La brevedad y los detalles

“Hay momentos así en la vida: se descubre inesperadamente que la perfección existe, que viaja en el tiempo, vacía, transparente, luminosa y que a veces viene en nuestra dirección, nos rodea durante breves instantes y continúa hacia otros parajes y otras gentes.” –José Saramago-

“Siempre me ha gustado la gente que va contra el viento y contra la corriente. Los que no se ponen del lado de los fuertes. Amo a esas personas porque tienen el viento en la cara y siempre huelen y olerán a limpio”. –Alda Merini-

“Cuando te veo regar las plantas pienso que el mundo necesita eso: la combinación justa entre la presencia y el cariño. En tus manos cualquiera se animaría a florecer”. –Cumelén Labrit-

“No se puede esperar construir un mundo mejor sin mejorar a las personas. Cada uno de nosotros debe trabajar para su propia mejora”.  -Marie Curie-

Todo esta en los detalles y en la brevedad que suscitan. Los Haikus son eso fijarse en los detalles y capturar la vida en la brevedad de las palabras. La sabiduría del pueblo japones esta en lo simple y en lo breve con lo que se construye la percepción de la eternidad. La ceremonia del té así lo atestigua. La brevedad capturada y el cuidado de los detalles, que en el mundo occidental son contra culturales si aceptamos que vamos a prisa, sin fijarnos en los detalles de la vida y en dedicar unos minutos y hasta horas en lo que parece insignificante.

Poner atención en el canto de un ave, en observar el color de una flor, el sentir los latidos de nuestro corazón, apreciar el aroma del café recién hecho, disfrutar el agua sobre el cuerpo al bañarnos, sentir la piel al secarla, el saborear un bocado de comida caliente, el poder poner atención al azul del cielo o terminar por la noche intentado ver las estrellas o dejaros iluminar por la sonrisa de la luna.

No hay tiempo. El tiempo se ha trasformado en mercancía, que se mide, se cuenta, se mal gasta, desde los principios de la economía del mercado. El cariño, las caricias, los besos, los abrazos son rápidos y fugaces. No hay tiempo para sentir y pensar lo que se vive. No queremos gestionar y no sabemos cómo atender las emociones, preferimos la reactivad, hacer caso al instinto, a lo primitivo, al “ello” puesto en acción y al uso de la justificación de “así soy yo y ya”. Aceptar un error, implica hacer tiempo para la reflexión, el darse cuenta y fijarse en los detalles de lo que se hizo, y de lo que se dijo implica parar y tomar consciencia de los detalles.

Los poetas se fijan en los detalles y ponen en las palabras la brevedad de la existencia. Las y los escritores se dan a la tarea de hacer que las palabras, aun por breves, atrapen la inmediatez y lo fugaz, lo breve queda en registros de tinta y en signos tipográficos que se plasman en una hoja de papel, en una servilleta o ahora como bites sobre una pantalla digital, palabras que buscan escabullirse y tocar corazones, alterar la respiración, convocar a la nostalgia, a hacer retumbar la cabeza con las voces y sonidos que las palabras registran como surcos de un disco de acetato.

Todo esta en los detalles y en la brevedad. Lo bueno se escurre entre los dedos, como agua cristalina que no puede ser atrapada en los cuencos de nuestras manos. La felicidad es un soplo de viento que inesperado nos refresca el rostro y nos saca un suspiro desde el fondo del alma. La sonrisa que dibuja otra sonrisa y que se desvanece al sentir la alegría instantánea de un saludo imprevisto al cruzarnos con el ser amando y hasta con el rostro de una persona desconocida. La sensación de plenitud que dura lo que segundero del reloj tarda en registran el siguiente segundo. El sentir el calor y el latir de otro corazón ante el abrazo que celebra el encuentro con un “otro” que nos hace sentir que somos importantes para esa persona. El amor esta en los detalles, y en el disfrute de la brevedad de poder sentirlo y vivirlo sin restricciones.

Isabel Allende se pregunta:  “¿Qué nos pasó? Tal vez estamos en el mundo para buscar el amor, encontrarlo y perderlo, una y otra vez. Con cada amor volvemos a nacer y con cada amor que termina se nos abre una herida. Estoy llena de orgullosas cicatrices”.

Las cicatrices son esos detalles y la brevedad esta al sentirlos cuando pasamos los dedos sobre la piel que ha sido herida, o cuando nos permitimos que otros dedos recorran nuestras cicatrices. Nadie sale ileso del amor. Pero nadie puede vivir sin amor.

En lo pequeño, en los detalles se construye la vida. Eduardo Galeano escribió: “Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenan la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y, al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.”

Entre el detalle y la brevedad está el infinito. La materia cósmica y los espacios entre las partículas de los átomos existe ese infinito, -el de la física cuántica y la teoría de cuerdas- que demuestra que todo es cuestión de fuerzas, de tensiones, de cargas, e interacciones dinámicas de la materia, en donde el ser y estar, es un juego de sortilegios y deseos, donde el azar y la probabilidad es una multiplicación entre la eternidad y el infinito, que a veces es posible llenar entre brevedad de la vida y los detalles que nos definen como seres humanos, finitos e inacabados, que es al final de cuentas es la oportunidad de comprender y de conocer los detalles del universo y la vida que tenemos.

El universo hay un espacio que se expande. En la brevedad está el silencio.

Hamlet Lima Quintana poeta argentino nos dejó este poema, que viene bien para decirnos que los detalles cuentan en “La breve palabra”. El detalle de la brevedad esta en el sentir y en el pensar, para desde ahí el poder intentar todas las veces que se necesario el llegar a ser “eso” que tanto soñamos y deseamos.

“La breve palabra”

 

A veces el silencio es la palabra justa,

la que enciende las luces, la que mejor se escucha,

la que place o se sufre cargada de milenios,

la que otorga hermosura,

la flor del pensamiento.

 

En ese momento de la clara armonía,

de la mejor tristeza, de la entera alegría.

Es el gran fundamento que ronda a la grandeza:

tu palabra y la mía

habitan el silencio.

 

Por eso la palabra

debe ser pronunciada

como una ceremonia

con aire de campanas,

una fiesta del alma,

farol del pensamiento,

porque fue generada

por el mejor silencio.

 

“Los muertos reciben más flores que los vivos, ya que el pesar es más fuerte que la gratitud”.

       Ana Frank