México atraviesa una complicada situación económica, ya que ante la falta de políticas públicas adecuadas, se nos acabó el “efecto rebote” y aparentemente nuestro Producto Interno Bruto (PIB) creció apenas 1.0% en términos anualizados en el último trimestre de 2021. El promedio de analistas económicos prevén que este año la economía podría crecer apenas 2.2%, pero los más pesimistas advierten que sólo creceremos 1.1% (banco Natixis), mientras que los más optimistas hablan de 3.4% (Vector Casa de Bolsa). Mientras otros países ya han recuperado los niveles de PIB prepandemia, en el caso de México, el hecho de que hayamos terminado 2021 en un nivel 3.8% por debajo de cómo estábamos en 2019, se debe a que el gobierno federal, en el mejor de los casos, habría brindado apoyos y estímulos económicos de apenas el equivalente al 2.0% del PIB durante 2020 y 2021 (de acuerdo al Banco Mundial).
La realidad es que mucho de lo que nos suceda este año, en materia de crecimiento económico, dependerá de las políticas del gobierno federal en torno a temas como: 1. El ambiente empresarial y el ánimo de realizar inversiones productivas, elementos que se han visto afectados negativamente por los ataques desde el gobierno federal a los empresarios, la incertidumbre por la reforma energética, el clima de inseguridad pública, entre otros; y 2.El manejo de las finanzas públicas, mismas que dependen de que se cumplan las metas de ingresos tributarios y no tributarios, la evolución del déficit fiscal (que se proyecta en más de un billón de pesos este año), la calificación de la deuda soberana y de Pemex, entre otros.
Desde luego que el desempeño económico de México también está condicionado al funcionamiento de la economía estadounidense, ya que aproximadamente el 80% de nuestras exportaciones, mismas que sumaron 494.225 miles de millones de dólares en 2021, tienen como destino los Estados Unidos. Esto significa que nuestras ventas de mercancías a nuestro vecino del norte representaron casi el 31% de nuestro PIB el año pasado, por lo que cualquier descarrilamiento del crecimiento estadounidense tendrá importantes repercusiones en nuestro desempeño económico.
En este sentido, otro tema que es muy relevante analizar, es el de las repercusiones del eventual apretón monetario que ocurrirá en Estados Unidos a partir del siguiente mes, así como las implicaciones de la próxima alza de tasas de interés estadounidenses en las acciones que tomará el Banco de México. Ese es el tema medular de esta entrega:
Después de que en Estados Unidos se dio a conocer que la inflación anualizada en enero de 2022 fue de 7.5%, producto principalmente de gigantescos estímulos monetarios y fiscales, los mercados entraron en una fase de mayor incertidumbre, pero ahora respecto a qué tanto pueden aumentar las tasas de interés en dicho país. De acuerdo con el analista Charlie Bilello (@charliebilello en Twitter), después de que se dio a conocer el dato del Índice de Precios al Consumidor, la probabilidad asignada a que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) aumente su tasa de interés en medio punto porcentual en su reunión de marzo aumentó a 89% desde un 7% de hace un mes.
Con los datos de los rendimientos de los bonos del Tesoro (T-Bills) de Estados Unidos del 16 de febrero, en GAEAP calculamos la tasa de interés implícita para los T-Bills a plazo de un año para dentro de 3 meses y resultó de 0.53%, la tasa de los T-Bills a plazo de un mes dentro de 6 meses se espera que sea de 0.96%, mientras que la tasa del mismo instrumento para dentro de un año se espera que sea de 1.50%. Esto es muy relevante porque significa que en Estados Unidos el mercado está anticipando un aumento de prácticamente 150 puntos base en los próximos 365 días, lo que en si mismo es un aumento relevante después de un periodo de dos años de tasas de interés cercanas al 0%.
¿Qué impacto tendrá el alza de tasas de interés de Fondos Federales por parte de la FED en Estados Unidos? En el mejor de los casos, que la economía siga creciendo pero a una tasa más baja. Los analistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) han recortado su pronóstico de crecimiento del PIB a 4.0% para este año y a 2.6% en 2023. Sin embargo, el impacto puede ser mucho mayor cuando se toma en consideración que hace unas semanas el monto de la deuda del sector público estadounidense ya superó los 30 billones de dólares (trillions en inglés), mientras que la deuda de los consumidores de dicho país es de unos 15.6 billones de dólares (para mantener el análisis simple, dejo de lado la deuda corporativa). ¿Qué tanto más de intereses anuales deben pagar consumidores y gobierno de Estados Unidos por cada cuarto de punto porcentual que sube la tasa de interés de sus créditos? Pues si la totalidad de la deuda estuviera con una tasa de interés variable (que es bastante común en Estados Unidos) sería algo así como 114 mil millones de dólares adicionales. Obvio, un alza de 1.5 puntos porcentuales implicaría el pago adicional de intereses de 684 mil millones de dólares por parte del gobierno y consumidores estadounidenses. Este es dinero que representa el 3.0% del PIB estadounidense y que en lugar de ser dirigido a la compra de bienes y servicios, irá a parar a los bancos. Reitero que esta cifra no contempla la deuda corporativa. Desde luego que la apuesta de la FED es que con la disminución de la demanda agregada, las presiones inflacionarias irán disminuyendo poco a poco a lo largo de este año.
Pero más allá del impacto en la economía de Estados Unidos, el alza de las tasas de interés y el menor crecimiento en ese país, tendrán repercusiones para el volumen de exportaciones y el nivel de tasas de interés en México. Respecto del primer punto, es posible que la tasa de crecimiento de las exportaciones mexicanas se moderé del 18.5% anual observado en 2021 a un nivel cercano al 6% en 2022, lo que igual implica que las exportaciones seguirán siendo el principal motor de crecimiento económico del país. Respecto del segundo punto, el de las tasas de interés en México, hay bastante que comentar.
Jonathan Heath, Subgobernador del Banco de México, declaró en la semana que recién concluye que el Banxico irá de la mano con la FED en materia de tasas de interés. Esto entonces significa que si la tasa de interés objetivo del banco central mexicano es actualmente de 6.00%, pues que entonces las tasas de interés habrían de aumentar en al menos 1.50 puntos porcentuales en los próximos doce meses hasta llegar al 7.50%. Esta predicción no es descabellada y de hecho es una predicción más conservadora respecto de lo que anticipa el mercado.
De acuerdo con la subasta de Cetes del miércoles 16 de febrero, en GAEAP calculamos que la tasa de interés implícita de los Cetes a 28 días es de 6.47% para dentro de tres meses, es de 7.20% para dentro de 6 meses y es de 7.67% para dentro de un año. En otras palabras, el mercado está descontando que los Cetes a 28 días aumentarán unos 1.75 puntos porcentuales en los próximos 365 días.
Aquí cabe nuevamente la pregunta ¿cuál será el impacto de este aumento de tasas de interés en el pago del servicio de la deuda del sector público federal, empresas y familias mexicanas? El gobierno tiene presupuestado el pago del servicio de la deuda de 791.46 miles de millones de pesos en 2022, pero con una tasa de interés promedio anual de 4.8% estipulada en los Criterios Generales de Política Económica 2022. Evidentemente dicha tasa ya no ocurrirá y más bien será de un promedio en torno al 6.75% a 7.00% anual, por lo que el servicio de la deuda podría ser mucho mayor al presupuestado. Por su parte, de acuerdo a cifras del Banco de México, el saldo de la cartera de crédito vigente de la banca comercial al sector privado en diciembre de 2021 fue de 4,806.7 miles de millones de pesos. Desconozco que tanto de esta cartera de crédito se encuentre a tasa fija y cuanta a tasa variable, pero es innegable que las tasas de las tarjetas de crédito han subido y que la mayoría de los refinanciamientos se harán con tasas de interés más elevadas. De esta manera, habrá más dinero que en lugar de irse a la compra de bienes y servicios, o a la inversión productiva en la empresa o al gasto del sector público, se irá a los bancos. Todo esto significa menor crecimiento económico.
Este es un análisis sencillo de las repercusiones del apretón monetario. La gran duda es si esté enorme costo en el que incurriremos, tanto en Estados Unidos como en México, valdrá la pena en el sentido de que sea eficaz en el combate a la inflación. En anteriores entregas he manifestado mis dudas respecto de qué tan conveniente es que se combata un problema inflacionario del lado de la oferta con remedios que atenúan la demanda agregada. El tiempo nos dirá si el Banxico y la FED tenían razón.