AGENCIAS, 9 de julio de 2022.- Netflix ha estrenado una nueva serie española prácticamente cada mes de este 2022. La primera en llegar fue la discreta ‘Feria: la luz más oscura’, luego fue el turno de la ridícula ‘Érase una vez… pero ya no’, mejorando la cosa de forma notable con ‘Los herederos de la Tierra’.
Con ‘Bienvenidos a Edén’ consiguieron un éxito notable pese a lo decepcionante que resultó en términos artísticos, mientras que ‘Intimidad’ también ha funcionado muy bien, siendo además una miniserie que va de menos a más. Ahora le toca a ‘La noche más larga’, un thriller que explora el asalto a una cárcel para intentar llevarse a uno de los presos. Para ello se prioriza un ritmo vibrante con el que engancha al espectador. Lástima que luego sea para dejarle a medias.
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Y es que el primer detalle importante que el espectador debería conocer es que no estamos ante una serie cerrada. A priori podría parecer que se trata de una intensa miniserie de seis episodios que va directa al grano, pero a la hora de la verdad estamos ante la primera temporada de una serie que no tiene garantizado continuar adelante. Con todo, le da para ser mejor que la mayoría de series españolas de la plataforma.
Eso sí, ‘La noche más larga’ nunca se va por las ramas, ni siquiera en el primer episodio que es el que tiene una mayor carga expositiva al tener que presentar tanto a los personajes principales como la situación a la que van a tener que hacer frente. Ya entonces se nota un enfoque directo, dando la información justa sobre sus personajes para que todo llegue al punto en el que se empiece a desatar el caos. Además, cuenta con la curiosidad de estar situada en plena Nochebuena, algo que ayuda a dar una energía diferente al relato, aunque luego eso es algo que nunca termina de explorar a fondo.
Esto redunda en que el toque de misterio nunca se desvanezca, lo cual ayuda a potenciar la amenaza que representan tanto los asaltantes que hay fuera como la de los presos de dentro que deciden liarla a su manera. La sensación de olla a punto de explotar crece gracias a este segundo punto de estrés, pero justo es destacar que ahí es donde la serie resulta algo más obvia, en parte porque los diálogos no terminan de tener la naturalidad necesaria para que no se sienta tanto como un recurso narrativo en lugar de algo que fluya dentro de la propia serie.
Las pegas de lo vibrante
Con todo, lo que no resta es en la vertiente más frenética de ‘La noche más larga’, pues sus responsables parecen más interesados en convertir a la serie en un chute de adrenalina que en cualquier otra cosa. Eso tiene dos consecuencias directas. La primera es que las amenazas se cumplen. Aquí no se andan con tonterías de decir vamos a matar a tal y luego se queda en nada. Es verdad que por ahora afecta a personajes con poca relevancia, pero justo es destacar que se siente como algo refrescante dentro de este tipo de propuestas.
La segunda es que la autoimposición de no dar respiro al espectador juega a veces en su contra. Y es que ya es difícil conseguir algo así en una película, porque simplemente llega un punto en el que la credibilidad salta por los aires, dependiendo de lo enganchado que uno esté pasarlo más o menos por alto. Sin entrar en detalles, de nuevo son acontecimientos en el interior de Baruca, la prisión psiquiátrica en la que transcurre la acción, donde esa búsqueda de las reacciones primarias no siempre funciona bien.
Eso podría deberse en parte a que algunos personajes no están perfilados de forma satisfactoria, lo cual se traslada a que sus acciones no nos importen demasiado y a veces se sientan como una mera excusa para añadir tensión que cualquier otra cosa. A cambio, Luis Callejo y José Luis García-Pérez aportan la dosis de convicción necesaria para que uno nunca llegue a despegarse de la pantalla. De Alberto Ammann prefiero no decir gran cosa, pues nunca ha sido un actor de mi agrado, más allá de que por momentos parece estar canalizando la misma energía interpretativa que usó en ‘Celda 211’. Con resultados menos satisfactorios, eso sí.