Hay una magia incontenible en el acto de leer. La forma en que los signos (llamados grafías) conforman palabras, y palabras que forman enunciados y a su vez en nuestra mente se transforman en imágenes, en conceptos, en historias que se tejen, encabalgan, y ya no nos permiten dejar de leer.
Uno de mis primeros libros leídos en mi adolescencia fue El galano arte de leer (Manuel Machaus y Jesús Domínguez, Ed. Trillas; debe ir ya por su 15 edición), que llegó a la casa familiar como una bendición, una casa humilde no necesariamente con una biblioteca; esta obra es una pléyade conformada de textos hermosos: poemas, cuentos, pensamientos, disertaciones, frases que hacían descubrir mundos inimaginables, por el simple y grandioso gusto de leer.
Por ello, esta no es una reseña bibliográfica, es una invitación: lean La Tercera Ciudad, una obra literaria de David Ibarra (ópera prima, edición bilingüe) sobre la ciudad de Guanajuato, que sorprende y lo hace en distintos sentidos: porque la imagen de portada y el título explicado en contraportada nos explican que el personaje y tema central es una ciudad que ha sobrevivido a más de 20 inundaciones a lo largo de sus 450 años de historia, y que el título se debe a que la actual ciudad se reconstruyó dos veces, luego de sendas catástrofes. Es decir, que el Guanajuato que vemos y caminamos hoy, está edificado sobre las ruinas de otras dos ciudades antecesoras.
Sorprende porque uno espera un ensayo o una monografía basada en alguna investigación bibliográfica, hemerográfica o testimonial, pero no, La Tercera Ciudad es una serie de historias, narraciones, leyendas y cuentos plenos, con un hilo conductor que no se rompe, que atrapa y conducen por planos fantasmales (a veces terroríficos), surrealistas y mágicos, que nos instalan en el sufrimiento, el gozo, la vida y la muerte de los personajes.
Los personajes que transitan en esta obra no son de la “virrealeza” que llegó a la Nueva España, no es la clase alta de la colonia. Son el esclavo africano cuyo afán en la vida es morir, ante una vida sin esperanza; son los mineros con cuyas muertes se llenaron las arcas de la Madre Patria, de oro y plata; son los indigentes que harán los actos más inauditos de supervivencia; son los clasemedieros con vidas azarosas y patéticas, de donde salieron las leyendas que hoy se narran en los rincones de Guanajuato; y es un cuentahistorias que vive de la caridad de los que se maravillan con ellas.
En La tercera ciudad, David Ibarra, el periodista, se muestra como redactor pulcro en su construcción gramatical, demostrando al mismo tiempo que su producto se origina en toda una vida escribiendo, leyendo, aprendiendo y creando.
Pero además, La tercera ciudad revela a un escritor, con esta obra narrativa aderezada de algo de poesía, que se debe leer, por el simple y grandioso galano arte de leer. Esta es la invitación.