La justicia en México ya no se estudia, se improvisa. Cinco días de curso bastan, según dicen, para que un juez o magistrado recién electo por voto popular se “especialice”. Esto nos coloca en un nuevo nivel de surrealismo, ahora vemos como jueces y magistrados, electos por voto popular, recibirán un curso exprés de cinco días para “especializarse”. Quedando claro así, el vacío técnico jurídico con el que se impulsó la reforma judicial, se privilegió la lógica electoral y se dejó de lado lo esencial para ser un buen juzgador, la preparación jurídica.
El problema no es menor y nos afecta a todos, La función judicial no es un oficio que se aprenda en un taller intensivo. La responsabilidad de aplicar el derecho, interpretar la Constitución y decidir sobre libertades y derechos fundamentales, requiere años de formación, experiencia, trayectoria, solvencia ética y técnica.
Pretender sustituir todos estos años de preparación con un curso de 5 días de capacitación es una burla, la verdad sale a la luz, juzgar no era tan fácil como quisieron hacerlo ver en el discurso político que impulsó esta reforma. El mecanismo de selección que elevaron a rango constitucional no sirve y permite la llegada de personas que necesitan un curso exprés para entender un poco lo que un juzgador debe hacer.
La contradicción es evidente, primero nos dijeron que el nuevo modelo garantizaría a los mejores, que los comités de evaluación seleccionarían a los más idóneos y que la ciudadanía refrendaría con su voto esa idoneidad. Pero hoy, la necesidad de un “curso de emergencia” confirma lo contrario, llegaron al cargo sin preparación suficiente, y el sistema intenta ahora cubrir el vacío con una solución improvisada.
La justicia no admite atajos, un juez no solo aplica normas, construye precedentes, define límites al poder, garantiza derechos.
Cada decisión judicial tiene efectos que rebasan el caso concreto, los jueces deciden la vida de todos nosotros, lo que pasa en el juzgado no se queda en el juzgado ¿Qué significa, entonces, reducir esa responsabilidad a un diplomado exprés? Significa trivializar la impartición de justicia y enviar un mensaje peligroso: que la técnica jurídica es secundaria frente a la política.
La justicia debe ser independiente, seria, profesional. Sin esas condiciones, el Estado de derecho pierde su sustento. Lo que hoy vemos es la confirmación de que la reforma judicial se pensó más como un mecanismo de control que como una verdadera apuesta por la calidad de la justicia.
Enfrentemos la realidad donde estamos parados, tenemos nuevos jueces que no saben juzgar, que llegaron políticamente, pero sin oficio ni conocimiento, ahora con este curso remedial se pretende convertirlos en buenos juzgadores instantáneos, con una varita mágica, y perdón, no se puede.
Terrible sentencia condenatoria que cae sobre todo el pueblo de México: “Cuando los jueces se improvisan, no es la toga la que se desgasta, es el Estado de Derecho el que se desmorona”