Para equilibrar el poder, balancear la cosa pública, disminuirle la fuerza a López Obrador y evitar una dictadura se creo la coalición electoral mexicana, conformada por el PAN, el PRI y el PRD. ¿Lo logrará Va por México?
Competirán en 219 distritos electorales, de los cuales 77 distritos le corresponderán a candidatos militantes del tricolor, 72 de los azules, y 70 de los amarillos.
¿Lograrán quitarle la mayoría a la coalición oficial Juntos Haremos Historia? Antiguos adversarios van juntos para arrancarle la firma en la chequera al oriundo de Macuspana, Tabasco.
Van unidos, para que ya no se aprueben tan fácil las reformas constitucionales, el presupuesto se reparta de manera más justa, y los nombramientos en los órganos constitucionales autónomos, no sean personas tan cercanas al huésped de Palacio Nacional.
El PAN y el PRD ya habían ido juntos en varias ocasiones, para disminuirle fuerza al PRI; y en el sexenio de Enrique Peña Nieto, se unieron en el denominado Pacto por México, para lograr las “reformas estructurales.”
Pero ahí, fue una negociación de las cúpulas; es decir, involucraron (pactaron) los líderes y ofrecieron los votos de sus senadores, diputados federales y locales. No se tomó en cuenta a la militancia.
La pregunta que debemos hacernos, es si ¿el líder de izquierda de un municipio muy pobre de Guerrero, votará por un candidato del PRI, partido acusado de matar a líderes perredistas?
O ¿un militante tricolor, que se sentía dueño de su municipio (lo compartía históricamente con su familia, y se rotaban la presidencia municipal, la secretaría y la tesorería del pueblo), así tan fácil se quedará cruzado de brazos, porque ahora el candidato es un panista?
¿De verdad un panista conservador, visitante del templo católico cada domingo, scout de niño, y miembro activo de los rotarios, ahora irá a tachar la boleta a favor del que propone la interrupción del embarazo, la despenalización del trafico y consumo de drogas, y promotor de los matrimonios gay?
No creo que el acuerdo de las cúpulas partidistas tengan tan convencidos a los militantes, y líderes regionales. Y es sencilla la ecuación, si me quitan mis privilegios, mejor me voy con quien sí me lo garantice.
No dude estimado lector, que algunos aliancistas opositores de Va por México, trabajen en lo oscurito, o de plano de manera abierta, para que gane un candidato del Verde, PT o Morena. ¿Cómo? ¿Por qué? Pues las respuestas son sencillas, porque le seguirán comprando la pintura, el contrato de obra seguirá intacto, negociaron pociones en el gobierno, y de paso, se “chingan” a quien les ganó la candidatura.
En la víspera, en una mesa de análisis por televisión, con los respetados colegas y paisanos Julio Jiménez (Contrastando Ideas), José Alam (Callejón Informativo) y Abiud Hernández Leyva (Imperio Informativo), coincidimos que una cosa muy distinta es el que odia a AMLO (pero no hace política todos los días) y que está convencido de que irá a las urnas para derrotarlo en las elecciones; y otra el grupo de líderes, acarreadores profesionales, gestores y buen número de organizaciones políticas locales, acostumbradas al chantaje, y venderse al mejor postor, que irán a la fiesta del 6 de junio, a apoyar a quien les de más presupuesto.
Es decir, la Coalición Va Por México, surge de una necesidad histórica de concluir (a 3 años de distancia) el tsunami lopezobradorista. Las razones están sobre la mesa, y las clases medias sobre todo, que padecen de urticaria por ver que los gobierna un “naco” como López, le parece una alternativa de vida o muerte.
Pero, preguntémonos qué pasará en la movilización electoral el día de la jornada, cómo se ha comportado el electorado históricamente (recordemos, que más de la mitad se queda en casa, y el gran ganador es el maldito abstencionismo), y qué papel jugarán los apoyos, sociales, becas y demás entregas en efectivo que reparte la 4T.
Sé perfectamente que no le gusta a muchos lectores lo que aquí se plantea, y que les provocará un disgusto, pero respóndase la interrogante, más allá de su deseo ¿le alcanza a Va Por México?
Claro, faltan aún cinco semanas, y quizá están equivocadas las encuestas de El País, Demotecnia, Parametría, Reforma, El Financiero, GEA-ISA, Varela y Asoc, Buendía y Márquez, Consulta Mitofsky y la herramienta de Oraculus.