Mientras que en Estados Unidos se estima que entre la población civil se tiene un stock aproximado de entre 310 y 390 millones de armas (legales), en México hay un dato de 15 millones de armas en posesión de ciudadanos de las cuales 13 millones son ilegales y 90% de estas en poder de grupos del crimen organizado.
Estos datos salen a colación luego de la masacre ocurrida en la escuela primaria de Uvalde, donde las historias en particular nos conmueven, porque se trata de personas inocentes masacradas por un joven alienado y por una legislación indolente y mortífera.
Creo yo que una cosa era el permiso de portación en el “lejano oeste” antes y después de la independencia de los Estados Unidos, y otra la legislación para la permisibilidad, que se concretó en 1791, en la Constitución federal y la de muchos estados.
Nos quedamos fríos cuando vemos la facilidad que tuvo el muchacho agresor en conseguir pistola y rifles de alto poder, más mil cartuchos, en un sitio de venta en línea, como comprar ropa por internet, y con las que finalmente cometió el múltiple homicidio.
Pero la retahíla de ataques en planteles educativos da escalofrío desde el ocurrido en Columbine en 1999, donde dos jóvenes mataron a 12 estudiantes y un maestro.
Sin embargo, las masacres se han suscitado también en centros comerciales, en eventos masivos, en estaciones del metro, muchas veces con motivaciones racistas y otras por resentimientos sociales y sin ningún sentido mayor que el de la notoriedad en medios y redes sociales.
Los defensores del “sagrado” derecho de la adquisición y posesión de armas como son los de la Asociación Nacional del Rifle, dijeron que el ataque en Uvalde fue por parte de una persona con enfermedad mental, pero en lo que no aceptan culpa es que ellos le vendieron las armas homicidas.
Si la culpa está en la existencia de psicópatas, entonces que le vayan pensando más porque el consumo de drogas deja cada año a miles de personas con distintas psicopatías, cuando no, muchos muertos, como es el caso de los que suceden por el consumo de fentanilo.
La cultura de las armas en EU ha permitido que este país sea el primer lugar en el mundo de presencia de estas por cantidad de habitantes. El último censo indica que la población es de 331.4 millones. Más de un arma per cápita, si nos atenemos a los 390 millones de unidades.
Muchos dirán que, en México, si bien la venta de armas está regulada, el tráfico de estas está a todo lo que da, especialmente por las que vienen de manera ilegal desde el vecino país del norte.
Dos circunstancias y fenómenos distintos de homicidios dolosos son los que se dan en EU y en nuestra Nación. Allá con la permisibilidad de compra y posesión, y aquí por el tráfico ilegal.
Fuera de los ataques armados, en Estados Unidos se tiene mayor seguridad pública y menos violencia, proporcionalmente hablando, que en nuestra República.
Aquí, el promedio de homicidios dolosos, lo sabemos, es de hasta 100 por día; en lo que va de este sexenio se han acumulado 120 mil asesinatos intencionales, que incluyen múltiples masacres, muertes de policías y agentes federales.
Más que de la población civil, las soluciones, o inicios de soluciones, deben de provenir de los gobiernos de los países, allá con un mayor control de la posesión y venta de armas (evitando el tráfico hacia México) y acá, con una mejor aplicación de la ley.
Lo que se ha visto en la Unión Americana es la urgencia de retomar el debate sobre mayores controles para la venta de armamento, pero la polarización es lo inexplicable. Habrá que ver si es que se da o no ese debate en el Congreso de Estados Unidos.