León, Gto., 7 de agosto de 2022.- La ley está creada y es de avanzada jurídica, pero la protección a personas defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, se cumple a medias.
En lo que va de este año, en nuestro país, han sido asesinados 13 periodistas, mientras que en 2021 fueron 7. En promedio, más de un comunicador ultimado por mes.
De esta forma, México es el único país, no en guerra, con el mayor número de periodistas asesinados. Solo Ucrania nos supera por razones obvias.
Guanajuato no es la excepción y más bien es una entidad con alto riesgo. La muerte del gran amigo Enrique Sosa y de Ernesto Mendez nos siguen doliendo y mando de nuevo un mensaje solidario, fraterno y de consuelo a sus familias y al gremio periodístico.
Aunque Sosa ya estaba jubilado, todos lo veíamos como el maestro de la cámara que era y su muerte fue un homicidio doloso y cobarde y como tal se deberá juzgar.
Definitivamente, el ejercicio periodístico es uno de los más riesgosos en el país, además de ingrato y mal pagado, porque muchos de ellos mis amigos, tienen de dos a tres trabajos para lograr y ajustar su gasto.
Debería de hacerse real la propuesta federal de que los periodistas tengan asistencia social, de salud y oportunidad de créditos para vivienda en condiciones favorables, sobre todo para quienes no tienen esas prestaciones.
En tanto, se deben concretar los mecanismos y protocolos de protección y seguridad, cuando existan riesgos y amenazas en su contra.
Aunado a la ley de protección a personas defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, se debe agregar el apartado de las y los buscadores de personas desaparecidas.
Si bien ya se han establecido mecanismos para su protección y custodia, todo esto debe de quedar en la ley y hacerse realidad.
Sin la labor de todos estos activistas, incluyendo los comunicadores, no sería posible la construcción y reconstrucción de nuestra sociedad golpeada por tantos males.
La defensa de los derechos humanos, la búsqueda de la verdad y la búsqueda de seres humanos desaparecidos, debe verse como una de las actividades más nobles y dignas de nuestra realidad, que deben ser reconocidas y progegidas por todos los sectores de nuestra nación.
Un reconocimiento para todos aquellos periodistas y para quienes ya no están con nosotros.