León, Gto., 10 de abril.- Entrábamos al cuarto oscuro con los pedazos de rollo, luego de haberlos sacado de la cámara dentro de la bolsa negra, en la que metías las manos en mangas con resorte. Un rollo no podía recibir ni un poco de luz porque se velaba.
En el cuarto oscuro, el fotógrafo preparaba los químicos para revelar, el tiempo y la proporción de estos debía ser la precisa para que no se “quemara” la foto. Como un mago, como un alquimista prodigioso, los cuadros de papel fotografía, luego de ser sumergidos en los líquidos mágicos, comenzaban a presentar imágenes, las almas robadas cobraban vida ante nuestros ojos.
Las fotos se ponían en un pequeño tendedero para que se secaran y que ya impresas las ocuparan los editores del periódico para complementar sus notas, sus crónicas, sus entrevistas, sus reportajes; se sabía que una foto decía más que mil palabras…
Los fotógrafos peseteros tenían otra rutina: tomaban fotos de fiestas y llevaban a revelar sus rollos de 12, 24 o 36 fotografías al estudio abierto más cercano, en sus colonias o en el Centro de León. Las muchachas recibían los rollos, los metían en una bolsita y te daban el taloncito recortado para decirte que los recogieras por la tarde o hasta el día o días siguientes, dependiendo del trabajo que tuvieran.
Si estabas en el Barrio Arriba y tu impresión era urgente, en tan solo una hora, primero ibas a la terracita del jardín por una Sangría de Antaño preparada en copa coctelera, con hielo, sal, limón, o una nieve de garrafa… no faltaba las rolas de Carlos Santana, Samba pa ti, Europa o Black magic woman…
De unos 100 negocios de revelado e impresión que había, hoy por hoy solo quedan unos cinco en toda la ciudad. En esta semana cerró Foto Regis, de la Madero, casi esquina con Hermanos Aldama; vendían cámaras, vendían rollos, equipo fotográfico. Pero ya no está más. En su lugar abre Foto Zone un negocio de impresión digital; ya no se venden rollos, aunque sí van fotógrafos peseteros que tienen cámaras digitales o híbridas.
Lupita Ibarra, trabajaba en la Foto Regis que dominó el negocio por décadas; ahora es la encargada de Foto Zone, y cuenta que antes hasta que imprimías tu rollo sabías lo que habías tomado, era una incertidumbre, “ahora no, ahora traen sus archivos en tarjetas, en memorias, en sus cámaras, ahora puedes eliminar la fotografía que no te gusta”.
Cuenta Lupita que en otros lados, como los químicos están muy escasos, te cobran lo que es el revelado y aparte la impresión. En Foto Zone el tamaño regular que es 4 por 6 te cuesta dos pesos con 90 centavos, y si traes más de 100, te sale a uno 90.
Como el negocio evoluciona como la tecnología, y hay que innovar, Lupita da el servicio de impresión de álbumes digitales; en estos ya no se pegan las fotografías en el papel, sino que se imprime en forma directa sobre cada página y en las portadas de pasta dura; el diseño gráfico tiene mucho que ver. Por este servicio Lupita tiene clientes de ciudades tanto del estado como de otras de la región.
Recorremos el Centro y llegamos a Macrofoto que está por Álvaro Obregón, como si fueras al Santuario de Guadalupe; sí vender rollos de 35 fotos a 52 pesos. Solo que la máquina de imprimir por lo pronto se descompuso; en lo que la arreglan, lo que recomiendan es que vayas a la sucursal que está en 5 de Mayo.
Tal vez en poco tiempo el rollo fotográfico habrá desaparecido, como todo ese pasado que se difumina como una foto en blanco y negro que de tan vieja se hizo ya de tono sepia.