De unos cuantos años a la fecha, se ha dado por nombrar a los hijos de las madres solteras “la bendición” o “la bendi”, eufemismos desastrosos que suavizan los alcances y las consecuencias de cada día más y más niños que crecen, en general, solamente con la madre y en muchos de los casos los recluyen con los abuelos.
Pese a que los métodos anticonceptivos están propiamente al alcance de todos, mujeres y hombres de todos los estratos sociales y económicos siguen teniendo relaciones sexuales sin su uso.
Por una parte, tenemos que lo más visible es el embarazo, pero hay enfermedades de trasmisión sexual que no se manifiestan de inmediato, en ocasiones, no logran saber, a ciencia cierta quien los ha contagiado (a ellos o a ellas).
Ya desde los años setenta, surgió una investigación en los Estados Unidos referente al por qué las adolescentes se embarazaban si tenían los medios y la información para evitar el embarazo y se llegó a la conclusión que una gran mayoría se dejaba embarazar.
Hoy tenemos anticonceptivos, condones masculinos y femeninos, las pastillas del día después, todo al alcance de la mano, los regalan en los Centros de Salud, hay en el IMSS, en el ISSSTE, muy económicos en cualquier farmacia, en las tiendas de conveniencia, unas que se escribe con doble XX, los surten por internet, los venden en los moteles, etc. y de los abortos ni hablamos para no pisar cayos y se desvíe la atención. Ese será otro artículo.
No obstante, muchas mujeres tienen a sus bendiciones. Hay una estadística que dice que la mujer que se embaraza antes de los 15 años tendrá al menos 5 “bendis” de al menos tres padres diferentes.
Hombres desobligados, dirán muchas y muchos. Esa es otra historia y será otro artículo. Lo cierto que es mujeres echan a perder su vida y complican la vida de las bendiciones, arrastran a los abuelos, ya viejos, a seguir lidiando con chiquillos.
Claro que siempre dicen en publico que disfrutan de las bendis, que son eso, una bendición, pero maldicen a la vida, al padre de las bendis (o a los padres), al destino y a todo lo que se puede en privado. Un estudio ha revelado que la gran mayoría de las mujeres está arrepentida de ser madre y al preguntarles a las madres solteras, ese número de arrepentidas crece.
Hay quienes ya no pueden cambiar su realidad, pero quienes estén a tiempo, tomen decisiones cerebrales. La vida nunca perdona.