Los siete pecados capitales: pereza

Juan José Alvarado, columnista en Platino News

Según la Real Academia Española de la Lengua RAE, la pereza es: 1.- Negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados. 2.- Flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos.

En esta época en que se ponderan tanto las libertades y la mayoría de los jóvenes y algunos adultos creen que la libertad es hacer lo que se quiera, sin mayores límites, sin mayores restricciones, en pocas palabras, se cree que la libertad es hacer lo que se le pegue la gana a cada uno. Pero no, la libertad está, por una parte, acotada a un marco jurídico, por otra, a un contexto social y por otro lado a un desarrollo psicológico sano.

Pero en este hacer lo que se quiera, aquello que aprendimos como la ley del menor esfuerzo, muy aplicado al lenguaje para ir reduciendo las frases y los conceptos, como el tren metropolitano que ha quedado en metro y otros ejemplos que seguro vienen a la mente del lector. Dicha simplificación, se ha tornado en una pereza.

Siempre decimos los jóvenes, pero es parte del malestar en la cultura. Pasamos de tantas cosas que se hacían en las casas y los procesos de limpieza y recreo que han ido automatizándose: se aprieta un botón y se prende la luz, la tele, la música, o bien se da una palmada o un mando de voz y con respecto a la limpieza por ejemplo no tienden su cama porque “la voy a volver a usar” y esto se extiende a las demás tareas del hogar.

Se ha buscado o caído en el menor esfuerzo para todo, la comida rápida, la ya preparada, el tener todo a la mano y a la primera, sin querer batallar o posponer el placer, la comida, los músculos, pero haciendo el menor esfuerzo, pues la pereza es una lava que embarra todo y a todos.

Los universitarios ya no leen libros, ni capítulos, solamente el resumen. Quieren terminar la carrera en un dos por tres. Ya no quieren esfuerzos a largo plazo y han desarrollado cerebros y personalidades que nos dan pena (ajena).

Muchos, tienen discursos simples y llanos, no profundizan en nada y la integración de su personalidad en banal, vacía, estéril, a tal grado que resulta tedioso el hablar con ellos, pero parece no ser fácil la solución, pues quien sufre de pereza no quiere hacer el esfuerzo de salir del fango en que se encuentra, vamos, ni siquiera piensa que está atascado.

No solamente se trata de querer o poder salir de la pereza, pues están tan contaminados psicológicamente que ni siquiera pueden querer. Pero por un bien mayor, hay que hacer algo como sociedad, antes de que nos invada más la pereza, pues aqueja a muchos y nos afecta a todos.