Los jóvenes y la autoridad

Psic. Juan José Alvarado
Psic. Juan José Alvarado

León Guanajuato a 30 de junio de 2021.- Todos los hombres y todas las mujeres de todas las clases, de todos los países, de todos los tiempos, siempre han presentado una rebelión ante la autoridad.

Esto, en muchos de los casos asusta al mundo de los adultos, pues han olvidado que cuando jóvenes también se opusieron, de acuerdo con sus posibilidades, a las imágenes o símbolos de autoridad.

Este proceso, que algunos autores, como Erikson, lo manifiesta muy claramente en su “crisis de identidad”, de alguna manera es necesario que lo vivan los adolescentes y los jóvenes, y todos, en mayor o menor medida, lo han de vivir, más temprano o más tarde. Por esto, “…en todo adolescente se encuentra una tendencia a revelarse contra los padres, que son ordinariamente los órganos ejecutivos de la autoridad…”[1] por lo cual, en vez de asustar a los padres, hay que estar preparados para vivir este proceso y poder orientar a los jóvenes y a las jóvenes.

La adolescencia representa un momento importante en la vida y en el desarrollo de cada individuo y en general de los pueblos, “la adolescencia es una ruptura con el mundo infantil y momento de pausa ante el mundo de los adultos”[2].

Los adolescentes, que coincide su ingreso en la mayoría de los casos, a esta etapa con el ingreso a la secundaria, viene “después de esta inactividad que se da generalmente al comienzo de la pubertad…”[3] por lo que se acentúa más el cambio y los padres tienden a preocuparse más, pues los mismos distractores internos -cambios orgánicos, psicológicos, hormonales, etc.- como los externos, -nuevo sistema escolar, crecimiento acelerado y desproporcionado del cuerpo, ampliación del círculo de amistades, etc.- repercuten en la dinámica familiar, en la dinámica escolar.

Tienden a bajar sus notas, a tornarse más aislados, más agresivos, en una palabra, más rebeldes contra todo y con todo lo que represente la autoridad. Este proceso, se da en forma similar en los jóvenes y en las jóvenes, siendo de mayor notoriedad en las chicas y acentuándose más con la llegada de la menstruación en las jóvenes, pues “dan muestras de cierta pasividad, parecen como dormidas y sumidas en sí mismas.

Aunque en los chicos no se presten señales evidentes que precedan la llegada de la madurez sexual, muchos de ellos presentan un periodo de lasitud y de introspección durante la pubertad, parecido al de las chicas”[4]. Pero dicho periodo no es la constante en la vida del adolescente, este es más explosivo que pasivo y en muchos de los casos esta explosividad asusta o inhibe a los padres tornándose éstos débiles o huidizos ante las conductas de los jóvenes.

Esas actitudes de los padres son fácilmente detectables por los adolescentes, y dañan el desarrollo de éstos, pues los jóvenes y las jóvenes necesitan modelos de autoridad, por lo cual, los padres habrán de ser siempre los padres, no los amigos. Contrariamente a lo que tanto se ha dicho de manera errónea e irresponsablemente, pues un amigo a la edad de los y las adolescentes, es un cómplice, que oculta, tapa, solapa, y un padre y una madre orienta, dirige, con mucho amor y mucha ternura, pero también con mucha determinación.


[1] Reich, Wilhelm, ¿Qué es la conciencia de clase?, Roca, México, 1974, pp. 32
[2] Paz Octavio, El laberinto de la soledad, F.C.E., México, 1987, pp. 183
[3] Bettelheim bruno, Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Grijalbo, España, 1986, pp. 316
[4] Ideen pp. 315