Anteriormente ejercida por el estado, por la iglesia, por lo grupos en el poder, de lo cual tenemos múltiples ejemplos: Constantino canceló todas las religiones, para imponer una sola fe. La iglesia canceló cientos de libros, (el índice) por considerarlos dañinos al orden establecido. La revolución mexicana canceló todos los latifundios.
Cada grupo en el poder encuentra razones suficientes para cancelar lo que va en contra de sus intereses, atacando furiosamente a todos los opositores. Así lo sufrió Galileo que desafió la cultura egocéntrica, así lo sufrió Sócrates y tuvo que tomar la cicuta. Así fue perseguido Darwin por su teoría de la evolución. Así fue denostado Freud por su teoría sexual.
Me formé en una universidad muy de vanguardia, con una orientación en psicología muy particular, pero los docentes siempre nos dijeron: hay que estudiar y conocer de todo, para poder elegir.
Estaba, por así decirlo, prohibido prohibir. Todo se podía poner en tela de juicio. No había nada vetado o censurado, pues las verdades o falsedades absolutas no cabían en mi Universidad.
Opinábamos apoyando o disintiendo en toda libertad, las discusiones eran apasionadas, acaloradas, pero respetuosas. No se denostaba ni a la persona ni el comentario. Cómo añoro esos tiempos. Hoy es tan difícil dar un punto de vista, pues cada día hay más gente que se siente ofendida.
Vivimos un radicalismo fulminante. No cada grupo, sino cada persona se siente dueña de la verdad. Quiere que se le respete su punto de vista, pero es incapaz de respetar a los demás. Vivimos en la dictadura del así pienso yo. Pues se torna propiamente imposible que otros escuchen, analicen, piensen los puntos de vista contrarios.
En esta época en que se han multiplicado los canales de comunicación, los vemos cancelados por lo políticamente correcto. No se puede opinar ni decir nada que vaya en contra no ya de un grupo, sino de una sola persona.
Estamos cayendo en la cultura de la autocensura, mejor no opinar que lastimar a alguien, que le pueda parecer dañino el decir blanco o negro, arriba o abajo.
Cierto que hay que ser respetuosos, soy el primero en decirlo, pero parece que cada día se está limitando, contrayendo, censurando todo. Crece la cultura de la cancelación, ahora no por grupos de poder, sino por millones de ciudadanos que se sienten ofendidos.