La democracia. ¿Que nos falta?, ¿Garantías o simulacro?

Hay momentos en la historia en los que los países parecen caminar sonámbulos hacia el precipicio. Momentos en los que las instituciones se vuelven de adorno, la Constitución se convierte en consigna vacía y la ciudadanía, cansada, frustrada y decepcionada deja de reconocer en el Derecho un espacio de protección. Hoy en México, estamos allí y quien no quiera verlo solo se engaña a sí mismo.

La democracia no se muere de un día para otro, se va degradadando poco a poco, se erosiona, se vacía, hasta quedar convertida en un cascarón en el que las garantías ya no garantizan, por lo que los derechos fundamentales se vuelven sólo buenos deseos y nos encontramos ante a un poder sin freno, disfrazado de legitimidad electoral, dispuesto a nombrar “voluntad del pueblo” todo aquello que convenga a sus intereses.

En México, en España y en tantos otros países, vemos el mismo fenómeno, gobiernos que confunden representación con omnipotencia, que van como aplanadoras por encima de cualquier marco jurídico, tribunales presionados para doblarse y ciudadanos que, con justa razón, sienten que no hay esperanza ni defensa contra la corrupción, que se resignan al cinismo de las terribles historias llenas de delitos  de los políticos que se exhiben sin consecuencia alguna, presumiendo su capacidad de estar protegido por la impunidad. Eso no es democracia, eso es un simulacro.

Ningún poder es legítimo si no está limitado, ningún derecho existe si no está garantizado; así de sencillo y así de difícil de asumir para quienes creen que gobernar es mandar a su gusto y ocurrencia y no obedecer a la Constitución.

Como juristas, como académicos, como defensores del Estado constitucional, no basta con diagnosticar. Nos corresponde actuar, Levantar la voz cuando arrinconan a los jueces, cuando pretenden desmantelar los mecanismos electorales, señalar con precisión cuando se manipulan conceptos como “soberanía” o “pueblo” para justificar abusos.

La crisis democrática no es ajena ni abstracta, nos afecta a todos, aunque finjamos demencia y practiquemos la apatía activa, esta crisis nos pega en nuestra vida, nuestra integridad, nuestro patrimonio y nuestra dignidad. La ausencia de garantías no es una teoría rota; es una tragedia cotidiana con efectos reales.

Por eso hoy la pregunta es ineludible ¿Queremos seguir aceptando una democracia sin protección a las minorías, sin observancia de derechos, sin límites y sin responsabilidad, o estamos dispuestos a defender la única democracia que merece ese nombre, la que se construye con garantías?

No hay términos medios, no hay excusas históricas. no hay neutralidades posibles. O defendemos el Estado constitucional, o aceptamos que otros decidan por nosotros el tamaño de nuestros derechos.

Mtra. Katya Morales Prado
Abogada egresada de la Universidad Iberoamericana León. Maestra en Derecho Corporativo, por la Universidad Latinoamericana. Maestra en Derecho Constitucional y Amparo, por la Universidad Iberoamericana León, con un Máster en Políticas Anticorrupción Iberoamericanas por la Universidad de Salamanca, España. Presidenta de la Barra Mexicana de Abogados en el Estado de Guanajuato