Juárez: alma de luz, cuerpo de bronce

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

El 19 de julio de 1902 en la Cámara de Diputados el poeta Amado Nervo leyó, en honor a Juárez, “La raza de bronce”. Se trata de una leyenda heroica, con una serie de nueve numerales, donde se hace patente el amor a la Patria: «Amar, eso es todo; querer, ¡todo es eso!». Después sobreviene un gran beso: “un beso de amores ha creado los mundos”. Uno de luz por supuesto: arriba los astros. Y el otro de bronce: abajo los hombres de leyes.

Nuestro Juárez observa la mesura, guarda las distancias y sigue la Naturaleza. Nervo pulsa la lira de azur de los cielos y escuchamos:

IX

Mas al irte, Señor, hacia el ribazo

donde moran las sombras, un gran lazo

dejaban, que te unía con los tuyos,

un lazo entre la tierra y el arcano,

y ese lazo era otro indio: Altamirano;

bronce también, más bronce con arrullos.

             

Nos le diste en herencia, y luego, Juárez,

te arropaste en las noches tutelares

con tus amigos pálidos; entonces,

comprendiendo lo eterno de tu ausencia,

repitieron mi labio y mi conciencia:

Señor, alma de luz, cuerpo de bronce

 

soy una chispa: ¡enséñame a ser lumbre!

Soy un guijarro: ¡enséñame a ser cumbre!

Soy una linfa: ¡enséñame a ser río!

Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala!

Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala,

y que Dios te bendiga, padre mío!

Tú escuchaste mi grito, sonreíste

y en la sombra infinita te perdiste

cantando con los otros almo coro.

 

Callaba todo ser y toda cosa;

y arriba era la noche misteriosa

jardín azul de margaritas de oro.

 

Quien también pulsó, el Azar y la Fortuna, cincel y martillo, fue Ildefonso Lorea q.e.p.d. quien supo realizar una magnífica escultura del Tribuno de bronce: Benito Juárez. Al observarla, en ocasión de su homenaje reciente en el segundo patio del Archivo Histórico Municipal de León, no pude sino recordar el poema citado, pero también a quienes quieren quitar del tablero a Juárez porque son hombres de reyes y no de leyes. No por nada el poeta ruso Yevgueni Yevtushenko preguntaba en El ajedrez de México: “¿Cuándo cambiaremos las reglas / de este maldito juego? / ¿Cuándo? /…”.

Pero, el ajedrez político de México continúa… y los eternos anhelos de nuestro lado permanecen: “amar…, ¡eso es todo!; querer, ¡todo es eso!”.