De que gobernar una ciudad grande y grandiosa, como León, no es fácil, definitivamente que no lo debe ser. Se deben de asumir grandes responsabilidades, pero, ante todo, no eludir otras más como las de la corrupción, la inseguridad y la violencia que provocan una gran angustia social.
En su segundo informe de gobierno, que en realidad es un quinto informe luego de convertirse en el primer alcalde con una elección consecutiva, y a un año de a que cumpla un sexenio, hay un consenso a voces de que faltan muchas cosas por cumplir y no todo es un mundo feliz como el que nos quieren presentar.
Se pueden reconocer esfuerzos en distintas áreas, pero no logros finales. Se busca alcanzar una “ciudad inteligente”, pero en las calles vemos semáforos descompuestos que provocan caos y el enojo ciudadano.
Nos dicen que León es la cuarta ciudad del país con un mayor número de kilómetros con ciclovías, pero no veo una política pública de apoyar más a quienes usan este medio de transporte, para evitar accidentes y asaltos.
El discurso en obra pública es que está planeada de la periferia al centro, solo que no es visible por más que recorremos la ciudad. Esta sería una de las tareas del Administrador de Servicios o City Manager, pero seguro su trabajo es para identificar las deficiencias, aunque no sabemos si es que le hacen caso en corregirlas, las dependencias responsables.
De acuerdo a los datos que la misma Secretaría de Seguridad Pública genera, tenemos disminución de índices delictivos como lo son robos a transeúntes, a comercios, de vehículos y de autopartes, mas en todo momento platico con ciudadanos que han sido víctimas de delitos patrimoniales y no denuncian porque no hay confianza en el sistema de procuración e impartición de justicia.
Los datos seguramente no coincidirán cuando los emita el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que reporta las denuncias finalmente emitidas por la ciudadanía.
Héctor López Santillana finalmente reconoce que en el rubro de homicidios dolosos no se ha podido disminuirlos y, en contraparte van en aumento. León se ha convertido en el epicentro estatal de asesinatos, tan solo el mes pasado hubo 87 muertes violentas.
Si bien el combate a los grupos criminales relacionados con delitos federales, competen a la Federación, también es cierto que existe un trabajo de prevención deficiente y de persecución por parte de la Fiscalía General del Estado.
¿Cuántos de esos homicidios dolosos solo engrosan expedientes físicos o virtuales y jamás se identifica y lleva ante la justicia a los responsables? ¿Para qué sirve entonces el gasto en tecnología si no hay intención de aplicarla?
Todos esos grupos criminales que han demostrado estar más organizados de lo que queremos aceptar, han estado llegando al estado porque estamos en la Meca de la impunidad.
¿Por qué se les dejó llegar a esos cárteles, por qué se les dejó crecer, por qué se les dejó actuar libremente? Primero se decía que eran células del crimen, pero ahora son tejidos completos, son organismos desarrollados, son monstruos de mil cabezas a los que no será fácil controlar.
Algo que se ha dejado de hacer es la prevención, ataque y atención de las adicciones a las drogas, so pretexto de pandemia. ¿Se hará este trabajo cuando el destino nos haya rebasado?
Si el Municipio no quiere enfrentar a los grupos delincuenciales porque no le corresponde, entonces debe tocar las puertas del Estado y la Federación para que en forma coordinada se empiece a realizar el trabajo.
Santillana, el Ayuntamiento con mayoría panista y todo su gabinete ejecutivo y ampliado, tienen un año más para demostrar que se puede hacer algo por lograr la paz que, en realidad, se ha convertido en angustia duradera.