La agenda nacional estuvo plagada de marchas en diversos lugares de la República, la que ha distinguido desde hace 55 años, es la del 2 de octubre, que tiene como lema: “2 de octubre, no se olvida” haciendo énfasis que quedó en la memoria histórica de México los miles de jóvenes masacrados en la plaza de las tres culturas y que hasta la fecha no se sabe con exactitud el número de muertos y desaparecidos; también se dio la marcha por la conmemoración del quinto aniversario de la desaparición de los 43 jóvenes normalistas de la escuela de Ayotzinapa y por supuesto la multitudinaria marcha en Celaya, Guanajuato de miles de estudiantes, maestros, amas de casa, trabajadores, comerciantes y obreros.
México tiene como un bastión que consagra su Constitución la libre manifestación de las ideas, consagrada en el artículo 6º de nuestra Carta Magna, que se concatena con el derecho fundamental que establece el artículo 9º de ese mismo ordenamiento, en donde se faculta a los mexicanos a que no pueda ser coartado el derecho de asociación o reunirse pacíficamente con cualquier objeto licito.
Así, históricamente han sido tan recurrentes los feminicidios que inclusive han hecho que las muertas salgan de sus ataúdes o fosas clandestinas, embestidas con trajes negros y sus caras pintadas de la emblemática catrina que se festeja el 2 de noviembre por el día de muertos y las cuales repudian los asesinatos y la desaparición de mujeres, en la ciudad de México y en otros lugares, pidiendo en sus pancartas ¿Dónde estás hermana, donde estas hermana? Se me viene a la memoria las manifestaciones realizadas por las muertas de Juárez, que aun, a pesar de haber pasado ya una década aun siguen desapareciendo las mujeres en el Estado de Chihuahua.
En esta ocasión les pido que me acompañen específicamente a las marchas en Guanajuato, en el devenir histórico de esta, fue una marcha la que me marcó cuando era estudiante de la facultad de Derecho, cuando en Guanajuato capital, en los ochentas asesinaron a un joven que cursaba los estudios de Ingeniera Civil y sus compañeros llenos de impotencia por este asesinato convocaron a una marcha que se convirtió en multitudinaria porque desfilaron de todas las facultades de la Universidad, y caminamos desde su escuela, hasta las oficinas de Palacio de Gobierno, pasando por la Presidencia Municipal nos recibió el Presidente Villagomez y posteriormente en Palacio, el Gobernador Enrique Velasco Ibarra recibió a una comisión, siempre el Gobernador de ese entonces atendió a los jóvenes de acuerdo a sus buenos oficios, el clamor era la renuncia del Director de Seguridad Pública de ese municipio, y a la postre, Velasco Ibarra después de una investigación exhaustiva le pidieron, junto con el Alcalde, la renuncia al funcionario referido.
Sin más preámbulos, déjenme solidarizarme con la marcha de estudiantes convocada por el Tecnológico de Celaya, el pasado 2 de Octubre del 2019. Adentrémonos el por qué de esta marcha: Gabriel Luna Ibarra esperaba su autobús a un costado de su escuela pero este fue asaltado y lo picaron, lesionándole el hígado, lo que trajo como consecuencia su deceso, por lo que los jóvenes usuarios de los autobuses de Celaya, que están esperando el camión, probablemente llegue primero la muerte sin saber quien llega primero.
Me pongo de pie, porque Celaya tuvo la fortaleza y valentía de convocar a dos manifestaciones públicas y pacificas por parte de los estudiantes del tecnológico de Celaya, Universidad de Guanajuato, Universidades Politécnicas de León, de la Salle, UNITEC, Conservatorio de Música, Tecnológico Laja-Bajío, donde se dieron cita de diferentes municipios, como Juventino Rosas, Cortázar, Villagrán y por supuesto Celaya, una manifestación multitudinaria de miles y miles de Guanajuatenses que marcharon juntos, codo a codo, mujeres, jóvenes, obreros, profesionistas, comerciantes, que se prepararon poniendo una cuerda para evitar la infiltración de anarquistas o halcones.
Los celayenses han puesto la muestra que el pueblo no se merece vivir en el terror y en el miedo y tiene que salir a la calle para exigir la paz y tranquilidad que perdió hace mucho tiempo.
El meollo en este caso, no es quien es la actual Presidenta de Celaya, lo grave es que los Guanajuatenses de los 46 municipios, vivimos atemorizados al transitar en nuestros barrios, avenidas y calles que han dejado de ser nuestras. El asunto es tan grave que ha llegado a ser de seguridad nacional, porque no podemos permitir un muerto más. Que quede claro, mis comentarios no son raja política, como algunos insensatos políticos dicen, cuando son cuestionados por la falta de resultados; esto rebasa cualquier expectativa de vida no debe haber comparaciones de que si en Chihuahua, Tamaulipas, Sinaloa o México están peor porque sus estadísticas de muertos son mayores, porque ¿vale más una vida en otro lugar?
En esta ocasión dejo que nos hablen los propios protagonistas cuando los estudiantes en sus alocuciones o pancartas cuestionaron a las autoridades con las siguientes frases: “dejen de pensar tan mediocremente, dejen de ser tan hipócritas y soberbios, sino, esta ciudad no va a cambiar”. Dijeron también: “no se puede vivir así, con miedo, de saber si uno no va a regresar; la multitud en el edificio de la Presidencia Municipal le gritaba a la alcaldesa, que renuncien, que renuncien.
Lo anterior es un espejo de que la verdaderamente fuerza la debe de tener los ciudadanos porque la frustración y enojo que seguramente sienten los leoneses, irapuatenses, francorinconenses o los celayeneses, y ahora mismo los habitantes de los apaseos que acaban de perder a 11 personas más, nos dan pie a dejar claro que si puede haber un referéndum para que el pueblo decida si quiere seguir con las mismas autoridades o puede haber una señal de esperanza, paz y tranquilidad con algún cambio, solamente así ejerceremos nuestro derecho en una sociedad democrática, libre pensamiento y expresión de las ideas, las autoridades no están solas pero considero que si reciben emolumentos los cuales son generosos de cientos de miles de pesos, lo menos que pueden hacer es tratar de que la sociedad se sienta segura de regresar a sus casas con sus familias.