Lo que te deben los hijos

Juan José Alvarado, columnista en Platino News

Hay muchos padres que les reclaman a los hijos todos los esfuerzos, todos los desvelos, todos los dineros y todo el tiempo invertido en la educación, el cariño, las enfermedades las diversiones.

Ningún hijo les pidió a sus padres nacer y siendo honestos, la mayoría son producto de la actividad sexual de la pareja, ni siquiera del amor, tampoco fueron hijos planeados y la mayoría de las veces no fueron hijos deseados.

Pero cuando digo producto de la dinámica sexual, ni siquiera digo que fue producto de una noche de pasión, pues muchos han sido concebidos sin pasión, sin deseo, solo como un cumplimiento de la interacción del matrimonio o de la pareja, o por una casualidad, un encuentro fortuito.

Que les pregunten a las mujeres si hubo orgasmo en dicha concepción, bueno, si es que saben en qué momento fueron concebidos, pues la gran mayoría de las mujeres y escasos hombres, saben en qué día fueron concebidos sus hijos.

Los hijos no nos deben nada, ni la vida misma. Todo lo que he enumerado ha sido decisión u omisión de los padres y se han tenido que afrontar los desvelos y los gastos, gozar las alegrías y lo logros, pero no ha sido responsabilidad ni compromiso de los hijos.

Muy vil es el padre o la madre que tiene fincadas sus esperanzas en que un día el hijo o la hija se haga cargo de su vejez y subrayo cargo, pues muchos viejos terminan siendo una carga para los hijos.

Esta carga se agrava, cuando hubo padre o madres o ambos irresponsables, cuando los hijos carecieron de las más elementales cosas materiales, pero, sobre todo, cuando se les negó a los hijos el cariño, la atención, el amor.

Ese tipo de padres, seguramente, recibirá el desprecio de sus hijos.

Sin embargo, el haber satisfecho adecuadamente las necesidades básicas de los hijos, no garantiza la atención de estos para con sus viejos, pero da un rayo de esperanza, aunque no es la paga por un contrato unilateral, celebrado muchas de las veces en obscuras e indeterminadas circunstancias.

Les queda a los padres asegurar su futuro, tomando decisiones fuertes, en casos radicales y en ocasiones dramáticas para no ser una carga para los hijos en ningún sentido, ni económico ni emocional.