Una de las cosas que nos enseñan en casa es que tenemos que platicar y decir lo que nos sucede, cada padre a su manera y forma nos repiten que podemos confiar en ellos, que la familia nos va a poyar y que es nuestro lugar seguro.
Conforme avanzamos, vamos tomando en cuenta ciertos patrones de conducta y costumbres de casa que repetimos en otros ámbitos en donde nos relacionamos, como es la confianza que ponemos en otros, la manera de conversar y de poner reglas y llegar acuerdos.
Sin embargo, muchas veces la realidad nos despierta de lo que debería ser y que no es. Nos damos cuenta, que nuestro hogar no es un sitio seguro, que no podemos confiar en nuestra familia, que hay muy pocas personas con las que puedas contar, que no siempre recibes lo que das y que tristemente hacer lo correcto no te salva de situaciones peligrosas.
Cuando nos sucede una situación que nos lastima y pasa los límites de lo que decidimos y no permitimos, lo esperado y congruente es hablarlo, exponerlo, defendernos, alejarnos, sanarlo y avanzar. Pero cuando estas situaciones suceden en un entorno familiar, con alguien en quien confiamos, con personas con las que convivimos, estos pasos ideales, se convierten en un problema, pues la falta de honestidad y responsabilidad de quien nos lastimó, y cuya convivencia continua de una u otra forma, nos convierte los culpables de esta problemática.
Provocando que pasemos a sentir culpa y ser responsables de un hecho que no buscamos, que no quisimos y que nunca estuvimos de acuerdo. Y es justo este sentimiento de culpa provocado que hace que no podamos hablar, defendernos, avanzar, y que, en momentos, este dolor se quede atrapado por tiempos indeterminados en nosotros, teniendo grandes complicaciones a corto, mediano y largo plazo.
Tenemos que quitarnos ideas erróneas en nuestra educación, aprender que el árbol genealógico se poda, que la familia te puede lastimar, y que lamentablemente tu casa, no siempre es un lugar seguro, aprender que hay gente que nos va a hablar por conveniencia y que no siempre tendrá la consideración por nosotros, que no siempre vamos a recibir lo que damos, pero sobre todo las cosas inculcar que tengamos el parentesco que tengamos, debemos alzar la voz para defendernos.
No basta con decir que pueden confiar contigo, que puedes hablar todo lo que necesites, sino debemos trasmitirlo, preguntar el sentir, observar, leer entre líneas, ver la congruencia de las personas que nos rodean (lo que dicen con lo que hacen), creer las situaciones, defender, proteger y no durar en poner límites por uno mismo y por quien nos acompaña.
Pero sobre todo decirte que no permitas que la culpa de algo que tú no buscaste se quede contigo, que las acciones dañinas de otros, te hagan dudar de ti, que la agresividad con la que actúan no te intimide a levantar la voz, a defenderte, a no conformarte ni permitir un dolor ni una situación que nunca permitiste.
Que no estás sola ni solo, que en el camino a mejorar encontraras a alguien quien te acompañe con sinceridad, con amor y con seguridad.







