Los ojos del mundo están observando a Guanajuato y esta vez, no es precisamente por las momias y da pena ajena que seamos la atención por la nota roja, la cual parece que es la constante.
El tema es de seguridad nacional con tintes de carácter internacional toda vez que el robo de valores rebasa cualquier libreto del director de películas de suspenso, Alfred Hitchcock, porque no es posible que en tres minutos hayan perpetrado dentro del Aeropuerto Internacional del Bajío un robo, cuantificado aproximadamente en la cantidad de 46 millones.
La intención de esta columna no es dar una reseña de los protocolos de seguridad por los cuales están obligados a pasar la Policía Federal, la Seguridad Privada del lugar, el Instituto Nacional de Migración, el Ejército, la Seguridad Aeropuertuaria, etc., pero lo cierto es que quien debe de dar una respuesta suficiente y satisfactoria, es el Director del Aeropuerto, porque no es concebible y resulta ser un insulto a la inteligencia, de cualquier ciudadano de a pie, que carezca de la más mínima experticia de lo que es un sistema de seguridad, debido a que en uno de los lugares que en teoría debería de estar más resguardado, cuidado y vigilado, es el lugar más sencillo para cometer un golpe millonario que asciende, como lo he dicho, a la cantidad de 46 millones de divisas en donde había dólares, libras esterlinas, pesos mexicanos.
Hagamos el siguiente ejercicio, si Ud como cualquier usuario pretende transportar una caja a través de las empresas dedicadas al transporte, en esta quedan asentados el nombre del destinatario y el remitente, pero sobre todo hago hincapié en que se cuestiona al cliente qué es lo que se va a enviar y si quiere que el embarque sea con seguro, para que en caso de extravío o robo, la empresa transportadora pague un porcentaje del costo del producto, porque de lo contrario si se extravía, sólo pagarán una cantidad fija que regularmente es una cantidad menor.
En este orden de ideas, imagínese Ud que va a transportar 50 millones de pesos, por añadidura el o los propietarios deberán exigir todo tipo de medidas de seguridad, habida cuenta de que existe el temor fundado de que en caso de existir fuga de información, los bienes no lleguen a su destino, situación que en la especie no aconteció.
Así las cosas, los guanajuatenses ya se acostumbraron a vivir en pánico porque hay displicencia de que aquí no pasa nada, y todos son hechos aislados.
Sin embargo, los hechos rebasaron cualquier cuento de hadas que nos quisieran relatar las autoridades, desde mi perspectiva, no tenemos tiempo de seguir esperando a que se resuelva este tipo de asuntos porque sin duda algunas, afectarán el tráfico internación y no debemos pasar por alto, que el aeropuerto, recibe y traslada valores, pasajeros y mercancías a diferentes países, como lo son algunos Estados de la Unión Americana.
La escalada de la inseguridad, ha llegado a la cima de la montaña embrujada, porque los robos ocurren por doquier, en cualquier municipio de nuestro Estado, llámese Silao, Irapuato Salamanca, Villagrán, León, etc.
Llegó la hora de que las carpetas de investigación se hagan con todo prontitud y diligencia, que se finquen responsabilidades a aquéllos que fueron cómplices o bien omisos en el deber de cuidado que les incumbía, porque si se demuestra que abandonaron sus deberes debe actuarse en consecuencia.
Cierro esta participación, recordando que las autoridades aeropuertuarias policiacas están muy prestos para sancionar o infraccionar a aquel vehículo que ose permanecer estacionado en las avenidas del aeropuerto; en la revisión de los pasajeros, decomisan hasta un cortauñas porque lo consideran como un objeto punzocortante, pero curiosamente un embarque de estas dimensiones lo desdeñan y llevan un guardia vigilando y sin armas, lo que resulta realmente inverosímil. Por último solo pedimos a las autoridades que no se deslinden de las responsabilidades entre si, con el argumento de la competencia territorial, ya nos sabemos esos cuentos, los ciudadanos guanajuatenses solo claman tener la posibilidad de tener o gozar de la tranquilidad y la paz pública.
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