La poesía ocasional de Amanda Gorman

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

León Guanajuato a 1 de febrero de 2021.- En “Amanda Gorman y La colina que subimos” (NYT, Lección del día, 20 de enero) por Carol Jago propone una serie de ejercicios para que los estudiantes reconozcan el poema dicho en voz alta por la joven autora en la toma de posesión del presidente Joe Biden. Se trata de reconocer la tradición de la poesía ocasional que estilan en lengua inglesa. Una forma directa, franca y visionaria donde se pone a consideración de los lectores la “creencia de Amanda Gorman” sobre “que la poesía es política y que la lectura y la escritura son instrumentos de cambio social”.

Pero, ¿qué es la poesía ocasional? La redactora propone como respuesta que es aquella que “documenta y reflexiona sobre ocasiones particulares, eventos tanto públicos como privados, grandiosos y menos grandiosos desde, “The Charge of the Ligth Brigade” de Alfred Tennyson hasta “The Day Lady Died” de Frank O’Hara sobre la muerte de Billie Holliday. A menudo los poemas ocasionales se encargan y están destinados a una lectura pública”.

La definición anterior nos ayuda para comprender el fenómeno concurrente en los Estados Unidos de América sobre la tradición de decir poesía que se liga con la nueva ruptura: la explosión parasurrealista sucedida en la década de los 50 y que tanto ha influido hasta nuestros días (Octavio Paz dixit).

Si bien el rigor subversivo que aplican los autores en su poesía es divisa para que los lectores fervientes descubran la ruptura verbal, por los signos y los significados dispuestos, la indiferencia del público en general que vio la transmisión de la toma de poderes en Washington junto con algunos “opinólogos” también llamados “analistas políticos”, socavan el lenguaje ad libitum cuando —sin orden histórico ni espiritual— afirman que lo que leyó la joven poeta no fue poesía sino un discurso político. Al menos así lo consideró un comentarista, republicano, al fin y al cabo, de CNN en Español, pues, según él, no encontró las suficientes florituras para ser considerado un poema.

Al parecer, entre lo antiguo y lo nuevo de la poesía para los detractores existe una oposición entre la rebeldía de los autores de ayer y sus herederos de hoy. Para ellos no tiene cabida la unidad y la esperanza sino la concertacesión que les acomoda para ser leales a la historia. Es decir, la exaltación de los lazos que los unen la resuelven con la uniformidad de un pensamiento fungoso donde los poetas y sus obras no son arte, ni importan como objeto.

En el caso de “The Hill We Climb” (La colina que subimos) de Amanda Gorman las imágenes con gran encadenamiento forman una voz, de nadie, es verdad, pero que es la de todos: voz de la otredad. Poesía ocasional.

Aquí una muestra de su trabajo en mi particular traducción.

 

La colina que subimos

Por Amanda Gorman

Cuando llega el día nos preguntamos

¿dónde podemos encontrar la luz en esta sombra interminable?

 

La pérdida que cargamos […] debemos vadear.

Hemos desafiado el vientre de la bestia.

Hemos aprendido que la tranquilidad no siempre es paz.

En las normas y nociones de lo que es justo no siempre hay justicia.

 

Y, sin embargo, el amanecer es nuestro antes de que lo supiéramos.

De alguna manera lo hacemos.

De alguna manera hemos resistido y hemos sido

testigos de una nación que no está rota, sino simplemente inacabada.

Nosotros, los sucesores de un país y una época

en que una chica negra flaca,

descendiente de esclavos y criada por una madre soltera,

[podemos soñar con convertirse

en presidente solo para encontrarse recitando por uno.

 

Y sí, estamos lejos de ser pulidos, lejos de ser prístinos,

[pero eso no significa que estemos

luchando por formar una unión que sea perfecta.

 

Nos esforzamos por forjar nuestra unión con un propósito.

Para componer un país comprometido con todas las culturas,

colores, personajes y condiciones del hombre.

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