El miércoles 13 de este mes, el Departamento del Trabajo de los Estados Unidos, informó que la inflación general repuntó, con un aumento del índice de precios al consumidor de 5.4% entre septiembre de 2020 y el mismo mes de 2021, lo que implicó un ligero incremento respecto a la inflación anualizada del mes inmediato anterior. En el caso de México, la semana anterior, el INEGI había informado que la inflación general en México fue de 6.0%, la tasa más elevada desde abril de 2021. Estos son solo dos ejemplos de cómo las presiones inflacionarias están aumentando a nivel mundial y las causas son muchas y diversas, tal y como lo expliqué en mi entrega de la semana pasada. Aquí el punto es que las presiones inflacionarias provocan que diversos países comiencen a endurecer su política monetaria (elevando tasas de interés); y en los que no ha habido apretón de política monetaria, los bancos centrales analizan cómo eliminar paulatinamente los estímulos y transitar a una normalización de la política monetaria con tasas de interés neutrales de aproximadamente 2.0% (caso de EE.UU.).
Las presiones inflacionarias y su impacto en la política monetaria, es algo que preocupa en un contexto de incipiente recuperación económica, misma que en diversos países ha estado financiada en gigantescos estímulos gubernamentales y contratación de deuda. En este contexto es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar su más reciente reporte, en el cual emitió una alerta mundial recortando sus expectativas de crecimiento del PIB global y a nivel país, advirtiendo sobre una “divergencia peligrosa” en el desempeño económico entre regiones y naciones.
El FMI advirtió que las amenazas al crecimiento habían aumentado recientemente, señalando la variante delta del covid, las disrupciones crónicas en las cadenas de suministro, la creciente inflación reflejada en aumento de los precios de alimentos, energía y combustibles. Como resultado, el FMI recortó su pronóstico de crecimiento global y ahora espera que el PIB mundial aumente un 5.9% este año, lo que implica un 0.1% menos de lo que anticipó en julio de este año. El dato sigue siendo sólido e implica un rebote importante después de la contracción global del 3.1% de 2020. El pronóstico de crecimiento para 2022 se mantuvo sin cambios en 4.9%.
El FMI reconoce que a nivel global, las actividades económicas intensivas en mano de obra y las que implican intenso contacto humano, son las que se han visto más afectadas por la pandemia. También advirtió que detrás de su modesta revisión general se esconden grandes ajustes a la baja en la expectativa de crecimiento económico de algunos países. Dijo que en general las perspectivas para el grupo de países en desarrollo de bajos ingresos se han ensombrecido considerablemente debido al empeoramiento de la dinámica de la pandemia. La disminución de la expectativa de crecimiento agregado también refleja perspectivas más difíciles a corto plazo para el grupo de países considerados como economías avanzadas, en parte debido a las interrupciones en las cadenas de suministro. Para compensar parcialmente estos ajustes, las proyecciones para algunos países exportadores de productos primarios se actualizaron hacía arriba debido al aumento de los precios de los productos básicos.
Buena parte de la disparidad en el desempeño de las naciones se basa en diferencias en el acceso a las vacunas y la implementación de políticas públicas de apoyo a la actividad económica. Alrededor del 60% de las personas están vacunadas contra Covid-19 en los países ricos, pero menos del 5% lo están en las naciones de bajos ingresos. Las economías emergentes también están retirando más rápidamente los apoyos gubernamentales y se enfrentan a mayores costos por el encarecimiento de los alimentos.
Entre las economías más grandes del mundo, el FMI recortó su pronóstico para 2021. Concretamente, para los EE.UU., ajustó su pronóstico de crecimiento en un punto porcentual completo a 6.0%, principalmente debido a problemas de la oferta, pero aumentó su estimación para 2022 de 4.9% a 5.2%.
El FMI también pronosticó que China crecerá a una tasa del 8.0% este año y disminuirá a 5.6% en el 2022, lo que implica 0.1 puntos menos en comparación del pronóstico de julio de este año (podríamos esperar que ambos pronósticos se revisen drásticamente a la baja, ya que el grupo financiero Citi advirtió que China está entrando ahora en un período de estanflación aguda, aunque será breve).
Para el caso de México, que suele sufrir a un grado exacerbado los problemas de Estados Unidos, el FMI pronostica que su PIB se expandirá 6.2% este año y un 4% en el 2022. Esto implica un ajuste a la bajade 0.1 puntos en la perspectiva de crecimiento que se tenía el pasado mes de julio.
En contraste con lo anterior, el FMI elevó su proyección para la zona del euro al 5.0% para este año desde el 4.6% que estimaba en julio, y mantuvo su estimación para 2022 en el 4.3%. Las previsiones para Japón, el Reino Unido, Alemania y Canadá se redujeron para este año, pero se elevaron para 2022. Se preveía que los países de bajos ingresos avanzaran solo un 3% este año, una reducción de 0.9 puntos respecto de lo que se esperaba en julio.
Estanflación en puerta
La estanflación se define como una situación económica en la que un país que sufre de estancamiento económico a la vez que persiste el alza de los precios y el aumento del desempleo. Con esto en mente es que tal vez lo más delicado del reporte del FMI es que no obstante que se recortan las perspectivas de crecimiento de muchos países, también se advierte que la economía mundial está entrando en una fase de riesgo inflacionario. Es por ello que le pide a los bancos centrales que estén “muy, muy atentos” y tomen medidas tempranas para endurecer la política monetaria y suban tasas de interés en caso de que las presiones sobre los precios sean persistentes. El informe deja en claro que “los bancos centrales…deben estar preparados para actuar con rapidez si la recuperación se fortalece más rápido de lo esperado (problemas de exceso de demanda) o si los riesgos de aumento de las expectativas de inflación se vuelven tangibles”.
En este sentido, el reporte del FMI no está solo. En una nota del Wall Street Journal publicada el 13 de octubre se menciona que las perspectivas de la economía mundial se oscurecieron con la publicación de una serie de indicadores de Europa y Asia que sugieren que el crecimiento flaqueó en el tercer trimestre, obstaculizado por los problemas de las cadenas de suministro en todo el mundo, una fuerte aceleración de la inflación y el impacto de la variante delta del covid.
Desde Suecia y el Reino Unido hasta Alemania y Japón, los puertos están congestionados y los cuellos de botella en el comercio internacional de materias primas y componentes han impactado negativamente a las fábricas, lo que ha provocado que algunas de éstas detengan la producción y que los ejecutivos adviertan a los clientes que tendrán que esperar por los productos que se necesitan con urgencia.
El FMI advierte que derivado del aumento de la inflación en varios países, los riesgos para las perspectivas económicas han aumentado, lo que ha vuelto más complejo el análisis costo-beneficio de una política cobre otra. ¿Se debe privilegiar la estabilidad de precios y menores tasas de interés en un contexto de débil demanda agregada y frágil recuperación económica? El FMI recomienda mitigar las presiones inflacionarias antes de permitir que se arraiguen las mentalidades inflacionistas en los agentes económicos. “Una espiral de dudas podría frenar la inversión privada y conducir precisamente a una recuperación más lenta del empleo que los bancos centrales buscan evitar cuando retrasan el endurecimiento de las políticas”, advirtió el FMI. En otras palabras, los bancos centrales no deben hacer nada si la inflación es transitoria, pero deben intervenir rápidamente si no lo es. Si tan solo los bancos centrales supieran cuál es cuál.
Por su parte, se debe destacar que existe una peligrosa divergencia en la implementación de políticas económicas entre países. Mientras que México lleva tres apretones de 0.25 puntos porcentuales en la tasa de interés objetivo del Banco de México, el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) sigue analizando la pertinencia de disminuir o eliminar su programa de compra de bonos en algún momento de principios de 2022 (hablar de subir tasas de interés es casi impensable). Para ilustrar las diferencias monetarias, tenemos que en la primera semana de octubre de 2021 estas eran las tasas de interés nominales de los bancos centrales de algunos países: Suiza (-0.75%), Dinamarca (-0.60%), Eurozona (-0.50%), Japón (-0.10%), Reino Unido (0.10%), Estados Unidos (0.13%), Canadá (0.25%), Corea del Sur (0.75%), Chile (1.50%), Colombia (2.00%), China (3.85%), India (4.00%), México (4.75%), Brasil (6.25%), Rusia (6.75%), Turquía (19.6%) y Argentina (51.4%).
El pronóstico central del FMI es que la inflación aumentará drásticamente hacia fines de este año, pero que se moderará a mediados de 2022 y luego volverá a niveles previos a la pandemia, similar a la narrativa actual de la mayoría de los bancos centrales. Sin embargo, la realidad y las perspectivas de los consumidores están mostrando ser más persistentes. Es evidente que los riesgos de inflación están sesgados al alza, mientras que los del crecimiento están inclinados a la baja, mientras que la receta del FMI es que los bancos centrales actúen subiendo tasas si los precios muestran signos de durabilidad.
La conclusión de todo esto es que el mundo seguirá transitando en una fase de inflación que se irá extendiendo a lo largo y ancho del planeta. La gran incógnita es si estas presiones serán de corta o larga duración, pero en el inter veremos un apretón monetario. En México ya estamos acostumbrados a las altas tasas de interés, el riesgo es lo que sucederá con el tipo de cambio peso-dólar cuando se acabe el exceso de liquidez mundial y Estados Unidos tenga tasas de interés en torno a un 1 o 2%. El impacto en la paridad peso-dólar puede afectar la tasa de inflación y ello puede generar mayores alzas en la tasa de interés en México, las cuales podrían llegar a niveles de un 6.0% el año que viene. En este escenario, podríamos esperar mayores costos financieros para el gobierno federal y empresas, menos inversión y menor crecimiento económico.