José Vasconselos y su legado

Si hiciéramos un balance de los hombres que destacaron y forjaron nuestro país durante el siglo XX, sin duda alguna no podría faltar el denominado “Maestro de América”, o también “Maestro de la Juventud de América”, cuyo nombre completo fue José María Albino Vasconcelos Calderón.

Este personaje nació en Oaxaca el 27 de febrero de 1882, aunque debido al trabajo de su padre, como agente aduanal pasó parte de su vida en Coahuila, en Piedras Negras, y ahí estudió en Eagle Pass, Estados Unidos, donde aprendió inglés; así anduvo en otras localidades. Luego estudio la preparatoria y la carrera de abogado en la Universidad Nacional. Así lo describe en una de sus obras biográficas “Ulises Criollo” primera de su trilogía “La Tormenta” y “El Proconsulado”.

Para muchos, incluyéndome, su gran obra y grandeza la logró en sus actividades inconmensurables en materia educativa, desde su dirección de la Escuela Preparatoria, luego la Rectoría de la Universidad Nacional y finalmente como Secretario de Educación Pública, sentando las bases de un modelo educativo moderno para su época (1921-1924), durante el régimen del entonces Presidente Álvaro Obregón.

Sus campañas de alfabetización en una época post revolucionaria fueron un acierto para llegar a la población rural y enseñar lo básico: leer y escribir.

Pero también, simultáneamente impulso las artes, el muralismo, dando apoyo a Diego Rivera, José Clemente Orozco y a David Alfaro Siqueiros; la lectura, con la impresión y distribución masiva de la célebre edición “Sepan Cuántos”; a la investigación científica; y facilitando con su visión una apertura cultural al extranjero. Por ello decía que “la principal empresa del Estado debe ser la educación”.

Durante su paso como rector de la Universidad Nacional acuñó su escudo y lema que hasta la actualidad permanece desde el 27 de abril de 1921, en que fue aprobado; con un ave bicéfala simbolizando el águila mexicana y el cóndor de Sudamérica, con las patas y alas extendidas, sobre una base de picos y montañas, y el nopal con tunas, rodeado por la frase “Por mi raza hablará mi espíritu”.

En esos años ya había aportado sus trabajos filosóficos impresos como “El Monismo Estético” (1918) y “La Raza Cósmica” (1925). Afirmaba que el concepto de nacionalidad mexicana deberíamos encontrarlo en la cultura mestiza. Debido a este lema universitario, algunos historiadores también atribuyen a Vasconcelos ser el autor del lema “Sufragio efectivo, no reelección”, utilizado la campaña del maderismo, pero no se ha confirmado.

Por lo que hace a sus andanzas políticas, se atrevió a desafiar al poderosos y máximo líder de las fuerzas políticas nacionales en 1929, a Plutarco Elías Calles, lanzándose como candidato presidencial por el Partido Nacional Antirreeleccionista, en contra del candidato oficial Pascual Ortiz Rubio, del PNR, Partido Nacional Revolucionario, apoyado y creado por Plutarco Elías Calles. Obvio, Vasconcelos fue derrotado rotundamente y en una conducta aún no entendida ni explicada, abandonó a sus correligionarios y desapareció de la escena pública, autoexiliándose en el extranjero. Retorno a México hasta 1940 y reanudó algunas actividades docentes y culturales.

Vasconcelos falleció en 1959, pero en estos últimos años ya en su país natal, aportó más trabajos literarios, histórico y culturales, incursionando inclusive en programas televisivos de conferencias, charlas y debates con los personajes de renombre y también con monólogos sobre diversos temas.

Podríamos ampliar mucho más sobre la vida de este hombre de grandes alcances, pero mejor invito a los amables lectores, a que puedan abrevar más, conociendo y abordando alguna de sus obras.

Su sistema, método y modelo educativo que permeó durante todo el Siglo XX, aún perdura con algunas adaptaciones, pero ya resulta obsoleto con las nuevas herramientas tecnológicas de comunicación y acceso a la información, aún más con la Inteligencia Artificial; necesitamos un nuevo Vasconcelos que actualice y de cause a un modelo educativo para este siglo XXI.