La pérdida del Estadio León o el atraco del siglo

Jorge Marcelino Trejo Ortiz
Maestro Jorge Marcelino Trejo Ortiz, presidente del Colegio de Abogados del Estado de Guanajuato

Nuestro gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue, declaró que el tema del Estadio León es entre particulares, pero no, el tema del Glorioso, dos veces mundialista, es un asunto de ignominia de gobiernos (municipal y estatal) cuya negligencia, dejadez y corrupción, dejaron perder un patrimonio multimillonario que tenía el noble fin de promover el deporte y la recreación para la ciudadanía.

El robo en despoblado del Estadio y sus terrenos aledaños, es tan absurdo como el hecho de que alguien de pronto reclame la propiedad de la Presidencia Municipal de León o de Palacio de Gobierno del Estado y que, la sospechosa incompetencia de los gobernantes permitiera que esos inmuebles fueran alienados.

Sin la preexistencia de una comisión de la verdad, para saber quién es el responsable de tal pérdida, se puede saber, a la luz de la historia, que es la mejor juez, que existen presuntos responsables y, como dice Alberto Aguilar, nombres, nombres… y apellidos.

La dupla Zermeño-González se ha apoderado de un patrimonio valiosísimo sin haber puesto un solo centavo o un ladrillo, y su paciencia fue tal que le arrebataron el dulce al niño, luego de que este se durmió.

Todo data de los años 60 cuando el Gobierno del Estado donó los enormes terrenos para la realización del sueño dorado de los leoneses, de contar con un estadio donde jugara el equipo de sus amores, y no solo eso, sino espacio suficiente para tener oficinas, club y campos de entrenamiento.

Luego de aquella donación, se requería de un préstamo para iniciar las obras; se vio la necesidad de indicar un precio y la cantidad en pago; pero parte de ese dinero fue el propio Gobierno del Estado el que lo ofreció y lo demás los particulares.

Fue una simulación de compraventa, pero bueno… En ese tiempo se hace el estadio, se constituye el Club Social y Deportivo León A.C. con una cantidad importante de asociados, entre los cuales están los sobrevivientes de la directiva genuina que han estado peleando el control y la administración de la A.C., y que hoy ya no les queda nada.

Luego viene una sucesión de presidentes y directivos non gratos, viene Zermeño, viene Ahumada, quienes hacen una serie de irregularidades, de conjuros, de arreglos jurídicos donde todo fue llevado para que el Municipio recibiera, mediante un Fideicomiso, el inmueble y los terrenos, so pretexto de cláusulas para que el equipo permaneciera en la ciudad.

Luego se dice que no se respetaron las cláusulas, se extingue el Fideicomiso y viene toda una historia de acciones turbias; en ese momento entra la directiva de Zermeño indicando que no se respetó el Fideicomiso y eso es causal de que se devolviera el Estadio León a Club Social y Deportivo. El juicio es mal llevado por el Municipio y el Estado, con el resultado que hoy se conoce.

El entonces alcalde, Vicente Guerrero (qepd), tenía una bondad tal que no supo imponer orden y fue su secretario de Ayuntamiento, Francisco García León (con la mano de Miguel Salim detrás) quien extinguió el Fideicomiso.

Luis Ernesto Ayala, como presidente municipal en su momento, autorizó el cambio de uso de suelo, desmembró una superficie del predio aledaño al Estadio y autorizó vender ese terreno para construir un hotel. Ahí Zermeño se embolsó millones y lo hizo también con la venta de la franquicia del equipo.

Hay que recordar que Diego Sinhue, como regidor, autorizó la venta del terreno y la desaparición del Fideicomiso. Pero en todas esas triquiñuelas hubo notarios cómplices. La única regidora panista que votó en contra fue Leticia Villegas.

Administración tras administración, los departamentos jurídicos del Estado y del Municipio no supieron, no pudieron o no quisieron defender la causa ante el azoro del pueblo. Jesús López Gómez, perenne secretario de Ayuntamiento, no fue capaz de hacerlo.

El Gobierno del Estado, en las personas del entonces ejecutivo Miguel Márquez y de su abogada estatal Raquel Barajas, no realizaron las acciones pertinentes para que no se perdiera un patrimonio que de origen era estatal.

La Asociación Civil Defendamos Nuestro Estadio León, integrada por ex presidentes y directivos del Club León, mil veces les asesoró y sugirió los pasos a seguir para que se diera una defensa digna y férrea, pero hicieron caso omiso y las instancias se fueron perdiendo una tras otra.

A Miguel Márquez ya no le importaba defender “al viejo estadio”, porque ya tenía en mente “un nuevo estadio”, dando las facilidades de terrenos a los Martínez de Grupo Pachuca que anunciaron finalmente con bombo y platillo el magno proyecto.

Miguel Márquez en su tiempo y Diego Sinhue ahora, no dejan de mencionar la simplicidad de recurrir a la expropiación del Estadio, ante el apetito de Zermeño-González de pedir $1000,000,000.00 (léase mil millones de pesos) por el Estadio, más el costo de las hectáreas aledañas.

Los vivales, es de lo que piden su limosna, la expropiación, porque así se harán de una millonada por algo en lo que no pusieron un centavo. Digamos que el gobierno cede 600 millones de pesos y el reporte sea de más, ¿quién se queda con la diferencia, los negociadores?

En la maraña oscura de negociaciones, de las que no se excluye a los empresarios del Grupo Pachuca, que quieren ganar de todas, todas, ahora se llevan al equipo León a otras sedes, con el engaño a la afición de que no tienen apoyo del Gobierno, si es lo que más han tenido con dinero público porque ¿quién les ha financiado siempre la renta del estadio?

Los que amamos al equipo de futbol, los que somos panzas verdes, los que creímos alguna vez que El Glorioso era del pueblo, no podemos más que indignarnos ante la vergüenza de verlo perdido, más que por la viveza de dos tipos, por la estupidez y la corrupción de gobernantes.