La auto censura de la primera Ombudsperson en Guanajuato

El pasado mes de febrero fue nombrada por el Congreso, en franca mayoría, Karla Gabriela Alcaraz Olvera como titular de la Procuraduría de los Derechos Humanos por un periodo de cuatro años. En aquel momento los titulares de medios de comunicación destacaban dos atributos esenciales en nombramiento: la primera mujer y, una servidora pública con vasta experiencia al interior de la institución.

Lo primero fue una cuestión que estuvo rondando el debate político durante el proceso de selección, era casi previsible que se elegiría a una mujer. Los argumentos en torno a ello atendían al contexto que se ha denominado el tiempo de las mujeres, la PEDH como casi todas las instituciones habían resistido la incorporación de las mujeres, luego entonces, ese era el momento de la asignación como finalmente ocurrió. Lo segundo, se presentó como una posibilidad de dotar de nuevos tiempos a un espacio que históricamente ha urgido de perfiles técnicos probados con autonomía y liderazgo frente al resto de los poderes públicos. En resumen pírrico, primero no dura mucho, lo segundo se acredita en el presente.

Con esas expectativas, mujer y una servidora pública con trayectoria, se dio la llegada de la primera procuradora. La lectura de atender al ya les tocaba a las mujeres reduce en su totalidad todas las implicaciones históricas, políticas y sociales que explican el camino de las mujeres, y cómo sus nombramientos deberían estar más asociados a la concepción de justicia, de democracia y de igualdad, que a una temporalidad vinculada con la coyuntura.

Las mujeres que son nombradas por primera ocasión en un cargo, como el caso de Karla Gabriela, no deben de ser ajenas a estas percepciones, y otras, que deben ser replanteadas a una mirada pública parcial. Sus presencias, posiciones y voces en el debate son fundamentales. No solo llegaron porque es tiempo de las mujeres, tampoco llegaron porque ya les correspondía, sus encargos están revestidos del reconocimiento, de la exigencia, de la articulación y empuje colectivo. Las primeras que deben de tener conciencia de ello son las propias mujeres que asumen esos cargos, porque desde esa conciencia desempeñarán sus funciones. Las vemos todo el tiempo, confiamos en que ellas se vean.

Desde la labor escritural de la procuradora pareciera que hay un afán de problematizar su llegada con esta perspectiva de los derechos humanos de las mujeres, un extracto de ello:

…El día de hoy recibo la estafeta de la titularidad de la institución…Soy la primera mujer que encabeza la Procuraduría, pero también soy la primera titular que ha desarrollado su carrera profesional en la misma…

…Como mujer, hablar de derechos humanos no es solo es una cuestión de principios universales, sino una experiencia personal, una lucha…

                (Tus derechos, con voz. Voces y trayectorias. A 32 años de la defensa de los derechos humanos, Karla Alcaraz Olvera, milenio, artículo de opinión- 02 julio, 2025)

A seis meses del nombramiento de Alcaraz Olvera hemos conocido más de sus silencios que de su apropiamiento en la esfera pública. Una procuradora que ha optado por el bajo perfil mediático, lo más cercano a la autocensura. En búsquedas recientes he encontrado pocas entrevistas que me permitan (re) conocerla más allá de la parte documental pública de la llamada experiencia. Una decisión que podríamos entender, y también cuestionar, desde el entorno que atraviesa el hacer de la instancia que dirige, pero también, resulta preocupante, e incluso reprobable, ¿para qué es útil el silencio de una voz en un territorio de mujeres y niñas desaparecidas?, una de muchas interrogantes.

El silencio como política institucional habla más de lo que pretende callar. Se trata de una autoridad que representa una de las instituciones de mayor demanda y exigencia social, una institución que como sus pares en el país atraviesa una de las mayores crisis de credibilidad por su cercanía con el poder público y carente autonomía. Instituciones en las que propusieron un cúmulo de expectativas que el tiempo nos ha permitido reconocer excesivas, e incluso ingenuas.

Una Procuraduría, que, en el caso de Guanajuato, hoy tiene por primera vez una titularidad de una mujer con experiencia, que le corresponde sí así lo decide, articular con muchas otras mujeres en posiciones de poder transformaciones significativas. Los cercos de silencio, ya los conocíamos corresponden a muchas etapas del país y del propio Guanajuato, que poco o nada han contribuido construir puentes con la ciudadanía, y en ese caso, con las víctimas. Los casos más cercanos, la irrupción por autoridades estatales al rancho “El Ramillete” en Dolores Hidalgo por presunta explotación laboral a menores y mujeres, el hallazgo de cuerpos en “la Calera”, Irapuato. En ambos casos, el silencio institucional fue la respuesta.

Los mecanismos de rendición de cuentas y transparencia son pisos mínimos de cumplimiento cuando hablamos de comunicar. La generación de boletines un medio de control de daños hechos a la medida para no exponer a titulares con preguntas fuera de guion, en todos los casos, se trata de comunicaciones desde la autoridad, un mensaje de verticalidad para la ciudadanía y las víctimas.

El alcance de atribuciones normativas de una procuraduría urge de mecanismos simbólicos y políticos que le fortalezcan en sus determinaciones, mucho de estos recursos recaen en las posiciones que asuma la persona titular. El silencio desdibuja. Hoy por hoy, como referencia, las autoridades locales acumulan sin reparo o vergüenza algunos cientos de recomendaciones, poco les importan.

El caso del municipio de Celaya con más de 14 recomendaciones con parcial o nulo cumplimiento, la mayoría de éstas relacionadas con las actuaciones de cuerpos policiacos. Insisto, la crisis institucional compartida por ausencia de credibilidad, autonomía y presencia hace rato alcanzó a Guanajuato, y poco parece hacerse para revertirla.

¿Por qué problematizar en este espacio sobre el silencio de la primera procuradora? Audré Lorde, activista feminista negra, abordó el silencio de las mujeres desde distintos ángulos. Una de sus frases más emblemáticas, “Mi silencio no me protegió, tu silencio no te protegerá”, una expresión que fuge como un llamado individual y colectivo a la acción, el silencio no es útil para casi nada. Lorde sostenía que el silencio no funcionaba como mecanismo de protección, como históricamente se hizo creer a las mujeres, por el contrario, fortalece la invisibilidad y la opresión, “Cuando hablamos, tenemos miedo de que nuestras voces no sean escuchadas o bienvenidas. Pero cuando permanecemos en silencio, también tenemos miedo. Así que es mejor hablar.

En meses previos he buscado entrevistar a la primera procuradora, no he tenido respuesta. En mi experiencia entrevistando mujeres la primera muestra de genuina consciencia de ella misma y de las otras, está relacionada con su afán nombrar, de hablar. Desde este interés de entrevistarla entender sus posiciones, convicciones, identificar sus motivaciones, compromisos y conocer de propia voz su historia que la explique, incluso desde sus silencios.

Como franca ironía, la columna que escribe para el medio que referí en cita lleva por título “Tus derechos con voz¿y la voz de la Karla Alcaraz cuando la vamos a escuchar?, tu silencio, como bien lo señala Lorde, no te protegerá ,y sí en cambio, fortalece la invisibilidad y perpetua la opresión, sí también de las primeras.