Acompañada de seis mujeres a las que refirió como compañeras de partido, la diputada del Verde, Itzel Mendo, se presentó en las instalaciones del IEEG para presentar una denuncia por presumible violencia política por razones de género contra Sandra Pedroza, diputada de MC.
Una denuncia que, de entrada, le genera más réditos favorables a la denunciada que a la denunciante, al margen de lo que concluya el procedimiento formal. Para la ocasión, las siete mujeres eligieron vestir de color morado. Quiero imaginar que a alguna le pareció buena idea portar el color adoptado por el movimiento feminista para dar algún mensaje.
En su caso, el mensaje es que poco entienden de la genealogía del movimiento feminista y que el color es un oportunismo de ocasión. Me pregunto: ¿saben acaso que ese color surge como elemento para nombrar una postura política que enarbola garantías, libertades, derechos, resistencia, acceso a justicia y solidaridad para las mujeres?
No creo que lo sepan. El voto y la denuncia de Mendo nos contestan: no solo no sabe, sino que tampoco se ha ocupado en cuestionarlo. Hace meses venía amenazando con la denuncia, y en ella, el tiempo transcurrido tuvo efecto terapéutico inverso. Lejos de serenarla e invitarla a la elemental prudencia, ocurrió la esperada reacción que le impidió repasar desde una matemática política básica de ganancias y pérdidas.
No nos sorprendió. Actuó desde una lectura esperada, la que la ha caracterizado en su pobre paso por la legislatura: el impulso sin contenidos. La oportunidad de sorprender la dejó pasar. A la cita llegó con ánimos incendiarios, de esos entusiastas. Casi le podíamos creer su posición escritural en redes a propósito de su trabajo para garantizar un entorno libre de violencia y discriminación.
A cuatro meses, ¿la diputada Mendo habrá entendido que el sentido de su voto actuó en directa violencia y discriminación contra las mujeres? Preocupante su posición acrítica y de franco desconocimiento sobre el alcance de su posición. Una denuncia que llega casi cuatro meses después de la discusión sobre la despenalización y donde el voto de Mendo frenó una posibilidad histórica.
Un voto en negativo, previo a una postura a favor. Una diputada que se mostró inconsistente, dubitativa e insegura. Confundió el sentido de su voto: dijo sí cuando quiso decir no, según indica. Una diputada que se equivoca en emisión de votos y en los colores que porta, lo mismo del morado que del verde.
Una diputada que ha decidido utilizar su primero de tres años de desempeño legislativo en un voto en contra y ahora una denuncia. En ambos casos, hay una lectura consensuada sobre el uso del poder para negar derechos a otras y el pertinente uso de mecanismos para el acceso a la justicia para ella, solo para ella. El patriarcado sonríe.
No hay ambigüedad en la interpretación de los tiempos elegidos por ella o por ellas u otros para la denuncia. Es la última semana de septiembre, la misma donde se conmemora el Día de Acción Global por el Aborto Legal, Seguro y Accesible. Un timing político que fortalece la postura e imagen de Sandra Pedroza, una diputada que se mantuvo y se mantiene acompañada de organizaciones, colectivas y mujeres feministas.
No es una alianza menor. Han caminado horizontalmente, se entienden y se encuentran. Son mujeres que se han propuesto despenalizar el aborto como un derecho para todas. Una lectura que ubica a Sandra como una figura protagónica, con posiciones consistentes y transgresora. Hoy por hoy estos atributos colocan a la legisladora de MC como la figura más visible de su partido y de la oposición en su conjunto.
En contrario sensu, la alianza de Mendo con los grupos conservadores poco le pertenece. El punto de encuentro no es con ella, está dirigido por el PAN. Ella es solo una integrante de muchas, no es la referente; ese papel lo tiene un Jorge Espadas.
No importa que ella haya dado el voto negativo clave. No importa que ella haya sido escoltada aquel día en el Congreso por esas voces y grupos. Ayer solo fueron seis mujeres con ella. Los grupos que antes le aclamaron esta vez no fueron convocados por el líder.
Pasarán algunas semanas para conocer la determinación de las autoridades de lo que Mendo pretende acreditar. Entonces, como ahora, la resolución le permitirá acreditar su ambigüedad e impulsos, no así su quehacer legislativo.
Previo a la sesión del voto en contra, quien fuera en Apaseo el Grande directora del Instituto de la Mujer, poco o nada había aportado relevante para el fortalecimiento de la agenda de los derechos humanos de las mujeres. De su quehacer legislativo, poco hay en su defensa. Después del voto, tampoco hubo agenda. La legisladora esta distraída en otros afanes.
No, no le preocupan las mujeres, como intentó defenderlo en tribuna. Ella defendió, en el mejor de los casos, una decisión que ojalá le haya generado algún rédito, al menos de conciencia.
A reserva de que la diputada Mendo nos considere a todas las que no coincidamos con ella como violentadoras políticas en razones de género, es menester manifestar nuestro desconcierto ante la nula administración de batallas que ha decidido emprender.
Denunciar a Sandra Pedroza es regresarla al heroísmo que muchas le atribuimos por sus votos, posturas, alianzas y argumentos. De no haberla denunciado y haberse concentrado en la elaboración de una agenda legislativa sólida a favor de su postura preocupada por las mujeres, seguramente otro sería el balance. Podríamos comenzar a respetar sus dubitativos votos y posturas.
No hay consistencia, solo pérdida de valioso tiempo desde la función que detenta. ¡Cómo si la vida y seguridad de las mujeres en Guanajuato estuviera para estas pírricas embestidas!
Diputada Mendo, este es el segundo texto que dedico a su (im)postura. Reconozco que este segundo está más motivado por una pregunta que al verla en imágenes el día de ayer con su saco morado atravesó mi consciencia: ¿Cuál es el afán de actuar contra sí misma?
No me salen las cuentas. Pase lo que pase, no hay ganancia para una legisladora que opta por el embate, la incongruencia y la distracción. El resultado del proceso que ha iniciado será de índole personal. El resultado de su voto en tribuna fue para todas. Esto último, si trasciende a la historia.
Finalmente me parece que sus señalamientos al presentar su denuncia son desproporcionados al señalar que “…denunció un gesto de desprecio y violencia política en razón de género que sufrí el pasado 5 de junio…” Hago de su conocimiento que el pasado martes el cuerpo de Maricruz una mujer con discapacidad intelectual, fue hallado con visibles huellas de violencia junto a una carretera en San Felipe, Guanajuato. Ese hallazgo diputada Mendo, es desprecio, tengamos proporción a las palabras.
Esperamos su intervención en tribuna para Maricruz y para otras, para todas…Usted es diputada local, no solo vocera de sus causas.