Parece inevitable el Darwinismo: la sobrevivencia de los más fuertes, aunque todos importan, jóvenes y viejos, ricos y pobres, cultos e incultos, sanos y enfermos.
Pero la pandemia parece que no hace distingos, aunque en realidad sí los hay. Si revisamos las estadísticas en México y en varios países del mundo, vemos que la pandemia se ensaña con los más afectados.
Pega más a los viejos y de estos viejos a los que han tenido enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, asma, etc.
Pega más a los adultos con sobrepeso, a los jóvenes que fuman.
Pega más a los pobres, que tiene que salir de casa a diario en busca del sustento para su familia. A aquellos que no tienen agua corriente en sus casas, que no tienen para comprar gel, cubrebocas.
Pega más a los estudiantes que no tienen forma de conectarse a las clases a distancia, no solo a los que no tienen computadora, tabletas, teléfono, o no tiene dinero para ponerle a su celular saldo. Pega más a los más afectados, los que no tiene luz en su casa.
Pega más a los jóvenes que no han interiorizado una consciencia social y siguen saliendo a reuniones de amigos, que se van de vacaciones, que van a restaurantes.
Pega más a los adultos que no son capaces de poner límites a sus hijos, que viven con ellos, o que entran y salen de sus casas después de verse con sus amistades.
La Covid-19, pega y ha pegado más a los más afectados, no solo por las enfermedades, la vejez, sino a los afectados socialmente por no ser solidarios con los demás y tomar a la ligera está pandemia. Están afectados porque o no creen en la Covid-19, o se creen inmunes, o lo peor, ni siquiera se detienen a pensar en esto que propiamente está afectando a todos los países. Hay miles que, alrededor del mundo, están afectados, distanciados de los valores sociales e inmersos en la cultura de le inmediatez, del placer rápido y pasajero, de la satisfacción persona y banal.
Con esta pandemia, tal parece que estamos supeditados a la conducta de los afectados socialmente, carentes de consciencia social. Sufrimos la dictadura de los inconscientes.