Hace unos días la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dio a conocer los saldos de la deuda pública de México al cierre del 2019 y hay relativamente buenas noticias. Esto porque contrario a la desastrosa gestión de las finanzas públicas durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, el primer año de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador resultó de una evolución ordenada del saldo de la deuda pública, tal y como veremos en esta entrega.
La deuda pública en el sexenio de Enrique Peña Nieto
Al cierre de diciembre de 2012 el saldo total de la deuda neta del sector público fue de 5.352 billones de pesos, pero durante el sexenio de Peña Nieto dicho saldo aumentó hasta los 10.829 billones de pesos al cierre de 2018, lo que representa un incremento de 5.477 billones de pesos o bien, un 102.3% de incremento nominal. Este ritmo de aumento implica que con Peña Nieto el país se endeudó a razón de 912.8 miles de millones de pesos (mmdp) al año, cifra equivalente a ¡2.499 miles de millones de pesos diarios! El tamaño de este número es enorme, por lo que queda más claro si decimos que en el sexenio pasado el ritmo de aumento de la deuda total del sector público fue de 104.2 millones de pesos por hora o 1.73 millones de pesos por minuto.
Cabe señalar que la totalidad de la deuda del sector público está compuesta por la deuda del gobierno federal más la deuda de empresas públicas como PEMEX y CFE, así como de la deuda de otros organismos como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Si consideramos que en el cuarto trimestre de 2012 el PIB nominal fue de 16.4 billones de pesos y que en el mismo trimestre de 2018 éste fue de 24.3 billones de pesos, esto implica que el saldo de la deuda neta del sector público pasó de representar el 32.7% del PIB en 2012 a representar el 44.6% del PIB en 2018. Queda claro pues que en el sexenio Peñista, el peso de la deuda aumentó en 11.9 puntos porcentuales del PIB, lo que implica un incremento de casi dos puntos porcentuales del PIB por año. Si tomamos en consideración que la economía mexicana creció en promedio a una tasa de 2.4% durante el periodo de 2012 a 2018, pues con las cifras del aumento de la deuda pública queda claro de donde salió buena parte del impulso económico que vivimos. En otras palabras, podemos hipotetizar que si Peña Nieto no hubiera endeudado al país como lo hizo, la economía mexicana prácticamente no habría crecido.
Producto del incremento desordenado del saldo de la deuda total del sector público, aunado al aumento en las tasas de interés en México, es que el costo financiero de ésta se elevó de manera considerable. En el 2012 dicho costo fue de 305.118 mmdp y para el 2018 éste ascendió hasta los 615.040 mmdp, lo que implica un incremento de 101.57% en el pago de intereses. Este incremento en el costo financiero de la deuda significa que comparado con el 2012, en 2018 el sector público federal tenía unos 309.922 mmdp menos disponibles para atender los grandes rezagos del país en materia de infraestructura, seguridad, combate a la pobreza, desarrollo regional, entre otros.
La deuda pública en el primer año del sexenio de AMLO
Como se señaló líneas arriba, al cierre de 2018 el saldo de la deuda pública de México fue de 10.829 billones de pesos, mientras que al 31 de diciembre de 2019 dicho saldo fue de 11.027 billones de pesos, lo que significa que en el año que recién concluyó el saldo de la deuda neta pública aumentó en apenas 197.6 mmdp o en un 1.8% nominal. Si tomamos en consideración que el PIB mexicano fue de unos 25 billones de pesos a cierre de 2019, entonces queda claro que el saldo de la deuda pública como porcentaje del PIB bajó ligeramente a 44.1%.
Resulta evidente que este ritmo de endeudamiento es apenas un 20% de lo que fue en el sexenio de Enrique Peña Nieto, lo cual son buenas noticias para México. Haber roto la inercia de endeudamiento irresponsable de los seis años anteriores.
Es importante destacar que es verdad que el año pasado el gobierno federal tomó más de la mitad de los recursos, unos 125 mmdp, del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP), para compensar la caída de los ingresos por impuestos y petróleo en el ejercicio fiscal 2019.
Y es que en el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los ingresos tributarios fueron menores en 108.75 mmdp respecto a los esperados de 3.311 billones de pesos; mientras que los ingresos petroleros llegaron a 955.55 mmdp, casi 89.9 mmdp menos de lo esperado. Este faltante se compensaría con más deuda pública o utilizando los recursos del FEIP. El gobierno de AMLO optó por lo segundo probablemente porque López Obrador prometió en campaña no endeudar más a México y que el saldo de la deuda aumentaría en función de la inflación, algo que si cumplió en 2019.
Supongamos que no hubieran tomado los recursos del FEIP, entonces hubieran tenido que compensar la caída en la recaudación fiscal con más deuda pública. En este caso, pues la deuda del sector público hubiera crecido en 2019 en unos 322 mmdp (125 mmdp adicionales a los 197.6 mmdp en que aumentó el saldo de la deuda neta total). Esta cifra de cualquier manera está muy por debajo del casi billón de pesos que nos endeudó por año el presidente Peña Nieto.
No obstante que la deuda del sector público creció a un ritmo mucho menor en 2019 respecto de los seis años anteriores, el costo financiero de ésta llegó a su nivel más alto de la historia. En 2019 el sector público federal destinó 666.5 mmdp a pagar los intereses de la deuda, lo cual es 8.36% nominal más alto a lo pagado en 2018. Si tomamos en consideración que el gasto neto total por parte del sector público fue de 5.786 billones de pesos en 2019, entonces queda claro que el 11.5% de los gastos totales se destinan a pagar intereses de la deuda, en lugar de servir para abatir los rezagos mencionados líneas arriba.
Consideraciones finales
Si bien el manejo económico del país que ha llevado a cabo la administración del presidente López Obrador deja mucho que desear, ya que la economía ha entrado en recesión acumulando tres trimestres consecutivos con caídas anualizadas del PIB, en materia de finanzas públicas el manejo ha sido mucho más responsable que el de la administración del presidente Peña Nieto.
López Obrador y su Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, han sabido mantener a los inversionistas financieros tranquilos, así como a las calificadoras de riesgo. Muestra de ello es que el riesgo país de México cerró el 2019 en un nivel de 177 puntos base, con lo que acumuló en dicho año una disminución de 64 puntos. De igual forma, el pasado mes de diciembre de 2019, la agencia calificadora de riesgos, Fitch Ratings, nos mantuvo la calificación en un nivel de grado de inversión BBB con perspectiva estable.
Ahora el reto será mantener la disciplina fiscal para que el ritmo de crecimiento de la deuda del sector público se mantenga bajo. De igual forma, se debe cuidar el abatir los problemas de corrupción, inseguridad, gobernanza, Estado de derecho y la debilidad en la plataforma petrolera de Pemex. Si no trabajamos en estos aspectos, eventualmente nuestro país lo resentirá en la forma de la pérdida del grado de inversión. López Obrador ha demostrado tenerle respeto a las calificadoras de riesgo, y por eso se ha esforzado por mantener la disciplina fiscal, ojala que no lo eche a perder por no atender estos problemas.
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