La obsesión por las mascotas

Juan José Alvarado, columnista en Platino News

Es importante destacar que hay cosas que con el tiempo se han ido normalizando, esto no quiere decir que están bien; reflejan sin lugar a duda desde el punto de vista psicológico severos trastornos de la personalidad pues representan no solamente cuestiones de tipo psicosocial sino algo más profundo, más dañino y obviamente más difícil de poner en una charla de sobremesa el tema de las cuestiones de tipo psicosexual.

De ha desatado todo un comercio alrededor de los perrhijos, los gatos y demás animalitos, que son encantadores, pero mucha gente los viste, los pasea en carriola, les festejan su cumpleaños, los trata como humanos y cuando mueren, dicen que van al cielo de los animales. Suponiendo sin conceder que hay un alma, es un atributo del ser humano y eso es lo que va, en principio al cielo, al purgatorio o al infierno. Veo que les hace falta mucha lectura de San Agustín, de Santo Tomás, de San Juan de la Cruz y otros de los pilares teólogos de la iglesia católica.

Usan el eufemismo de rescatista y se llenan de perros y gatos, principalmente, pero hay que preguntar por las razones que mueve a estas personas a esa compulsión.

El más profano de los psicólogos y más si tiene una formación psicoanalítica, fácilmente podrá identificar profundas faltas de afecto, tanto del padre como de la madre. Hagamos un ejercicio: piensen en un o una rescatista, pregúntense de su actual vida afectiva, pregúntense del cómo es o ha sido la relación con su padre y con su madre y todo está dicho.

Les dan un mejor trato que a la familia, a las amistades, a los compañeros de trabajo, atienden mejor a sus mascotas que a los humanos y se escudan con el son más tiernos y agradecidos.

Además de las cuestiones psicosociales que proyectan a las mascotas, tenemos las cuestiones de tipo psicosexual. Sé que suena escandaloso el decir que sus impulsos sexuales los encausan hacia las mascotas, generalmente de forma inconsciente, aunque hay muchos casos en que lo hacer de manera consciente, y el nombre correcto de esta perversión se le llama bestialismo.

Estos conceptos, seguramente traerán comentarios adversos, derivados de quienes insanamente tienen y tratan a sus mascotas como humanos. Pero dichos comentarios están basados en la ignorancia, serán como una defensa o una justificación a sus conductas, a sus costumbres, a sus perversiones.

A cada uno le compete analizar su proceder, sus conductas y sus preferencias. Y cada uno, insanamente, habrá de justificarse para sobrellevar su atormentada vida.