Hace ya varios años, un amigo quiso contratar un seguro de gastos médicos mayores pensando en que cuando llegara a necesitarlo le estaría cubriendo lo que requiriera. Para la adquisición de dicho seguro, la Compañía de Seguros X le solicitó que se realizara un examen médico y después de realizárselo, le dijeron que no era susceptible de aseguramiento por su edad, su obesidad y por tener como preexistencia hipertensión arterial. Esta compañía de seguros actuó de manera ética y responsable pues en caso de haberlo asegurado bajo esas condiciones, los pagos en caso de tener un evento, el deducible y el costo de la prima habrían sido mayores que la suma asegurada.
Posteriormente llegó a la oficina de mi amigo una agente de seguros de la Compañía Y a ofrecerle un seguro de gastos médicos mayores, a lo que la agente le comentó que su empresa no tendría objeción en asegurarlo sin mayor complicación. Pasados unos días, la agente llegó feliz a entregar la póliza y mi amigo quedó muy complacido con el servicio. Desafortunadamente, esta historia no termina con un… y fueron muy felices y colorín colorado.
Tiempo después este amigo sufrió un accidente cerebro vascular y al ser dado de alta del hospital en el que fue atendido y confiado pues contaba con seguro de gastos médicos mayores, preguntó lo que debía de deducible y coaseguro, a lo que le respondieron que el reclamo no procedía pues dicha póliza tenía una cláusula de exclusión para problemas de tipo cardiaco pues había una preexistencia -hipertensión arterial- previa a la contratación del seguro. Así pues, su seguro no procedió dado que un accidente cerebro vascular es generado por coágulos que proceden del corazón y mi amigo tuvo que hacer un desembolso considerable derivado de esta situación médica. Cabe hacer mención que al contactar a la agente de seguros ella refirió que dicha cláusula si le había sido explicada a mi amigo y que era error de él pues aunque él no lo recordara estaba en la póliza. Finalmente, al revisar la póliza con el detenimiento que siempre deberíamos tener para hacerlo, la cláusula si estaba en las letras chiquitas que usualmente no leemos.
En otra plática una amiga que es candidata a ser agente de seguros me comentó que en los entrenamientos de ventas les mencionan que lo importante son las ventas, que si es necesario omitir la explicación de “las letras chiquitas”, para lograrla, lo hagan. Los capacitadores de agentes de seguros se mueven con el lema “la venta por sobre todas las cosas”, por ejemplo en algunos seguros de vida si la persona se incapacita el seguro aplica, sin embargo mi amiga me ponía este ejemplo: un profesor que en un accidente pierde ambas piernas el seguro no le cubriría la incapacidad pues las piernas no son necesarias para impartir clases -lo cual es lógico- pero imaginen qué terrible si el agente de seguros omite -de manera engañosa- esta información que es vital en caso de accidente.
Si bien es cierto cada aseguradora tiene sus propios lineamientos y reglamentación, tomaremos como ejemplo el de una aseguradora, donde su Código de Ética señala literalmente lo siguiente:
4.14 OBLIGACIONES DE LOS ASESORES DE SEGUROS HACIA LOS CLIENTES:
- 14.2 Mantener una actitud positiva de servicio para brindar explicaciones suficientemente detalladas para que los clientes seleccionen el mejor producto y para asesorarlos en casos de siniestros.
- 14.3 Abstenerse de coaccionar a los clientes para forzar la venta de productos de seguros.
Creo es muy clara la redacción de este Código de Ética, por lo que invito a los lectores de esta columna a que analicen, lean y relean las pólizas de los seguros que contraten; a que subrayen las dudas que les pudieran surgir y las aclaren con su agente de seguros para evitar sorpresas desagradables en caso de un siniestro. Deseo de todo corazón que no les pase como el ejemplo en mención en el que la agente de seguros se pasó de lista y mi amigo pecó de inocente.
