León, a 444 años de su fundación, destinado a resurgir

Jorge Marcelino Trejo Ortiz
Maestro Jorge Marcelino Trejo Ortiz, presidente del Colegio de Abogados del Estado de Guanajuato

El amor que se tiene por la tierra en la que uno nace o es adoptado por ella, no tiene comparación, porque es natural, honesto y tan grande como inexplicable. Ese es el amor que compartimos los hijos de esta gran ciudad, desde sus orígenes más allá de su fundación hace 444 años.

Su devenir solo demuestra una verdadera grandeza, no solo como eslogan político, sino como una realidad y divisa que han construido grandes mujeres y hombres, en su devenir, en su presente y lo seguirán haciendo en el futuro.

Si de la época prehispánica se trata, León tiene sangre indomable que le heredaron los chichimecas. Si de la fundación se refiere, un Santo Patrono nos regala el signo del sacrificio por lo que uno cree. Una divisa inscrita en el escudo de armas es letra viva: El trabajo todo lo vence.

Un león, en otro cuadrante del escudo, nos da el símbolo predilecto de realeza, de fiereza, de orgullo y de conquista que otros envidian. Un león es líder por naturaleza, por destino; por algo nos religan nuestros equipos de futbol, de beisbol, de basquetbol y todos nuestros atletas.

La fe que es el camino, y el trabajo que es el coraje, nos llevaron en un punto de la historia a ser una ciudad pujante y creciente tan a la par de la capital del país; desarrollo solo frustrado por la adversidad de inundaciones y una epidemia.

Pero esos leoneses que nos precedieron se levantaron del lodo, de la sangre, del llanto y, con sudor de trabajo lograron resurgir a nuestra tierra desde su tragedia hasta el triunfo y el ejemplo para todo el país.

Don Luis Long tuvo la visión de una magna obra para evitar inundaciones catastróficas. Ideó y construyó lo que es el Malecón del Río (que debería de llevar su nombre por ese solo hecho).

Preclaros o no, todos los leoneses hemos edificado una ciudad que es de las primeras en importancia socioeconómica de México, pero que puede estar y debe estar en un mejor plano.

Aunque no haya suficiente espacio en esta columna y la omisión pueda sobrevenir so pena de reclamo, tenemos que nombrar a algunos de los ilustres leoneses del pasado y del presente que, en el arte, la cultura, la ciencia, la industria, el comercio o el deporte, han dado y dan ejemplo de amor por León día tras día.

A todos les ha identificado un color y una filiación compartida que es el proyecto de ciudad: si en la literatura, Efrén Hernández y Aurelio Luis Gallardo; si en la música María Grever; si en pintura, Eloísa Jiménez, Antonio Segoviano y Jesús Gallardo; si en política el movimiento que derivó en la matanza del 2 de Enero; y en este rubro, don Hilario Medina e Ignacio García Téllez.

Altruistas como don Francisco Lozornio, como don Roberto Plasencia, como Manolo Álvarez; en la industria del calzado y la curtiduría, familias completas: los Padilla, los Battaglia; en el comercio, los Ruenes, los Davino, don Mario Orozco; en el emprendimiento los Arena Torres Landa, don Manuel Ortega Barroeta; ¿nombres de empresas emblema? también faltaría espacio.

Clérigos altruistas y verdaderos ejemplos de amor por León, no faltan como Diez de Sollano, don Manuel Martín del Campo y Padilla, don Emeterio Valverde y Téllez, y el padre Vértiz Campero…

Por diferentes circunstancias León ha dejado de ser el líder total; se encuentra en un estancamiento y en un pasmo que es necesario trascender. Con motivo del aniversario de nuestra fundación, es momento de unión para refundar nuestra ciudad, para resurgir y liderar en México y en el mundo.