La parcela de la nostalgia

Juancarlos Porras y Manrique, promotor cultural, escritor, poeta, cronista de la ciudad y columnista Platino.

Lo que pinta para ser una mañana común y cotidiana en el primer cuadro de la otrora Villa de San Sebastián de León se convierte, si se sabe mirar bien, en una cátedra de literatura, al pasear de manera poética e histórica por la ciudad. Personajes, edificios, hechos y sucedidos junto con sitios históricos donde la contemplación, atenta y morosa, invita a los “leyentes que pasean” a tomar las páginas escritas, vivas y abiertas, en la búsqueda de sus raíces. Porque siempre que hay un ofrecimiento de por medio, existe una aventura.

Así que se trata de reconocer, para el espíritu, no una empresa seria sino un juego (histórico-literario) que permita recibir impresiones de las cosas que vemos y oímos por aquello de las raíces y las ramas y… Es que al pasear nos cambia el paisaje y se expande la ciudad para el mundo, pues la descripción de las diversas formas que nos enseñaron nuestros ancestros: poesía, narrativa, historia, incluso teatro, se dejan leer cuando alguien (re)cita la presencia de los que se fueron y pasaron por estos lares.

Allí tenemos al viajero colombiano Federico Cornelio Aguilar quien posó sus reales por la ciudad, el jueves 3 de mayo de 1883, y dejó escrito un valioso testimonio que habla de nosotros. Pero también está la poesía de Ponciano Pérez así como el angustioso canto de Reynaldo Puente que le entonaron a León y a su convento franciscano junto con el “organillo de dicha” de Jesús Ortiz Funes bienhallado poeta del Barrio de San Miguel quien con versos bien logrados recordó la provincia alterna y a don José Rosas Moreno maestro, regidor del Ayuntamiento y diputado por León quien junto con los otros de abajo luchó por ser y que fuéramos todos las hojas y los frutos posteriores de las raíces.

Luego vino Mariano Azuela con el asunto de Los fracasados y después con Los de abajo y nos ayudó a saber que somos hombres de armas tomar. Más adelante nos pasea Efrén Hernández, para vernos en el espejo de costumbres, y con una magistral narración de la Noche del Saqueo de Pascual Orozco (primer sábado de agosto de 1914) escrita para la novela La paloma, el sótano y la torre (1949) nos enseña que la culpa es de nosotros mismos por robarnos, como lo refrenda en su Cuaderno de apuntes (1914-1918) José Ruiz Miranda de puño y letra. Pero, cabe refrendar que sí somos las ramas y…

Entonces para poder ser tenemos que acudir al arte del paseo que consiste en hacer el lazo entre la actividad intelectual y la actividad corporal. Ya que nos incita a comprender, desde la Agencia Especial del Espíritu, la Literatura, el ejercicio de la lecto-escritura, que no es más que el reflejo del ser (raíces) pero además dar vida a la forma poética o literaria que algún autor proponga para ser hojas y frutos…

Por eso ¡qué bueno! Que los políticos y los mercaderes del turismo, no nos han expropiado la parcela nostálgica del trino porque, en efecto, raíces somos.