Los siete pecados capitales: AVARICIA

Juan José Alvarado, columnista en Platino News

Según la Real Academia Española de la Lengua RAE, la avaricia es: 1.- Afán desmedido de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas.

Hay revistas cuyo nombre no mencionaré, cuyas páginas están llenas de personas de la realeza, otras con fiestas y viajes de ricos y poderosos. Lo paradójico es que dichas revistas tienen como grandes consumidores a gente de clase media. Añoran lo que seguramente nunca podrán tener.

Ese afán desmedido de poseer está generalmente, muy lejos de tener y adquirir. Hay muchos que, en sus charlas cafeteras, las de sobremesa, en las cantinas, en salones de belleza, en los gimnasios, etcétera tienen como tema recurrente los miles de millones de fulano, de zutano y de perengano.

Son capaces de arrastrarse ante el poder económico, gozan con las películas y los documentales de los acaudalados. Pero en secreto lamen sus desventuras, sus limitaciones tanto económicas como afectivas, como psicológicas y sociales.

Vaya que, al referirme por limitaciones, no son tanto las impuestas por la dinámica social, sino por las que cada uno se autoimpone, pues estos sujetos siempre se comparan con los estándares más altos de la sociedad, con los más ricos, con los más poderosos, con las más hermosas, con los más musculosos, con esos ideales y estándares tan altos que no los podrán alcanzar, pues su desmedida avaricia les pide, les demanda, les exige cada día más y más, sin límite, sin tener claro que es lo que más se quiere o lo que más se atesora.

Pero pese a la acumulación desmedida, a la gran riqueza, a la avaricia que es un proceso irracional, irreflexivo, la gente que la padece, que la sufre, que la ansía y la busca, se siente vacía, llana, incompleta.

Paradójicamente, la avaricia es inversamente proporcional al estado de bienestar, pues entre más se tiene, más se siente que falta algo, que no se está completo, que no se está satisfecho y este estado psicológico termina contaminando, manchando, ensuciando todo tipo de relación psicosocial, con la pareja, con los amigos, la familia, el trabajo, el desarrollo profesional.

No es la alternativa, pero es un mal social que se ve profundamente acentuado en nuestros tiempos y aquella sin distingo de clases o condición de cualquier tipo.

Claro que hay un camino para superar todo esto, pero quien sufre de avaricia, es lo bastante petulante como para reconocer que necesita de ayuda profesional, por lo cual difícilmente acudirá en la búsqueda de apoyo.