefieren criticar desde la comodidad del espectador y se esconden detrás del “no creo en nada” para no comprometerse con México. Porque mientras ellos se resignan a ser las víctimas del mal gobierno, esta generación ya salió a las calles a defender lo que muchos adultos abandonaron hace tiempo, “La dignidad”.

Mtra. Katya Morales Prado
Abogada egresada de la Universidad Iberoamericana León. Maestra en Derecho Corporativo, por la Universidad Latinoamericana. Maestra en Derecho Constitucional y Amparo, por la Universidad Iberoamericana León, con un Máster en Políticas Anticorrupción Iberoamericanas por la Universidad de Salamanca, España. Presidenta de la Barra Mexicana de Abogados en el Estado de Guanajuato