El presidente López Obrador ha presentado y dado a conocer su propuesta de reforma electoral; la cual, debe ser revisada desde dos ángulos: desde la propuesta en sí y desde el contexto político del país. Siendo este último el más importante. Esta es la segunda de las reformas constitucionales que había anunciado el presidente para lo que restaba de su administración.
LOS CAMBIOS QUE PROPONE
Su iniciativa es coherente con tres aspectos constantes de su discurso político y que logran tener un respaldo fuerte por parte de sus simpatizantes: el primero, la percepción negativa hacia los representantes populares; la segunda, la parcialidad de las autoridades electorales y tercero, la austeridad en instituciones y elecciones.
Desde el primer aspecto, propone una reducción en el número de diputados, senadores, diputados locales y regidores. Una idea que no es nueva y que resulta muy aceptada entre la ciudadanía. Aunque el presidente señaló que desaparecerían los diputados plurinominales; en realidad, los que desaparecen son los diputados de mayoría relativa y los 300 diputados serían electos por el principio de representación proporcional por entidades federativas. Los que si desaparecen son los 32 senadores de representación proporcional.
Lo que no se veía venir es que llegara a proponer también la reducción de diputados locales de los congresos estatales para quedar entre 15 y 45 como máximo. También los regidores de los ayuntamientos entre 3 y 9 dependiendo de la cantidad de población.
En el segundo aspecto, como considera imperfecta la democracia mexicana propone la desaparición del INE, las OPLEs y los tribunales electorales locales; para ello, considera la creación del INEC, centralizar todas las elecciones y que sean los propios ciudadanos los que elijan a los consejeros y Magistrados electorales. Aquí radica el corazón de la controversia porque existen distintas lecturas sobre la situación de la democracia y de las propias autoridades electorales como el INE. Para los críticos de la iniciativa esta propuesta encierra una maniobra por parte del presidente para apoderarse de las instituciones electorales porque la sugerencia de los consejeros provendría de la presidencia, del legislativo y el poder judicial.
Con el tercer aspecto que tiene como criterio la austeridad prácticamente se justifica todo: la reducción de representantes populares, autoridades electorales, financiamiento de los partidos y de las propias elecciones. La incorporación del voto electrónico sorprendió que viniera en la propuesta, porque normalmente los partidos de izquierda desconfían de estas medidas.
Como toda iniciativa tiene aspectos interesantes y otros polémicos. Los partidos de oposición ya han comenzado a presentar su posición al respecto. Por lo pronto, señalan que harán su propia propuesta y que por lo menos, estarán de acuerdo en 6 temas: elecciones primarias, segunda vuelta en la elección del presidente, eliminar la sobrerrepresentación en las cámaras, prohibir el transfuguismo político, sanciones graves a quienes usen los programas sociales electoralmente y anular los comicios donde intervenga el crimen organizado; finalmente, regular las conferencias mañaneras.
Como podemos ver, siguen caminos distintos y se contraponen más que encontrar coincidencias.
EL CONTEXTO POLÍTICO
Pero donde se han concentrado la mayoría de los analistas es en el contexto político en el que es presentada la iniciativa.
Es decir, el presidente no cuenta con la mayoría calificada en la cámara de diputados para que pudiera ser aprobada. Más aún, la reciente discusión de la reforma energética mostró que la oposición cerró filas para evitar que se aprobara y enviaron un mensaje claro al presidente de que sus reformas constitucionales no pasarán.
De esta forma, vienen las especulaciones sobre la estrategia del presidente para presentar en este contexto la reforma electoral en donde no sería aprobada.
La más frecuente, es la que señala que la negativa de la oposición le servirá al presidente para distanciarse de ellos y hacer notar que se resisten a los cambios democráticos y prefieren mantenerse en sus privilegios. No suena para nada descabellado después de los que vimos en la reforma energética donde los opositores fueron llamados “traidores de la patria”.
Si lo anterior resulta cierto, veremos en los próximos días y semanas una agitación política fuerte. Por un lado, el presidente y los líderes de su partido empujando la reforma constitucional para que sea lo más conocida posible y de alguna forma, consiga una percepción positiva por parte de la sociedad. Por el otro lado, la oposición resaltando los aspectos negativos y las amenazas para la democracia. Es muy probable que volvamos a ver una serie de altercados en la cámara baja entre los legisladores de ambos bandos.
Después del resultado, que ya conocemos, vendrán las interpretaciones de los principales actores políticos que tratarán de tener la mayor difusión posible para tratar de capitalizar políticamente lo que haya sucedido.
Con todo esto, podemos ver que muchas cosas apuntan hacia el 2024 con la intención de ir perfilando la competencia. No es tal vez, lo que más necesite el país cuando tiene pendientes importantes y sobre todo, puede influir en el electorado de centro o apartidista que no gusta mucho de la constante disputa política, sino más bien, prefiere ver soluciones a sus problemas.