En una economía emergente como la mexicana, sin duda las crisis sanitaria y económica que nos han tocado vivir, nos afectan más que a una economía desarrollada.
Los tres órdenes de gobierno en México se han visto orillados a tomar decisiones extremas, aunque no del todo acertadas, de priorizar la salud y la vida de la población o sucumbir ante el colapso económico.
Somos precisamente los ciudadanos quienes hemos quedado a la deriva en esas determinaciones, pero también hemos tenido que decidir ante un dilema: salir a trabajar para sobrevivir ante el mayor riesgo de contagio. Mi salud o la supervivencia de mi negocio.
Poco o ningún estímulo fiscal se dio para la preservación de empresas, grandes o pequeñas, muy a pesar de los anuncios de gobiernos y sus campañas publicitarias.
Los apoyos y créditos fueron nulos, especialmente para profesionistas, llámese abogados, llámese arquitectos, llámese contadores…
El Gobierno del Estado tan insensible fue que tanto en 2019 como en 2020 incrementó el impuesto a la nómina. Un balde de agua helada al enfermo de pulmonía. Qué poca sensibilidad.
Si me preguntan, diré que la prioridad es la vida y a ello le debieron apostar los gobiernos. Aunque no se han canalizado los recursos suficientes, para demostrar que así es.
El Estado y el Municipio podrían implementar acciones de ahorro en la administración pública, como dejar de gastar en publicidad y destinar los recursos al sector salud.
En este momento de semáforo rojo y ante las cifras de contagios y muertes, todo es urgente: camas de hospital, medicamentos, ventiladores y dotación de oxígeno, por lo menos.
Hemos tenido dos semáforos rojos distintos, al inicio de la pandemia, con el cierre masivo de negocios o el actual, con menos sectores sacrificados, pero no menos grave porque bares y antros fueron de nuevo cerrados.
Es urgente que se les otorguen estímulos y apoyos para paliar la situación de miles de familias que viven de ello. No se les puede escatimar recursos. Han sido un pilar primordial del sector turístico.
La otra parte de la economía no está en un lecho de rosas, más bien está semiparalizada. Su dilema también es pago o no pago impuestos, para sobrevivir. Lo cierto es cómo pago si no tengo ingresos.
De qué vale preservar el aparato gubernamental si la razón de ser toda entidad gubernativa es el ciudadano, es el servicio público para las familias, para el ser humano.
Por fortuna, la Federación se hace cargo de la distribución y aplicación de la vacuna anticovid, y en ello deberá poner todo su capacidad y esfuerzo para que la población reciba ese derecho, que debería ser también una obligación moral de cada ciudadano.
Desafortunadamente, los estados no pueden comprar vacunas porque las empresas, con las que hay convenio, solo surten a los países como tal.
Entonces, las entidades federativas deberán enfocar sus presupuestos en todos los demás rubros del sector salud.
La vida, la salud, son prioritarias, incluso para la ONU, no se diga para la OMS y para nuestra Constitución Política de Los Estados Unidos Mexicanos.
La preservación de la vida es un deber moral como especie que está luchando por sobrevivir. La vida es un milagro y, hasta ahora, no sabemos de otro punto en el universo donde también exista.