Según datos del INEGI, Guanajuato pasó de ser la sexta a la quinta economía en México, pero la justicia laboral y concretamente salarial, no llegan en el mismo grado.
Tenemos que presumir los alcances en materia económica que tengamos en la entidad, pero no podemos rezagarnos en cuestión de justicia y desarrollo social y humano.
Los programas sociales de los gobiernos, en su mayoría son asistencialistas y, en este momento, son una competencia para lograr simpatías y votos.
No se puede negar que Guanajuato hoy sea el mayor productor y exportador de automóviles del país (concentra cinco armadoras de las más importantes del mundo), lo que permite un mayor gasto y consumo dentro del territorio, pero podría ser mayor si mejora la remuneración real para los trabajadores.
Según el Instituto Mexicano del Seguro Social, en lo que va del año se han creado en nuestro estado un poco más de 42 mil empleos, con los que se acumula un millón 84 mil 800 puestos de trabajo, registrados y con prestaciones sociales en el IMSS.
No se cuentan los informales, la mayor parte en el comercio y prestadores de servicios como el transporte de taxis, entre otros.
Pero tenemos una asignatura pendiente: aprobar en la la justicia laboral y muy concretamente la justicia salarial, en la que los mismos líderes empresariales y el Gobierno están de acuerdo que nos falta concretar.
El promedio de ingreso diario, según el Seguro Social, es de 523 pesos, pero estamos por debajo de las entidades del norte del país, de manera especial, como pueden ser Nuevo León con 572.8 pesos y Coahuila con 547 pesos.
Hay otras profesiones y ocupaciones que tienen mucho mayor ingreso en esas entidades, comparadas con Guanajuato, por ejemplo, en Tijuana, Baja California, donde todo mundo sabe que, si bien el costo de la vida es caro, los sueldos son de los mejores en todo México y por tanto el nivel de vida es mejor.
Los dirigentes de la CICEG y del Consejo Coordinador Empresarial de León, han declarado y aceptado que sí nos falta alcanzar una mejor justicia salarial. Seguramente se tiene que convocar a todos los sectores productivos, incluyendo a los tres órdenes de Gobierno para concretar acuerdos.
Al mismo tiempo se deberá revisar que de una vez por todas el trabajo igual se pague igual a mujeres y hombres y que no sea letra muerta el artículo 86 de la Ley Federal del Trabajo, que no distingue sexos, ni otras condiciones.
Lo que tienen que revisar nuestros legisladores son los mecanismos de sanción para hacer real la equidad de género laboral, para que se cierre de una vez esa brecha de injusticia, lo que es denigrante, aunque esto pasa en todo el país.
Es aberrante que por un mismo trabajo un hombre gane de entre dos mil a tres mil pesos más que una mujer. Desde ahí empieza la violencia de género, porque es una forma de discriminación y maltrato.
Las madres solteras trabajadoras realizan muchas más labores que un hombre porque se tienen que multiplicar para alcanzar a hacer todas sus tareas: hacer comidas, limpiar sus casas, estar al pendiente de sus hijos que van a la escuela, y además ir a un trabajo que no les reconoce lo que valen y hacen.
Desde aquí emplazo a las mujeres trabajaras para que no se dejen, como dice Garralda, y acudan ante todas las instancias posibles para reportar, para denunciar esos abusos
Avanzamos un peldaño en cuanto a nuestra participación en el producto interno bruto del país, pero no podemos rezagarnos en cuanto a la justicia salarial, porque este también es un factor que se toma en cuenta en nuestro posicionamiento, el cual se podría perder por esta razón.