Lo que nos falta

“Quería volver a ser niña porque las rodillas raspadas se curan más rápido que los corazones partidos.” Clarice Lispector

“Si asumes que no existe esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que existe un instinto hacia la libertad, entonces existen oportunidades de cambiar las cosas.”  Noam Chomsky

“Cuando la estupidez se considera patriotismo, es inseguro ser inteligente. Issac Asimov

“Mi tristeza es tan suave que casi se parece a una sonrisa.” Dulce María Loynaz

“No quiero que aceptes el mundo tal como es. Quiero que lo inventes. Quiero que tengas ese talento. Crear tu propia realidad.” Chuck Palahniuk

Los días se suceden entre la expectativa de una lluvia que todos deseamos y las tormentas que azotan y colman ríos, lagunas y presas por donde pasan, no sin dejar en claro para nuestra finitud e insignificancia ante la Naturaleza tiene el poder de la vida. La ilusión de que podemos controlar todo nos lleva a querer estar por encima de la fuerza de la naturaleza, pretensión propia de la arrogancia de la modernidad que quiso describir y clasificar a la Naturaleza y luego se ha dado a la tarea de querer explicar los fenómenos y procesos antes de comprender el lugar en donde estamos, como civilización y como especie; y el lugar de los individual que tenemos ahí, en el mundo.

Los días y los años se suman al trascurrir del tiempo desde nuestra singular existencia. Nos asombramos por los eventos astronómicos, la luna llena, el solsticio, el equinoccio, y los eclipses y luego viene los fenómenos climáticos: sequias, ciclones, tsunamis, huracanes, nevadas, frentes fríos, olas de calor, o el niño y la niña, con sus consecuencias, y luego están los temblores, terremotos y erupciones volcánicas, muchas de ellas suceden en el fondo de los océanos. La vida pese a todo se expresa ahí en el planeta, y la vida se adapta y responde en el tiempo hasta que se “restablece”. Nosotros y nosotras, que vivimos todos estos eventos de los cuales no tenemos control pese a estudiarlos y a pesar de hacer modelos probabilísticos y simulaciones con procesadores de información de última generación, solo podemos conformar que la Naturaleza se manda sola.

Lo mismo sucede con la salud, física y mental. Nada está realmente bajo nuestro control. Hemos tenido avances para estudiar y comprender enfermedades. Hemos desarrollado una serie de procedimientos, clínicos y hemos creado toda una gama de tecnologías para para hacer intervenciones quirúrgicas que nos asombran cada día, y hemos podido tener más y mejores recursos y tratamientos para atender muchas enfermedades, la farmacología ha desarrollado cada vez mejores medicinas, con mayor especificidad y eficacia, sin embargo, cada individuo, cada persona responde de manera diversa y cada caso es único.

Lo mismo sucede con la salud mental. Hay avances importantes desde las neurociencias, hay nuevas propuestas para atender diversos problemas de la conducta.  Pero habrá que decir que también hay una ola de propuestas centradas en un mercado que aprovecha la ingenuidad y el dolor humano, para vender humo, para ofrecer remedios, para impulsar un mercado de la auto ayuda, que refuerza el individualismo atroz que invade todo y nos separa, nos aleja, nos mete la idea del “Tú puedes”, que ofrece la idea de que “Querer es poder”, “Nada es imposible si te lo propones, lo sueñas, lo visualizas”, un discurso que se ampara en una psicología positiva que engaña y adormece y que crea más problemas que los que resuelve.

Hoy sabemos más de los problemas de la salud mental, pero cada caso es único, como personas hay en el mundo. No podemos caer en la ingenuidad de pensar que hay recetas y remedios universales para afrontar el dolor, la desesperanza, la tragedia.  Pero, ¿Cuánto espacio ocupa una ausencia? ¿Cómo explicar los sentimientos de amor y pasión? ¿Cómo comprender el duelo y la tristeza que conlleva? ¿Cómo hablar e integrar nuestra historia de vida, al aquí y ahora? ¿Cómo hablar y denunciar maltrato y abuso en la infancia? ¿Cómo abordar los secretos de familia? ¿Cómo salir de relaciones de codependencia que hacen daño? ¿Cómo aprender a disfrutar lo bueno que nos pasa sin culpa? ¿Cómo hacer del deseo un camino para lograr momentos de felicidad? ¿Cómo disfrutar la dicha de la amistad? ¿Cómo crear nuevos contextos socioemocionales en las familias como continente para la realización de las y los integrantes? ¿Cómo aprender a vivir los duelos de la vida, de esas pérdidas de las que no se habla?

Las y los poetas nos dan palabras para ir dando sentido a las emociones y sentimientos. En lo que nos falta hay posibilidad de seguir viviendo con la dignidad de preguntarnos y buscar nuestras propias y únicas respuestas que solo tienen sentido y eco si las expresamos y las compartimos con el otro, con los demás, con quienes vamos viviendo cada día. Tres poemas que nos ponen si queremos en la posibilidad de seguir en el proceso nunca acabado de ser personas enteramente humanas

 

La falta

 

Hay gente que le pone nombre

a su falta

les falta Antonio o Cecilia,

un viaje a África

o un millón de pesetas

un pisito en la playa

o una amante

un éxito en la lotería

o un ascenso en el trabajo.

 

Los que sabemos que la falta

es lo único esencial

merodeamos las calles nocturnas

de la ciudad

sin buscar

ni un polvo

ni una diosa

ni un Dios

Sacamos a pasear la falta

como quien pasea un perro.

 

Cristina Peri Rossi

 

Estamos

Estamos hechas de sueños,

de luz, de amor propio,

de piezas rotas,

algunas de olor a café,

de olor a libro.

Estamos hechas de magia,

de presente, de pasión,

de sensualidad,

de provocativas sonrisas;

estamos hechas de valentía,

de ternura, de locura,

de desvelos,

de tormentas;

estamos hechas de polvo estelar,

de canciones, de latidos,

de cicatrices, de libertad,

de entereza.

Estamos hechas de revoluciones,

de coraje, de lucha,

de heridas sobre heridas,

de esperanza, de experiencia;

de espíritu inquebrantable,

de inteligencia,

de infinita belleza.

Estamos hechas de poemas,

de alas, de arte, de incendios,

de besos…

no de promesas.

Záil

 

 

En tiempos oscuros

 

En tiempos oscuros,

tengamos el talento suficiente

para aprender a volar en la noche,

como murciélagos.

 

En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente sanos,

como para vomitar

las mentiras que nos obligan

a tragar, cada día.

 

En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente valientes

como para tener

el coraje de estar solos,

y lo suficientemente valientes,

como para arriesgarnos a estar juntos.

 

En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente maduros,

como para saber que podemos ser

compatriotas y contemporáneos,

de todos los que tienen una voluntad de belleza y una voluntad de justicia,

sin importar, dónde nacieron ni dónde se encuentran, porque no creemos en las fronteras de los mapas del tiempo.

 

En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente tercos, como para

seguir creyendo, contra toda evidencia,

que la condición humana vale la pena.

 

En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente locos, como para

ser llamados locos, seamos lo suficientemente inteligentes,

como para ser desobedientes,

cuando recibimos órdenes

contradictorias a nuestra conciencia,

o contra el sentido común.

 

Eduardo Galeano